Segovia
Respondiendo a preguntas concretas, el portavoz del departamento de Estado Ned Price se fue por las ramas cuando le interrogaron el 16 de agosto sobre la posibilidad de que los talibanes en el futuro den cobijo a organizaciones terroristas como Al Qaeda o el Estado Islámico. Escurriendo el bulto, Price vino a decir que ve imposibles atentados como los del 11 de septiembre de 2001, que provocaron la intervención militar americana en Afganistán.
Las relaciones entre los talibanes y Al Qaeda no siempre han sido fluidas. De hecho, ni siquiera lo fueron en 2001, cuando la organización de Osama bin Laden cometió los atentados. Al Qaeda era entonces un pequeño grupo árabe al estilo del ejército de Pancho Villa que buscó cobijo en un caótico Afganistán, pero que solo participó de una manera muy puntual y esporádica en la rebelión talibán, como se desprende del pormenorizado estudio de Thomas Hegghammer, The Caravan. Abdallah Azzam and the Rise of Global Jihad.
En los últimos días los talibanes han manifestado que no apadrinarán el terrorismo internacional, una cuestión que preocupa en todo Occidente. Los talibanes de hoy no se comportan de manera similar a los del periodo 1996-2201, y es probable que eviten cualquier tipo de relación íntima con grupos de esa naturaleza, entre otras cosas porque les crearía grandes problemas y la amenaza del aislamiento, sanciones y posibles ataques de EEUU.
El 47 por ciento de los 38 millones de afganos viven por debajo de la línea de la pobreza y la mayor parte de la población es tan joven que no recuerda la primera era talibán. La sociedad urbana ha cambiado tanto que los talibanes se verán presionados para no repetir la experiencia de hace dos décadas, y necesitarán desde el primer momento ayuda exterior para intentar apuntalar mínimamente su precaria economía.
La realidad es que la lista de grupos terroristas que el departamento de Estado actualiza periódicamente incluye a más de 60 organizaciones de distintos continentes, pero no a los talibanes afganos. Incluye, sí, al movimiento talibán de Paquistán, pero no a los afganos, y para ser exactos los afganos no han figurado en esa lista en ningún momento desde su fundación en 1994.
En sus declaraciones más recientes el presidente Joe Biden ha evitado calificar negativamente a los talibanes afganos, una circunstancia que ha llamado la atención de una parte de los medios americanos, lo que hay que interpretar como otra indicación de que Washington no se dispone a meterlos en la lista oficial del departamento de Estado. Algunos medios se han sorprendido de que ni siquiera después del 11-S de 2001 el presidente George Bush los incluyera, a pesar de que aquellos atentados se gestaron en suelo afgano.
Y no es porque en Oriente Próximo escaseen grupos “terroristas”. En la lista del departamento de Estado encontramos a numerosas facciones palestinas, el libanés Hizbolá, Al Qaeda o el Estado Islámico. El hecho de que los talibanes afganos no figuren obedece a motivos claramente políticos y todo indica que el departamento de Estado no va a cambiar de opinión en el futuro a menos que los talibanes se impliquen directamente en el terrorismo. No es extraño que el portavoz Ned Price orillara está cuestión la semana pasada.
En 2001 los talibanes se negaron a entregar a los líderes de Al Qaeda que vivían en su territorio. En la guerra que se inició entonces murieron más de 6.000 estadounidenses, pero las sucesivas administraciones de Bush, Barack Obama, Donald Trump y Biden siguieron sin meter a los talibanes en la lista.
En 2020 el presidente Trump envió una delegación a negociar directamente con los talibanes y de ahí salió el acuerdo que ha llevado a la retirada estadounidense que ahora se está completando. No solo eso, sino que Trump ordenó la liberación de un número de talibanes entre los que estaban algunos de sus máximos líderes actuales. Si los talibanes hubieran figurado en la lista negra, esas negociaciones no habrían podido celebrarse.
La inclusión en la lista tiene connotaciones políticas y legales, y abre la puerta a sanciones económicas, restricciones de visado y la imputación penal a todos aquellos que apoyen a los grupos terroristas. Aunque los talibanes no figuran en la lista del departamento de Estado, sí que figuran en la del departamento del Tesoro desde 2002, lo que permite la imposición de limitadas sanciones económicas y de visado sobre sus miembros.
Dentro del departamento de Estado ha habido sus más y sus menos con esta cuestión, puesto que algunos funcionarios creen que si se hubiera incluido a los talibanes en la lista de grupos terroristas los negociadores americanos habrían tenido un mayor margen para presionar a los talibanes. Pero ahora es demasiado tarde para reconsiderar esa cuestión.
En las circunstancias actuales parece difícil que Biden vaya a cambiar el paso después de que cuatro presidentes no lo hayan hecho antes, por lo tanto los talibanes continuarán fuera de la lista. Solamente si cometen errores o torpezas de gran calibre, la Casa Blanca reconsiderará la cuestión, y esto es algo que no parece que vaya a ocurrir por el momento.
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