El empeño de la UE en condenar a Rusia desluce su cumbre con América Latina
La doble jornada de la cumbre concluye con la firma de una declaración con la fórmula de "gran preocupación por la guerra contra Ucrania". Menos de lo que anhelaban los europeos y más de lo que estaban dispuestos a llegar los latinoamericanos.
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BRUSELAS, Actualizado:
Contra. Agresión. Ucrania. Preocupación. Son los términos que han acaparado la doble jornada de la cumbre entre la UE y América Latina y el Caribe. Ocho años después, 27 países europeos y 33 estados latinoamericanos se han sentado en la misma mesa con la ambición de establecer "un nuevo comienzo entre viejos amigos" para encauzar unas relaciones históricamente olvidadas y descuidadas por ambas partes. Pero no han sido el acuerdo de Mercosur, la crisis climática o la distribución de la riqueza las discusiones que han monopolizado la cita. Sino la guerra en Ucrania. Obsesión de los europeos; y segundo o tercer plano para sus socios del otro lado del Atlántico.
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Finalmente, tras horas de negociación ha salido una declaración conjunta, firmada por todos a excepción de la Nicaragua de Daniel Ortega, que ha estado representada por su ministro de Asuntos Exteriores. Cada palabra, coma y referencia al conflicto en Europa fue peleada con furor. Finalmente, la fórmula que ha salido es la de expresar la "gran preocupación por la guerra contra Ucrania". Menos de lo que anhelaban los europeos y más de lo que estaban dispuestos a llegar los latinoamericanos.
La contienda "continúa causando un inmenso sufrimiento humano y está poniendo contra las cuerdas la fragilidad creciente en la economía global, reduciendo el crecimiento, aumentando la inflación, disrumpiendo la cadena de suministros y encareciendo el precio de los alimentos y de la energía", reza el documento final, que apela a los esfuerzos para conseguir una paz justa y sostenible.
La antesala del encuentro ya dejaba los elementos necesarios para vaticinar el desenlace. Los europeos flirtearon con la posibilidad de invitar a la cita al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. La idea se desvaneció tras la protesta y el rechazo de varios líderes latinoamericanos, que argumentaron que era un encuentro birregional, no sobre la guerra en Ucrania.
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Desde el 24 de febrero de 2022, el apoyo a Ucrania y la condena a Rusia ha impregnado todas las esferas de la vida y la política bruselense
Desde el 24 de febrero de 2022, inicio de la invasión rusa a su vecino, el apoyo a Ucrania y la condena a Rusia ha impregnado todas las esferas de la vida y la política bruselense. La obsesión de los europeos para poner a Moscú en la picota de cualquier relación con sus socios y aliados, desde China al G7 o la ONU, ha contaminado el encuentro. Por momentos, la declaración conjunta llegó a peligrar. "A veces es mejor no tener conclusiones que contar con un lenguaje que no significa nada", aseguraba a su llegada al Consejo Leo Varadkar, primer ministro irlandés.
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"Indudablemente existe una invasión imperial o imperialista sobre Ucrania. Pero, ¿cómo se llama la que hubo en Irak, en Libia o en Siria? ¿Por qué esta tiene esta reacción y las anteriores de este siglo no? ¿No sería mejor trabajar un concepto general que impida que alguien pueda invadir otro país, sea quien sea ese nadie?", ha apuntado Gustavo Petro, presidente colombiano, en su intervención en el Pleno.
No toda la izquierda latinoamericana respalda esta línea. Más laxo y próximo a los postulados europeos se ha mostrado el presidente chileno, Gabriel Boric: "No entiendo que la declaración conjunta esté trabada hoy día porque algunos no quieren decir que es la guerra contra Ucrania. Hoy es Ucrania, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros. Lo importante es el respeto al Derecho Internacional. Y aquí se ha violado por una parte que es invasora y que es Rusia".
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Por su parte, el veto continuado de Managua podía anticiparse. En Bruselas ya reconocían que la posición de Ortega sería una de las trabas. De los 60 países conjurados en Bruselas, Nicaragua era el único que en alguna ocasión había votado en contra de resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas que condenaban a Rusia y pedían la retirada de sus tropas de territorio ucraniano. Otros como Cuba se habían limitado a la abstención.
Pero si la guerra en Ucrania era la línea roja de este lado del Atlántico, la del otro pasaba por incluir referencias a la esclavitud y al pasado colonial. Finalmente, del texto de diez páginas sale la siguiente mención: "Reconocemos y lamentamos profundamente el incalculable sufrimiento sobre millones de hombres, mujeres y niños producto del comercio de esclavos transatlántico". Así como una mención al respaldo de la Declaración de Durban de la ONU.
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El otro elefante en la habitación, el acuerdo con Mercosur, tampoco ha visto su fumata blanca. Un escenario que ya se preveía. Ambos bloques continúan divididos sobre el impacto agrícola, comercial y medioambiental del que sería uno de los tratados más ambiciosos de la historia reciente. Petro ha afeado que los europeos tienen una huella de carbón tres veces más alta que América Latina mientras exige una agrícola que no lleve detrás deforestaciones. También ha afeado que la gran apuesta de los europeos para impulsar el comercio, la bautizada Global Gateway, se produzca a costa de préstamos y créditos que solo crearán más deuda a países ya altamente endeudados por la pandemia de la covid-19.
Marcha precipitada de Sánchez
En plena recta final de la campaña electoral, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha vivido la cumbre a medio camino entre España y Bélgica. El inquilino de La Moncloa se ausentó el lunes de la cena de gala con el resto de líderes para asistir a un acto en Huesca. Esa misma noche regresó a la capital comunitaria.
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Alberto Fernández: "Estamos muy necesitados de que (Pedro Sánchez) vaya a hacer campaña para preservar los valores democráticos"
Pero su gran ausencia se ha notado en el atril vacío de la rueda de prensa final conjunta. En calidad de rostro de la Presidencia española de la UE, Sánchez estaba llamado a comparecer junto a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Charles Michel, presidente del Consejo, Alberto Fernández, presidente de Argentina, y Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas y presidente pro tempore de CELAC.
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El movimiento ha sorprendido en el edificio del Justus Lipsius. Mientras Michel ha evitado valorar la ausencia del español, el líder argentino ha echado un capote y respaldado a su "amigo Pedro". "Pedro hizo mucho por estar reunión. Estamos muy necesitados de que vaya a hacer campaña para preservar los valores democráticos, lejos de molestarnos de que no esté, estamos contentos", ha asegurado.