"Esta es la situación dentro del sistema. A los investigadores de los Servicios Federales de Seguridad (FSB) y el Ministerio del Interior se les ha dado la orden de enviar todos los casos [de supuestos soplones] a los tribunales [...], en abril todas las cortes estarán literalmente desbordadas de causas contra los llamados traidores". Así comienza la última misiva remitida al opositor ruso Vladimir Osechkin, refugiado en Biarritz, por uno de esos "traidores" a los que Putin trata de identificar. En otras palabras, lo que la garganta profunda de Moscú viene a confirmar es que Putin está enfurecido porque su blitzkrieg (guerra relámpago) ucraniana no le está saliendo según sus planes y ha empezado a culpar de ello a supuestos espías, militares y funcionarios de Interior.
El informante, que dice hablar en nombre propio y en el de varios compañeros más del FSB, comenzó a emitir informes sobre los entresijos de los Servicios Federales rusos de Seguridad el 24 de octubre del pasado año. Las filtraciones de Wind of Change (como se hace llamar) han ayudado a entender incluso la atmósfera mental de Putin, cada vez más sombría a medida que su ejército se encalla contra la imprevista resistencia ucraniana. A su juicio, al presidente ruso no le inquietan solo las dificultades militares en el campo de batalla, sino la oposición creciente entre los suyos y el pesimismo derrotista que ha empezado a cundir.
Hasta la fecha, Wind of Change ha remitido trece cartas. En la que envió este viernes, añade que "la Fiscalía General de la Corte Suprema está discutiendo una iniciativa de amnistía general, probablemente para el 9 de mayo o Día de la Victoria, con el fin de descargar de internos los centros y colonias de presos preventivos para poder recibir a los nuevos lotes de condenados, aquellos que no están de acuerdo con las políticas del partido". En otras palabras, la idea es amnistiar a presos preventivos para poner en su lugar a esos supuestos traidores que tratan de identificar, en cumplimiento de las directrices emanadas del mismo Putin. La idea es liberar de forma prioritaria a aquellos que estén dispuestos a ir a combatir.
El informador asegura que "en estos mismos momentos se están realizando arrestos y registros en todo el país. Ahora, más del 50 por ciento de los esfuerzos de los Servicios Federales de Seguridad están destinados a bloquear cualquier sentimiento contra la guerra y cualquier forma de oposición [a la voluntad del Kremlin]".
La caza de brujas a la que se refiere Wind of Change ha sido confirmada por diferentes fuentes independientes. Corroboran también su veracidad las detenciones probadas de varios altos funcionarios del Gobierno de Moscú. Así, por ejemplo, el pasado 12 de marzo se supo que un jefe de espionaje ruso, Sergey Beseda, y su adjunto, Anatoly Bolyuj, fueron puestos bajo arresto domiciliario por órdenes directas de Vladmir Putin.
Los funcionarios del FSB registraron al menos veinte viviendas moscovitas más en busca de otros colegas sospechosos de filtrar información a periodistas. La razón formal que adujeron los agentes para detener a Beseda y Bolyuj fue su presunta implicación en un caso de malversación de fondos.
No obstante, el opositor Vladimir Osechkin cree que el auténtico motivo es que se les culpa de haber proporcionado información poco fiable, incompleta y parcialmente falsa acerca de la verdadera situación de Ucrania.
¿Cómo es posible que los servicios de inteligencia rusos a los que ahora Putin atribuye sus errores de cálculo no pudieran prever la resistencia que iban a enfrentar tras la invasión? Una de las razones que aducen los propios funcionarios es que nadie se atrevía a decirle al presidente "lo que no quería escuchar", de modo que al final el zar terminó creyéndose a sí mismo.
En otras palabras, lo que los informadores del FSB sugieren es que Putin está enfurecido con su servicio de inteligencia por haberle vendido la idea de que Ucrania era débil, estaba llena de grupos neonazis y se rendiría rápidamente con la ayuda de miles de prorrusos que se sumarían a los invasores a medida que estos avanzaran. Los espías de Putin le adornaban sus informes para que no contradijeran las presunciones con las que él justificaba la agresión imperialista.
Varias fuentes señalaron el pasado jueves, día 17 de marzo, que Putin había despedido a Roman Gavrilov, subjefe de la Guardia Nacional o Rosvgardia, por su impericia en la gestión del ataque y las pérdidas sufridas por el ejército ruso durante la invasión. Osechkin ha desmentido que, tal y como aseguraban varios medios anglosajones, el general ruso haya sido realmente detenido. "Sin embargo, yo creo que su carrera y su empleo se han arruinado después de su ataque contra Victor Zolotov, director de la Guardia Nacional", dice el opositor.
Supuestamente, Gavrilov, de 45 años, ha sido acusado por Putin de desperdiciar combustible durante la invasión y de filtrar información. Su unidad militar encabezó el asalto inicial de Rusia contra Ucrania y, en contra de lo que la inteligencia rusa había sugerido que sucedería, la blitzkrieg o guerra rápida de Putin no rompió en pocos días las defensas ucranianas. Tres semanas después del inicio de las hostilidades, Moscú no ha logrado tomar las ubicaciones estratégicas que esperaba, a excepción de Jerson. Además, desde que penetró en Ucrania, la Rosgvardia que subdirigía Gavrilov ha sufrido pérdidas significativas de vidas. En vista de ello, sus desavenencias con el Kremlin podrían guardar relación con la ira de Putin. Hace ahora una semana, Oleksiy Danilov, jefe del Consejo de Seguridad de Ucrania, aseguró que otros ocho altos cargos militares rusos habían sido apartados de sus funciones tras el inicio de la guerra.
