"Estados Unidos me torturó cada día durante seis años"
"Sigo esperando justicia"
Publicidad
TRÍPOLI (LÍBANO).- “Nos torturaban cada día. La mayoría de los presos no salían vivos y los cadáveres eran introducidos en congeladores para hacer desaparecer cualquier rastro de tortura". Abdel Nasser Hassan es un taxista libanés de origen palestino. Tras pasar casi seis años de su vida en las cárceles secretas de Estados Unidos en Irak, hace cinco regresó a Trípoli, su ciudad natal, donde ahora trabaja en uno de los escasos servicios públicos que conectan el centro de la ciudad con el campo de refugiados palestinos de Badawi. En medio del denso y caótico tráfico tripolitano, el antiguo preso cuenta su espeluznante historia mientras muestra las marcas en sus muñecas, “un pequeño reflejo de una mínima parte de la torturas, calvario, humillación y vejaciones” que sufrió durante su cautiverio.
Publicidad
Nasser, sobre su detención: “Nos rodearon y nos bombardearon incluso desde un helicóptero Apache”
Veterano de la Guerra del Golfo, Nasser participaba activamente junto a las milicias palestinas en la insurrección contra la intervención de Estados Unidos en Irak hasta su detención en agosto de 2004. Fue entonces cuando un comando militar estadounidense le detuvo mientras dormía en casa, junto a su esposa y su hijo. Nasser Hassan recuerda cómo fue aquella noche. “Nos rodearon y nos bombardearon incluso desde un helicóptero Apache”, dice. Su reacción fue abrir fuego en respuesta por el asalto, pero tras un intercambio de disparos, Nasser fue finalmente capturado. Su familia, por miedo a represalias “tuvo que huir a Jordania y refugiarse en casa de unos familiares”.
“Nos ataban a la cama, nos golpeaban, alteraban nuestro sueño e incluso utilizaban electrodos para torturarnos"
Publicidad
Nasser pensó entonces que a partir de aquel momento todo cambiaría, pero se equivocaba. Los estadounidenses empezaron a cambiarle de prisión con más frecuencia con el objetivo de que la Cruz Roja perdiera su rastro. De esa manera, “Estados Unidos evitaba que los organismos internacionales supieran la verdad sobre la situación de los reos y las vejaciones y el sometimiento al que estaban siendo sometidos”, explica. Torturas que “eran sistemáticas”, según Nasser, y cuyas revelaciones desataría a posteriori un escándalo mundial. “Las torturas eran tan brutales que incluso un médico estadounidense ─destinado en Irak y vinculado al Partido Demócrata─ exigió al entonces primer ministro iraquí Al Maliki el cierre de las cárceles”, narra la victima.
Al igual que Nasser, cientos de presos fueron sometidos a castigos parecidos en las cárceles secretas estadounidenses. "Su objetivo era matarnos lentamente”, afirma. Entre algunas de las medidas que imponían a los presos, los reos disponían de un pequeño carnet y eran obligados a llevar una pulsera identificativa. Nasser afirma que perdió la noción del tiempo, "la memoria y, sobre todo, la dignidad”. Así hasta su excarcelación, a finales de 2009. Fue entonces cuando tuvo acceso a un médico forense que pudo certificar las vejaciones a las que había sido sometido. “Brutales y sistemáticas torturas”, según el informe. Nasser muestra los partes médicos de la Cruz Roja junto a las fotos que le tomó el doctor tras su excarcelación. Los impactantes documentos muestran las heridas y secuelas de la detención en forma de numerosas marcas en brazos, piernas o espalda.
Publicidad
"Sigo esperando justicia"
Tras ser excarcelado, Nasser decidió rehacer su vida en Trípoli. La entrevista tiene lugar en su casa del barrio palestino de Badawi, que, junto a su taxi, forma parte de su nueva vida. Junto a él está su hijo Ahmad, un joven de 20 años que vivió de primera mano la detención de su padre y que fue victima de su propio exilio junto a su madre, hoy fallecida. Nasser narra cómo fue el reencuentro con su hijo y la “tremenda felicidad” que sintió al poder abrazarlo. El antiguo preso mantiene la mirada fija en su hijo por un instante. “Le vi un poco crecido”, dice mientras ríe.
“Es la primera vez que le veo sonreír en mucho tiempo”, cuenta el tío de Nasser. "Siempre está triste. La detención le ha dejado secuelas físicas y psicológicas irreversibles
Publicidad
A pesar de ello, no se rinde. Asegura que intenta disfrutar de su nueva vida y de su libertad. AL mismo tiempo se lamenta de tener que conducir día y noche, durante largas jornadas laborales, para poder mantener a su hijo Ahmed y a sus tres hijas fruto de otro matrimonio. “Quiero que tengan la mejor vida posible y si tengo que trabajar duro lo haré”, dice convencido. “No necesito ni quiero la caridad de nadie”, apostilla.