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España araña su 'excepcionalidad ibérica' en la UE para rebajar la factura de la luz

Sánchez derriba "los molinos de viento" holandeses y alemanes y sale de la cumbre europea con una victoria que por momentos parecía impensable.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez (d) y el Primer ministro de Portugal, Antonio Costa, durante la rueda de prensa que han ofrecido este viernes 24 de marzo de 2022 tras la reunión del Consejo Europeo en Bruselas.
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez (d) y el Primer ministro de Portugal, Antonio Costa, durante la rueda de prensa que han ofrecido este viernes 24 de marzo de 2022 tras la reunión del Consejo Europeo en Bruselas. Horst Wagner / EFE

"Satisfechos, pero no extraordinariamente satisfechos". Así sale España de unos de sus Consejos Europeos recientes más importantes. El país lleva mucho tiempo plantando la batalla energética en Bruselas. Desde el verano, la obsesión del Ejecutivo de Pedro Sánchez en la capital comunitaria ha sido rubricar medidas a nivel europeo que permitan reducir los precios de una electricidad disparada fruto de las tensiones geopolíticas, la volatilidad de los mercados y la guerra en Ucrania.

Con la cumbre europea de marzo aproximándose, La Moncloa asumió que sería misión imposible arrastrar a los más reacios, Alemania y Países Bajos, en sus planes para topar los precios de la electricidad y desacoplar el gas. "Sánchez es un Don Quijote" o un "intervencionista radical" eran los mensajes que salían de las delegaciones más reacias.

Con esta oposición tan frontal, la estrategia fue sumar apoyos factibles. Y el presidente del Gobierno emprendió un tour por Francia, Italia, Grecia, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria y Bélgica para recabar apoyos de cara a la cumbre europea. Bélgica ha sido uno de sus principales aliados. "Europa va sobre sobre principios y grandes encuentros con presidentes estadounidenses, pero también debería versar sobre reducir las facturas de los contribuyentes", señalaba a su llegada al Consejo Alexandre de Croo, primer ministro belga liberal. Pero nunca consiguió seducir al socialdemócrata alemán Olaf Scholz.

Sánchez llegó a la cita rebajando sus demandas. Ya no hablaba de solución europea, sino de medidas particulares para Madrid y Lisboa por su condición de "isla energética" con respecto al resto de la UE. Ambos países tienen menos del 3% de interconexiones con el mercado europeo, muy poco suministro de Rusia y las energías renovables suponen el 45% y el 60%, respectivamente.

Nueve horas, mucha tensión y amenazas de veto sobrevolaron una jornada de alta voltaje. A primera hora de la mañana, este resultado se preveía, cuanto menos, poco probable. La delegación neerlandesa no concebía una excepcionalidad ibérica alegando que sería injusto para los ciudadanos de otros países, que era una solución ad hoc y no europea y preocupados por quién paga esta factura. Instaban a los españoles a seguir el camino de otros Ejecutivos europeos que han anunciado medidas para reducir los impuestos o aumentar las ayudas para que los ciudadanos hagan frente a los precios elevados de los combustibles.

En rueda de prensa, Sánchez ha confirmado que en un momento salió de la habitación enfadado por filtraciones "falsas" que sostenían que estaba dispuesto a vetar las conclusiones. En las cumbres europeas, especialmente en aquellas con temas muy personales y pasionales para algunos de los líderes presentes, las filtraciones e intoxicaciones a la prensa y las amenazas de abandonar el encuentro son una táctica habitual para decantar la balanza e imponer presión. Hace dos años, en la histórica cita donde los Veintisiete debatían el Fondo Europeo de Recuperación, Next Generation EU, el propio Emmanuel Macron amagó con subirse a su avión en un momento de encallamiento. El día siguiente y tras 89 horas, llegó la fumata blanca.

¿Cómo se lee la concesión europea?

"La Península Ibérica tiene una situación especial, con un mix energético que tiene un nivel de renovables muy elevado y que cuenta con pocas interconexiones [por ello] hemos acordado otorgarle un "trato específico", ha asegurado Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Las disputadas conclusiones son muy ambiguas. Una premisa habitual en las cumbres europeas que necesitan alcanzar un equilibrio y un acuerdo asumible por los países más enfrentados.

Los compromisos alcanzados son una patada hacia adelante que pasa la batuta a la Comisión Europea. Tan pronto como el lunes, España y Portugal esperan presentar a Bruselas su propuesta conjunta. Esperan que los de Von der Leyen autoricen su plan por procedimiento urgente y prevén que las medidas puedan tener efecto inmediato en la reducción de la factura de la luz en cuestión de semanas porque no precisa de un cambio jurídico. El texto rubricado no hace mención en ningún momento a los ibéricos y en cualquier país podría acogerse aunque sí deja constancia que para su autorización "se tendrá en cuenta el carácter temporal de las medidas, el nivel de interconectividad eléctrica y el mercado único de la electricidad".

Victorias…

España no solo consigue que el energético se haya convertido en uno de los grandes debates de los últimos tiempos en las instituciones europeas. Es cierto, que la guerra rusa en Ucrania ha disparado las dudas sobre la sostenibilidad energética de la UE. Durante los primeros compases del alza en los precios de la luz, Bruselas ha evitado dar pasos de gigante porque consideraba que sería una crisis pasajera y temporal. Ahora ya se asume, en la línea española, que es una estructural y a largo plazo. Y también consiguen los de Sánchez que de esta cita salga la referencia por escrito a una compra conjunta de gas (eso sí, voluntaria), algo bastante impensable meses atrás.

…y fracasos

Lo conseguido este viernes es un parche. Es una medida temporal y excepcional en tiempos excepcionales que todavía debe ver cómo se articula y cuál es su efecto real. Pero su gran inquietud, renovar un mercado energético con anclaje en un contexto de los "años 90", son palabras mayores. Pesos pesados como Alemania creen que el mercado energético tal y como está concebido no es el problema. Berlín apuesta por reducir las dependencias del carbón, petróleo y gas ruso de forma gradual. Y quiere hacerlo a través de impulsar la transición ecológica. Pero no quiere oír hablar de intervencionismo en los mercados. Además, Madrid sale sin acuerdo europeo en el desacoplamiento del gas.

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