Las filtraciones realizadas por Wind of Change sugieren, en un sentido similar, que las tropas de Rusia están desmoralizadas por el número de víctimas que están sufriendo y por el modo en que han terminado encalladas en Kiev y otras grandes ciudades ucranianas.
¿Es posible que Putin creyera realmente la fábula que repite de forma sistemática acerca de la Ucrania nazi deseosa de ser liberada por los hermanos rusos? "Piensa que es un viejo que no practica sexo ni frecuenta las redes. Él y sus colaboradores más cercanos se consideran dioses investidos de un poder absoluto", afirma el opositor Osechkin. Toda la información que, en su opinión, recibe Putin procede de súbditos que le temen como al zar y que no desean ser portadores de malas noticias, por si acaso alguien decide matar al mensajero. Enfocado de ese modo, Putin se ha enfangado en el barro de su autoritarismo.
El informante de Osechkin, Wind of Change, cree que la purga de espías y de funcionarios de Interior es la forma que el Gobierno tiene de echar balones fuera y atribuir la culpa del desastre a toda la cadena de colaboradores: se ha pasado de infravalorar al contrincante a evaluar el futuro militar con pesimismo y, a menudo también, con una visión no exenta de derrotismo. Los Servicios Federales de Seguridad o FSB son los herederos directos del KGB y tienen su sede, como sus predecesores, en la plaza Lubyanka de Moscú.
El garganta profunda de los Servicios Federales de Seguridad reafirma en otra de sus misivas que entre no pocos funcionarios de esa siniestra agencia se ha extendido la idea de que "las fuerzas y los medios rusos son insuficientes incluso para la teórica toma bajo control, no solo de Ucrania, sino de las ciudades clave. No hay fuerzas suficientes ni siquiera para un cerco completo y mucho menos para un asalto".
El texto agrega que "Rusia dispone de armamento que aún no ha sido desplegado, pero hay problemas para implementar su uso. Un ataque nuclear local no resolverá el problema militar, sino que lo aumentará. Intentar intimidar antes de recurrir a las armas nucleares es posible, pero usarlo entraña tremendos riesgos. Y aunque la situación está ahora más allá de la lógica y el sentido común, todavía esperamos que no se haga una estupidez absoluta".
"Por supuesto, Rusia dispone de los llamados Solntsepeki, pero hay que hacer ciertas precisiones respecto a ellos", apostilla Wind of Change. "La TCC es una máquina vulnerable y tendrá que ser custodiada por grandes fuerzas. En Siria, tuvo lugar un incidente desagradable con el TOS: la detonación es suficiente para destruir su propia retaguardia y todos los que la cubren. Lo comprobamos, y eso es suficiente. Y el Solntsepeki aún debe ser llevado a Kiev, arriesgándose a convertir toda la columna en polvo después de un solo golpe exitoso. Un ataque masivo de UAV, una salva de artillería solitaria, una emboscada, un golpe en un vehículo específico, y el resultado será grandiosamente negativo".
Solntsepeki es la denominación común del TOS-1A, con el que se teme que Moscú aumente su potencia de fuego en la invasión en curso de Ucrania. Un lanzacohetes múltiple TOS-1A fue visto en la parte trasera de un camión al sur de Belgorod en Rusia, cerca de la frontera con Ucrania, el 26 de febrero. El sistema está equipado con un bastidor de cohetes incendiarios o termobáricos de enorme potencia destructiva. Los soviéticos lo llamaban lanzallamas pesado. El TOS-1 Buratino y el TOS-1A Solntsepek son dos de las armas más temibles de la guerra moderna.
Los informantes del FSB creen también que Mariúpol "se está convirtiendo en un campo de demostración de fuerza e intimidación con la esperanza de que el ejemplo sea percibido por el resto de las ciudades como una necesidad de huir o rendirse. Claro que los efectos colaterales son visibles a simple vista: el hecho de que una gran ciudad se convierta en polvo suscita dudas incluso entre el público nacional ruso".
El receptor de las filtraciones, Vladimir Osechkin, a quien se le ha apodado el Julian Assange ruso, fue incluido en noviembre pasado en la lista negra del Kremlin por filtrar imágenes e información sobre las violaciones que se cometen en las cárceles de su país. Vladimir tuvo que huir de Moscú en 2015 para evitar ser encarcelado una vez más por los Servicios Federales de Seguridad. Desde entonces, se halla refugiado en Biarritz, un destino turístico del País Vasco francés.
El seudónimo utilizado por el informador del FSB, Wind of Change o Viento de Cambio, es una conocida canción de la banda alemana de hard rock Scorpions. Escrita en su totalidad por el vocalista Klaus Meine, se convirtió en el himno de la perestroika debido a las alusiones de su letra a la paz y la reunificación del mundo tras el fin de la Guerra Fría. En vista del éxito comercial que obtuvo en la Europa Oriental, la banda grabó una versión en ruso llamada Ветер Перемен.
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