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Fracaso de la izquierda francesa en las elecciones presidenciales: ¿y ahora qué?

La izquierda ha obtenido el peor resultado de su historia reciente en los comicios y no estará presente en la segunda vuelta. Con el Partido Socialista en sus últimos estertores, Mélenchon se apresta a recoger el testigo del liderazgo del progresismo

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Benoît Hamon, líder de los socialistas franceses tras la derrota en la primera vuelta de las elecciones electorales en Francia / REUTERS

parís, Actualizado:

Pasada la resaca de la noche electoral, la primera vuelta de la elección presidencial en Francia ha evidenciado tres hechos: uno, el fin del bipartidismo en el Hexágono con la victoria del candidato centrista, el socioliberal Emmanuel Macron (24% de los votos); un segundo, el espectacular ascenso de la extrema derecha, que por primera vez ha superado la barrera de los siete millones de papeletas (7,6 millones, el 21,3% de los votos); el tercero es el fracaso de la izquierda como alternativa electoral.

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En efecto, la izquierda francesa obtuvo el domingo su peor recuento en toda la historia de la V República: sumó tan solo un 27,7% de los votos, de los cuales apenas un escuálido 6% fueron para el candidato socialista, Benoît Hamon. El resultado, a todas luces insuficiente para otorgar al Partido Socialista un peso real en el futuro paisaje de la política nacional francesa, deja a la izquierda huérfana de su partido de referencia tradicional.

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Lo ocurrido “ha supuesto una gran decepción para el PS, pero no llega de forma inesperada”, apunta Florence Faucher, profesora de Science Po París. Hamon se encontraba “aprisionado” entre dos frentes, considera la politóloga: por un lado, su postura situada a la izquierda del partido “llevó a los socialistas más moderados a votar por Emmanuel Macron ante la amenaza de una segunda vuelta entre Marine Le Pen y (el conservador) François Fillon”, quien finalmente quedó en tercer lugar con un 20% de las papeletas. Por otro lado, el ala más izquierdista de los socialistas “se ha decantado por el voto útil al radical Jean-Luc Mélenchon para asegurarse de la presencia de la izquierda el 7 de mayo”.

Como se ha visto, ese cálculo tampoco ha funcionado. Con el 19,5% de los votos, Mélenchon ha obtenido un resultado electoral respetable, pero ha quedado relegado al cuarto lugar del escrutinio. Tras semanas de tira y afloja entre los dos principales candidatos de izquierda, y pese a que el ecologista Yannick Jadot se retiró de la carrera presidencial para sumar apoyos con Hamon, no hubo frente común electoral del socialista y Mélenchon. Como consecuencia, ningún representante de la izquierda estará presente en la segunda vuelta de estas elecciones presidenciales.

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El fracaso de la convergencia de luchas

Los partidarios del candidato de la Francia Insumisa culpan al socialista de esta derrota común. “Tenía que haberse retirado en apoyo de Mélenchon”, consideraban muchos el lunes en el foro Discord Insoumis, epicentro de la campaña virtual del líder de la izquierda radical. Otros echaban de menos el 1% cosechado por Philippe Poutou, el aspirante anticapitalista. Y no faltaban quienes acusaban a los abstencionistas, más de un 22% del electorado, de haber provocado el desastre.

Aunque siga sin haber acuerdo sobre quién debió retirarse y apoyar al otro candidato, el diagnóstico común es el de siempre: “Hemos perdido por la división”, admitía resignado Arthur, estudiante de Políticas de 23 años, desde la parisina plaza de République.

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Tras conocerse el recuento el domingo por la noche, entre 500 y 1.000 personas se congregaron en este emblemático lugar de protesta y escenario de las movilizaciones contra la reforma laboral y del movimiento Nuit Debout. Desde la tarde, el centro de París había registrado disturbios protagonizados por pocos centenares de militantes antifascistas, que se manifestaron de forma no autorizada, causando desperfectos materiales y enfrentándose con las fuerzas del orden. “Ni patria ni patron, ni Marine ni Macron”, corearon los manifestantes en République entre otros eslóganes, antes de ser expulsados por el gas lacrimógeno de la policía hacia medianoche.

Emilie, trabajadora social de 30 años muy implicada en las protestas de los últimos meses y presente en la plaza el domingo, no podía creerse que “tan poca gente haya salido a protestar pese a los siete millones de votos obtenidos por la extrema derecha esta noche. Me siento asqueada”, se lamentaba.

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Para explicar la derrota de la izquierda, la joven repartió culpas entre los medios de comunicación (“que han hecho campaña a Macron y han desacreditado a Mélenchon”) y el candidato socialista, por no retirarse “pese a tener un programa muy similar” al líder de la izquierda radical. Pero en el fondo, admitió, el problema es que “la derecha tiene mayor facilidad para ponerse de acuerdo, tanto en el terreno como en el escenario político”.

Florence Faucher también incide en este sentido, apuntando que “para ganar hay que hacer concesiones y Mélenchon nunca ha estado dispuesto. Ceder habría supuesto algo así como sacrificar sus ideales en el altar del pragmatismo y para bien o para mal, decidió no hacerlo”.

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Pero la falta de convergencia en la izquierda se había escenificado antes de las elecciones. El quinquenio de Hollande, primer presidente socialista desde 1995, ha estado plagado de protestas, especialmente contre sus medidas más liberales, como la ley Macron para desregularizar la economía, o la polémica reforma laboral.

Fue esta última iniciativa legislativa la que despertó una contestación más masiva e hizo creer en una convergencia entre los distintos actores de izquierda en las calles, gracias a manifestaciones capitaneadas por los sindicatos en las que participaron centenares de miles de personas pese a la creciente represión policial.

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A finales de marzo de 2016, nacía el movimiento Nuit Debout, una suerte de 15-M francés llamado a aglutinar las distintas luchas sociales y sindicales en Francia, pero que acabó extinguiéndose a los pocos meses. En su primer aniversario, el llamamiento a celebrarlo atrajo una afluencia modesta y la sucesión de escándalos de corrupción que han afectado a la derecha en los últimos meses no han logrado reavivar las protestas en las calles.

Recoger el testigo de izquierdas

El fracaso de la izquierda en las urnas es el acto final lógico tras el viraje del Partido Socialista hacia el liberalismo y la creciente desilusión en las calles. Pero no todo es pesimismo. El digno resultado cosechado por el líder de la Francia Insumisa lo convierte en el responsable de liderar la deshecha izquierda francesa y podría forzar eventualmente una recomposición del Partido Socialista en una línea más progresista.

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“Pese a su fracaso (en términos absolutos), Mélenchon se ha impuesto como el candidato de la izquierda”, afirmaba el lunes el diario conservador Le Figaro.
François Ruffin, director del documental Merci Patron, y uno de los inspiradores de Nuit Debout, también restaba importancia al cuarto lugar, al considerar que el 19,5% “es un resultado excelente”. “Sonrisas, no lágrimas”, pedía en una tribuna en el Huffington Post el periodista, animando a emplear el resultado como “trampolín” de cara a las elecciones legislativas del mes de junio a las que él mismo se presenta en la región de Picardía.

Más allá de los comicios, a largo plazo “es necesario hacer mucho trabajo de terreno, hablar con la gente, entender cuáles son las cuestiones fundamentales que tenemos que abordar”, opinaba Emilie. Esta militante de la causa animalista, “optimista vital”, cree que es posible devolver la fuerza a la izquierda: “Hay que ponerse desde ahora. Tenemos cinco años para trabajar en ello”.

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