Desde las ocho de la mañana de este miércoles los egipcios votan al que será el primer presidente plenamente democrático de su historia. Las elecciones presidenciales suponen la apertura de una nueva etapa en la que se espera que los militares abandonen definitivamente el poder. Por primera vez se espera que los comicios —cuya primera vuelta se celebrará entre hoy y mañana— sean 'limpios y transparentes'.
El candidato que resulte elegido tendrá que lidiar con un Ejército poderoso y con una gran capacidad de influencia en la vida política egipcia, pero que parece dispuesto a dar pasos hacia la democracia. Los militares, que gobiernan el país desde la caída de Mubarak, han desplegado tropas en la calle para garantizar la seguridad de las elecciones presidenciales y ya han advertido que tomarán medidas contra aquellos que no respeten los resultados.
En una rueda de prensa en El Cairo, el general de la cúpula castrense Mohamed al Asar dijo que el Ejército está dispuesto para enfrentar 'todas las eventualidades' que puedan surgir. El responsable castrense precisó que el recuento de los votos se realizará en los mismos colegios de 'forma transparente'.
Unos 50 millones de ciudadanos tienen derecho a voto en la primera ronda de votación, que será controlada por 12.509 jueces y supervisada por 9.534 miembros de organizaciones de la sociedad civil locales y 243 de tres grupos extranjeros, incluido el Centro Carter.
El ambiente electoral se respira en las calles empapeladas de propaganda de los candidatos de El Cairo, donde las elecciones son el principal tema de conversación en los cafés, tiendas de ultramarinos, taxis, oficinas y demás lugares de las grandes ciudades. Y es que el cansancio y el hastío que se habían instalado en los últimos meses por el avance a trompicones de la transición y los disturbios recurrentes han dado paso a un clima de excitación colectiva.
La pregunta más frecuente entre los egipcios estos días es '¿y tú a quién vas a votar?'. El debate ha saltado de la calle al foro virtual de la mano de las redes sociales Facebook y Twitter, que se han convertido en cafés cibernéticos donde los ciudadanos se dan cita para intercambiar opiniones.
La competencia entre los candidatos se presenta muy reñida, sin que hasta el momento se pueda adivinar quiénes pasarán a la segunda vuelta.
Por un lado, están los aspirantes que se presentan como laicos, entre quienes están uno de los favoritos, el ex secretario general de la Liga Árabe Amro Musa; el ex primer ministro Ahmad Shafiq, opción de los nostálgicos del régimen de Hosni Mubarak, y el 'naserista' Hamdin Sabahi, preferido por los revolucionarios.
Y por otro lado, están los islamistas, entre los que se encuentran otros dos candidatos con posibilidades de alcanzar la Presidencia de este país, en una población con profundas convicciones religiosas, el moderado Abdelmoneim Abul Futuh y el aspirante de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi.
Todas las opciones están abiertas y algunos de los muchos votantes aun indecisos tomarán la decisión en el mismo colegio electoral, pero si hay algo en lo que la mayoría está de acuerdo es que la Junta Militar, que asumió el poder tras la renuncia de Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011, debe marcharse.
Durante este tiempo se han sucedido las manifestaciones los viernes en la plaza cairota de Tahrir para pedir la salida inmediata del poder del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Los militares han repetido por activa y por pasiva que se marcharían tan pronto como Egipto tuviera un presidente, pero su vinculación con el régimen de Mubarak y la represión empleada en ocasiones contra los manifestantes han sembrado la desconfianza.
Mientras, en uno de esos episodios rocambolescos a los que la escena política tiene acostumbrados a los egipcios, los partidos siguen sin ponerse de acuerdo sobre las prerrogativas del futuro presidente y la Junta Militar ha amenazado con marcarlas ella misma.
En principio, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas había dado de plazo hasta el domingo a los partidos para que consensuaran los poderes del jefe de Estado, o de lo contrario, anunciarían la promulgación de una declaración constitucional unilateralmente.
El plazo ha pasado y nadie se ha pronunciado hasta el momento, aunque, como es probable es que ningún candidato se alce con la mayoría absoluta en la primera vuelta, los partidos y la Junta Militar dispondrán de más tiempo, hasta la segunda vuelta los próximos 16 y 17 de junio, para fijar las prerrogativas.
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