Gaza, un año en ruinas
Gaza sigue destruida doce meses después de la ofensiva militar de Israel. El bloqueo israelí impide la entrada de materiales para la reconstrucción
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En el área de Isbet Abed Rabbo, al norte de Gaza, rodeada de escombros, se levanta una flamante casa de estilo árabe construida durante los últimos 50 días. En ella vive Raed al-Atamna y otros siete miembros de su familia. Antes de la última invasión israelí, la familia residía en un edificio de cemento de tres plantas que ahora es un amasijo de hierros retorcidos a pocos metros de distancia.
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La nueva casa consta de dos dormitorios, un cuarto de baño y una cocina. Es una vivienda piloto que se ha construido con la asistencia técnica y económica de UNRWA, la agencia de la ONU que ayuda a los refugiados palestinos.
"Tenemos el dinero, pero nos faltan los materiales", dicen desde Hamás
"Es nuestro domicilio provisional. La UNRWA ha empezado este proyecto para sacar a un centenar de familias de las tiendas de campaña en que viven desde que Israel destruyó nuestras casas hace un año", comenta Raed al-Atamna, el primero en haber dejado las tiendas situadas a medio centenar de metros.
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La principal peculiaridad de la nueva construcción es que se ha levantado con gruesos ladrillos de barro. "Sabemos que no es muy sólida, pero es mejor que vivir en una tienda. Sólo deseamos que pronto se acabe el bloqueo y que puedan entrar materiales que nos permitan reconstruir lo que Israel destruyó", dice Raed al-Atamna.
Un año después del conflicto que dejó alrededor de 1.400 muertos palestinos, la mayoría civiles, y 13 israelíes, la mayoría soldados, la situación en Gaza es tan desesperada como lo ha sido durante los últimos dos años y medio. La gente se ha habituado a unas condiciones de vida muy adversas y lo más visible, las calles, están limpias aunque aquí y allá se ven las ruinas que causaron los tanques y la artillería.
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La crítica situación se repite cada mes y no se le ve ninguna salida
"Al principio, la situación era muy mala a causa de la opresión y de la destrucción. Hay un bloqueo muy duro, no hay materiales de construcción ni de recambios, pero la gente no se ha rebelado contra Hamás, como pretendía Israel", dice Ayman Taha, portavoz de la organización islamista en Gaza.
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Aunque la economía está en crisis, el Gobierno de Hamás dispone de abundante dinero líquido que le llega como donaciones desde algunos países árabes como Qatar, Arabia Saudí o Jordania, Irán y donantes privados que se identifican con el islamismo "moderado" que Hamás representa, al menos si se le compara con otros grupos salafistas que desean establecer un emirato independiente en la franja de Gaza.
En los últimos meses, Hamás ha lanzado un programa para cultivar trigo y verduras en zonas que pertenecieron a los asentamientos judíos que Israel evacuó a mediados de la década. En la práctica, nadie pasa hambre aunque hay muchas familias que sobreviven exclusivamente gracias a la ayuda de UNRWA.
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Cuando terminó la invasión, el 18 de enero de 2008, dos días antes de que Barack Obama asumiera la presidencia de EEUU, las infraestructuras de Gaza habían sufrido daños irreparables. Según un informe de Naciones Unidas, el 22% de las instalaciones de agua corriente fueron destruidas completamente y el 51% se dañaron parcialmente.
El mismo informe señala que el 49% de las líneas telefónicas se inutilizaron totalmente durante la guerra y el 39% parcialmente. Sólo el 13% de las líneas seguía funcionando al acabar la invasión. Otros datos igualmente alarmantes se registraron en lo tocante a las aguas residuales, las calles asfaltadas o la electricidad.
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Un dato revelador del alcance destructivo de la invasión es el que tiene que ver con el número de cristales rotos en las casas. En el norte de Gaza, el 67% de las viviendas perdieron los cristales de las ventanas; en Gaza central, el 65%; en Rafah, el 73%; en Deir al-Balah, el 76%, y en Jan Yunis, el 69%.
Toda una serie de informes internacionales publicados en los últimos meses insisten en que Israel y Hamás cometieron crímenes de guerra durante la invasión. El más notable de ellos, el Informe Richard Goldstone, elaborado por este juez surafricano-judío, ha pedido responsabilidades, pero las potencias occidentales no lo han respaldado. Una vez más, Estados Unidos ha bloqueado las condenas contra su aliado.
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"Está claro que Israel no ha conseguido su objetivo principal, erradicar a Hamás de Gaza y terminar con las Brigadas al-Qasam", señala Ahmed Yusef, consejero del primer ministro Ismail Haniya. "Ha transcurrido un año y los palestinos no se han rebelado. Ahora lo necesario es acabar con el bloqueo para permitir la reconstrucción. Nosotros tenemos el dinero, pero nos faltan los materiales. La comunidad internacional debería presionar a Israel".
La crítica situación de Gaza se renueva cada mes y no se le ve ninguna salida. Prácticamente nadie cree que, ni siquiera en el caso de que Hamás y el Gobierno israelí pacten un intercambio de prisioneros, Israel levantará el férreo bloqueo que se inició hace dos años y medio, cuando los fundamentalistas se hicieron con el control de la franja.
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Las negociaciones con Fatah tampoco han dado ningún resultado. La reconciliación entre las dos principales facciones palestinas parece hoy tan lejana como siempre. "Egipto tiene que dar un paso adelante. Hamás ha rechazado la última oferta de los egipcios y espera un documento alternativo que recoja nuestras aspiraciones", señala Fawzi Barhum, otro portavoz de la organización islamista en Gaza. Sin embargo, Hamás y Fatah son como el agua y el aceite: la división entre Gaza y Cisjordania parece irreparable.