El comando nacional-bolchevique que convulsionó a Rusia
¿Una guerrilla en Rusia?
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MOSCÚ.- La tumba de Andréi Sujorada (1987-2010) sería como la de cualquier otro ruso si no fuera porque en su estela funeraria, sobre su nombre y su fotografía, está grabado un kolovrat, un símbolo solar pagano apropiado por la extrema derecha rusa.
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¿Una guerrilla en Rusia?
A las 13 horas del 11 de junio de 2010, la policía rodeaba el piso franco en el que se refugiaba el grupo en Ussuriisk (krai de Primoria, Lejano Oriente ruso) y exigía a sus integrantes que se entregasen. Viéndose atrapados, Sujorada y otro de los miembros, Aleksandr Sladkij, decidían suicidarse de un disparo. Después de su muerte, un tercer integrante, Vladímir Ilyutikov, decidía entregarse. Horas después le seguían Maksim Kirillov y Aleksandr Kovtun, este último después de negociar con su abogado y su madre. Los “partisanos de Primoria”, como los habían bautizado los medios de comunicación rusos, eran historia.
La guerrilla fracasada
El 9 de octubre de 2009 el grupo subió a YouTube un vídeo titulado La última entrevista a la guerrilla del krai de Primoria. En él, los jóvenes denunciaban la corrupción de las autoridades rusas, particularmente de la policía, y declaraban abierta una guerra de guerrillas contra ellos. El vídeo llamaría la atención sólo meses después, cuando el grupo saltó a la fama.
La amenaza viene de la derecha
Si para los “partisanos de Primoria” la cobertura informativa resultó fatal, para los medios de comunicación acabó demostrándose como contraproducente. El nombre de “partisanos” envolvió momentáneamente a los integrantes del grupo en un halo revolucionario romántico, que la antipatía de la población hacia sus objetivos declarados ─la corrupción de los agentes de policía─ no hizo más que aumentar. A ello también contribuyeron la circulación de fotografías en las que aparecían en uniforme de camuflaje posando con armas de fuego, en ocasiones exhibiendo el torso desnudo, y en otras con el dedo alzado ─un gesto que utilizan los fundamentalistas islámicos y que demuestra su fascinación puramente estética por la violencia, típicamente fascista─.