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Eusebio Leal Muere Eusebio Leal, el historiador que salvó La Habana

Leal, el alcalde oficioso de la ciudad, fue el responsable de la restauración del centro histórico durante las décadas de los ochenta y noventa cuando la ciudad sufría una fuerte degradación.

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Eusebio Leal, historiador de La Habana

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En la mañana de ayer moría Eusebio Leal, legendario historiador de La Habana, y Cuba perdía un mito y la figura civil más destacada del Castrismo. Fue el responsable del rescate de la ciudad a través de la reconstrucción de su centro histórico durante las décadas de los ochenta y noventa cuando la ciudad sufría una fuerte degradación.

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Leal, que sufría un cáncer desde hacía años, era un mito viviente de una ciudad que lleva su sello por todas partes. Ya hace años que él y La Habana vieja se fundieron en uno solo y que su figura era parecida a la de un alcalde oficioso de la ciudad. Desde pequeños, todos los cubanos crecían escuchándole hablar en televisión sobre La Habana y asociaban a ese hombre bajito y con gafas, siempre vestido de guayabera, con la capital de Cuba.

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A través de su Oficina del Historiador, Leal gestionó una de las pocas instituciones autónomas del país con la que captaba fondos de fundaciones culturales extranjeras para reparar y reconstruir los deteriorados edificios del casco histórico habanero. La Oficina del Historiador exigía criterios estéticos muy estrictos para mantener la armonía del barrio colonial y mantener su autenticidad.

Leal era un fiel amigo de Fidel Castro –quien le encargó la reconstrucción de la ciudad--, pero fue capaz de brillar con luz propia y lejos de la ortodoxia militar de otros cargos importantes del país gracias a saber transmitir su amor por La Habana en todas sus intervenciones. "Soy más fidelista que marxista" dijo una vez, y le gustaba rodearse de gente que cuestionase su visión y se atreviera a proponer cosas nuevas, algo muy extraño en un país habituado al ordeno y mando.

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Eso, junto con su carisma a la hora de hablar, hizo que fuera querido por todos los cubanos, sin importar su ideología ni orientación política. La gente reconocía su talento y audacia en el rescate de la ciudad y era considerado un genio.

Una de sus ideas geniales era trasladar periódicamente la sede de su Oficina del Historiador a edificios en malas condiciones para asegurarse que lo repararían rápido. Cuando este ya estaba finalizado, Leal partía hacia otro.

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El historiador era una de esas personas con una memoria prodigiosa capaz de recordar a casi todas las familias del centro histórico. Esa clarividencia la tenía también a la hora de expresarse y dar conferencias magistrales sobre la historia de La Habana y de Cuba y sus orígenes españoles y coloniales.

Guía de autoridades extranjeras

Cuando un mandatario extranjero visitaba la ciudad, el paseo por La Habana vieja de la mano de Leal era una parada casi obligatoria. El historiador ha paseado figuras que llevaron a cabo viajes históricos en los últimos años como Obama, Medvédev, Renzi, Hollande, el Príncipe Carlos de Inglaterra y, en España, Pedro Sanchéz y Felipe VI.

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Los líderes extranjeros solían quedar encantados con su paseo, que él adaptaba en función del país, y le sirvió para ganarse un gran número de distinciones, entre ellas las órdenes de Isabel la Católica y la orden de Carlos III de España.

Hasta su muerte, Leal fue diputado a la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral) de Cuba, presidente de Honor de la Unión Nacional de Historiadores de la isla, titular de la Comisión de Monumentos de La Habana, integrante de la sociedad Smithsonian, de Estados Unidos y de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas, entre otros tantos cargos.

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