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Guerra Rusia - Ucrania La guerra de Ucrania erosiona la proyección internacional de China

La crisis de Ucrania tiene a Vladimir Putin en el punto de mira occidental. Aunque Rusia es el evidente objetivo inmediato, la guerra se sigue con la máxima atención en Pekín. Con un enorme y creciente peso en la economía mundial, China es el verdadero rival que interfiere con la aspiración de Washington a convertir el mundo en un teatro exclusivamente unipolar.

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El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de China, Xi Jinping, durante una reunión en Pekín el pasado 4 de febrero. — Aleksey Druzhinin / REUTERS

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Las especiales relaciones que han adquirido China y Rusia, dos superpotencias que tienen interés en la supervivencia de un mundo multipolar, explican la actitud de Pekín en un conflicto que está desgastando sensiblemente, y muy probablemente va a seguir desgastando, a Vladimir Putin.

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The New York Times ha revelado que Washington transfirió a Pekín información secreta para justificar su comportamiento, así como el aislamiento al que está sometiendo al presidente ruso, con la esperanza de que los chinos condenaran la invasión. Sin embargo, Pekín pasó esa información a Moscú y, a diferencia de Europa, se abstuvo de criticar a su aliado.

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Pekín se abstuvo de criticar a su aliado

Al revés, los chinos han condenado las duras sanciones económicas y políticas que Occidente ha impuesto a Rusia en un sorprendente ejercicio de unidad sin fisuras que naturalmente preocupa a Pekín puesto que supone un precedente peligroso para sus intereses.

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Algunos analistas occidentales consideran que China es la gran beneficiaria de la guerra de Ucrania, puesto que se ha creado un antecedente que podría usar Pekín para intervenir en el vecindario asiático en caso de necesidad a pesar de la oposición masiva de los países representados en la ONU que se ha observado en el caso de Ucrania.

El argumento según el cual Moscú está defendiendo su seguridad explica la intervención preventiva en una Ucrania que aspira a integrarse en la Unión Europea y la OTAN, y a convertirse en una plataforma contra Rusia, incluso con armamento nuclear. China, que esta semana ha acusado a EEUU de querer establecer una OTAN asiática, podría encontrarse pronto en una situación similar.

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Para Pekín, el caso de la península de Crimea, que históricamente ha tenido una fuerte presencia rusa, y que fue anexionada a Ucrania en los años cincuenta en circunstancias históricas particulares, podría servir de modelo para la anexión de Taiwán, que comparte algunas características con Crimea. Solo unos pocos países sin gran peso específico reconocen a Taiwán como un Estado independiente.

A China no le gusta nada el desgaste que está sufriendo Rusia, ya que puede convertirse en el siguiente objetivo de la OTAN

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A China no le gusta nada el desgaste que está sufriendo Rusia, ya que puede convertirse en el siguiente objetivo de la OTAN si se diera el caso de que Putin cayera y Rusia se transformara en un país aliado de Occidente. Si fuera así, China se convertiría en la frontera más inmediata de la OTAN.

Analistas chinos han calificado abiertamente a Japón y Corea del Sur como miembros indirectos de la OTAN, auténticas plataformas para la presencia de bases americanas dada la estrecha colaboración militar que mantienen con EEUU. La designación de la India como "socio defensivo preferente" desde 2016 por parte de Washington abunda en la misma dirección y contribuye a que China se sienta tan rodeada como Rusia.

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En los últimos veinte años, las relaciones estratégicas entre Pekín y Moscú han experimentado un acercamiento muy significativo, lejos de la desconfianza que prevaleció durante el periodo soviético. Esta aproximación cristalizó tras la anexión de Crimea en 2014, cuando China se opuso a las sanciones impuestas por el bloque occidental. Otro dato revelador es que durante las últimas dos décadas los presidentes de las dos potencias se han reunido en 37 ocasiones, una cifra inusual en las relaciones internacionales.

Pekín y Moscú también suelen compartir sus planteamientos en la escena mundial, especialmente en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde tienen derecho de veto. En este sentido, el sólido comportamiento del eje chino-ruso hace de contrapeso al no menos sólido el eje occidental liderado por EEUU.

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Pekín no ve a Rusia como una amenaza estratégica para sus intereses sino más bien lo contrario

Sus relaciones económicas no pueden ser más prometedoras. En 2021, los intercambios comerciales se incrementaron en un 35% hasta los 140.000 millones de dólares y se espera que en 2024 lleguen a los 200.000 millones de dólares. China aspira a recibir todo el petróleo y el gas que Rusia exporta a Europa y EEUU, y a recibir las materias primas que abundan en Rusia. Está previsto que China se convierta pronto en el primer socio comercial de Rusia por delante de la Unión Europea.

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A diferencia de lo que ocurre con Occidente, Pekín no ve a Rusia como una amenaza estratégica para sus intereses sino más bien lo contrario, es decir, como un socio fiable al lado del cual puede caminar y apoyarse. La cooperación militar es firme, incluidas las maniobras conjuntas que periódicamente realizan en varios escenarios, hasta en el Golfo Pérsico, y China se ha convertido en un importante cliente de armas rusas.

Desde la entrada de Joe Biden en la Casa Blanca hace poco más de un año, los EEUU se han distanciado de Rusia, lo que ha servido para acercar a Rusia y China. A esto ha contribuido la belicosidad introducida por Biden y su renovado interés por impulsar a la OTAN tras el paréntesis de Donald Trump. Como reacción, los lazos militares, políticos y económicos entre Moscú y Pekín se han reforzado.

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China es consciente de que su verdadero enemigo es EEUU y no Rusia. Los chinos prefieren concentrar sus energías en la expansión económica por todo el mundo, lo que a medio plazo les proporcionará una influencia política, y compiten con los americanos en esa expansión para disgusto de Washington.

Esta semana, el ministerio de Exteriores chino ha denunciado que EEUU busca "copiar a la OTAN" en Asia y ha criticado la voluntad "hegemónica" de Washington alrededor de China, lo que interfiere con las políticas de Pekín. Según los chinos, la injerencia de EEUU en nombre de la democracia causará daño a los países asiáticos y "está condenada al fracaso".

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