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NUEVA YORK. -Estados Unidos pone punto y final a una campaña histórica, no por el fondo del debate político, que no ha existido, sino porque estos últimos meses han servido para mostrar al mundo el estado real de una sociedad dividida y pobre en valores que hasta ahora parecía de un tamaño menor. Los estadounidenses elegirán en cualquier caso a un líder impopular que tendrá que aprender a gestionar esa nueva realidad y cuya primera tarea será unir en torno a su figura a todos esos ciudadanos que ahora se enfrentan escudados en un eslogan electoral.
Según una encuesta publicada por el New York Times, la mayoría de los consultados cree que ninguno de los dos aspirantes será capaz de cohesionar al país. En unas horas el mundo sabrá qué camino eligen los 227 millones de ciudadanos que están llamados a votar.
De Clinton, dicen sus seguidores estos días, que es la candidata más preparada de la historia. Lo ha sido todo; primera dama, secretaria de Estado, senadora y primera candidata a la Casa Blanca. Precisamente sobre su experiencia construyen sus detractores una montaña de críticas. Aseguran que es corrupta, fría y que responde a los intereses del establishment. Frente a ella, Donald Trump, un personaje excéntrico, machista, que se hizo grande en los platós de televisión. Sin un rumbo claro para el país, ya que del programa del magnate se conoce poco más que su intención de construir un muro en la frontera sur con México.
La foto-finish de la carrera hasta el despacho oval revela que el resultado a nivel nacional sigue estando ajustado. La diferencia entre ambos líderes es de entre 3 y 4 puntos pero el detalle estado por estado revela que esa brecha es mayor. Según el portal de internet realclearpolitics.com, que hace una media de todos los sondeos publicados, la papeleta de Hillary Clinton y Tim Kaine conseguiría 203 de los 270 votos electorales que son necesarios para ganar. Sus rivales sin embargo obtendrían en torno a 164. En Estados Unidos los votantes no eligen directamente a su presidente, sino que nombran a 538 compromisarios que lo hacen en su nombre. Hay unos 170 que las encuestas no son capaces de repartir y que serán decisivos en la noche de la elección del nuevo inquilino de la Casa Banca.
En el hecho de que Hillary Clinton llegue con más aire a este final de infarto influye la decisión del FBI, que unas horas antes de las elecciones decidió anunciar que no había indicios de delito por el envío de correos electrónicos desde un servidor privado cuando era Secretaria de Estado de la administración Obama. Esto sin embargo ha sido ignorado por Trump que sigue prometiendo que meterá a su rival en prisión si llega a convertirse en presidente. Ahora que las encuestas dibujan una tendencia a la baja, el aspirante republicano busca mantener la intriga advirtiendo de que en Estados Unidos podría ocurrir lo mismo que en Reino Unido, donde nadie fue capaz de predecir la victoria del Brexit.
Las últimas horas de ambos candidatos han sido una auténtica gira por los estados oscilantes. Trump visitaba este lunes siete de ellos mientras que Hillary pisaba tres. La candidata demócrata tiraba de estrellas de la música como Bon Jovi o Lady Gaga o de ex-presidentes como Barack Obama o su propio marido, Bill Clinton para generar mayor expectación. Los dos aspirantes han coincidido en la intención de sus mensajes, llamar a la participación, aunque con motivaciones distintas. En un tono optimista, Clinton aseguraba que hoy se puede votar por una “América de la esperanza, inclusiva y con un gran corazón”, Trump por su parte insistía en que el sistema está amañado y que ahora es el momento de que la gente reparta la justicia que se merecen en las urnas”.
Nueva York, más que nunca la capital del mundo
Faltan solo unas horas para que los estadounidenses que no lo hayan hecho ya por adelantado acudan a votar. Mientras los candidatos pronuncian sus últimos discursos en Carolina del Norte Clinton y en Michigan Trump, Nueva York, que acogerá las sedes de ambos partidos en la noche de la elección, se prepara para una jornada apoteósica. La isla de Manhattan, escenario del show, empieza a ser tomada por la policía en un despliegue por el que algunos comerciantes y trabajadores de la zona ya se empiezan a preocupar. Será imposible circular por la mayor parte de las avenidas. Los camiones de los grandes canales de televisión ocupan la mitad de las avenidas. Los sin techo que en los días previos aprovechaban cualquier recoveco para descansar buscan esta noche un sitio más tranquilo. Los hay quienes desafían a la autoridad y retiran las vayas protectoras para poder dormir. Esta es una ciudad llena de contrastes.
Visitando los cuarteles generales que demócratas y republicanos han elegido para pasar la noche electoral da la sensación de que Trump vaticina que tendrá poco que celebrar. El candidato republicano seguirá el escrutinio desde una habitación del Hotel Hilton de Manhattan en el que también reunirá a amigos y seguidores. En la sala reservada no caben más de 2.000 personas. Dicen que el magnate es una persona supersticiosa y no quiere gafar la noche planeando una gran celebración. El lugar tampoco es el más idóneo para que los medios puedan trabajar. Trump manifiesta en cada mitin su poco respeto por la prensa señalándoles como parte del sistema corrupto que denuncia. Fiel a sus costumbres, su equipo no ha autorizado la acreditación de la mayoría de los periodistas extranjeros.
A pocos kilómetros, en un palacio de congresos acristalado, el Javits Center, con capacidad para 80.000 personas, tendrá lugar la fiesta de los demócratas, que esperan incluso poder lanzar varios cañones de fuegos artificiales desde el río Hudson. Algo excepcional en una ciudad, que según explican en el museo memorial del 11-S a los turistas, no reacciona bien a los estruendos desde el día de los atentados. La campaña de Clinton ha tenido que pedir permiso para hacerlo y en los luminosos de Times Square y Manhattan se informa a los vecinos de los detalles del acontecimientos.
Ocurra lo que ocurra Estados Unidos marcará hoy de nuevo el ritmo y la forma en la que seguirá funcionando el resto del mundo. La elección para muchas de las personas que acuden a votar hoy no es fácil pero en el fondo la América que hace ocho años dio una lección al mundo al elegir al primer presidente negro de su historia se enfrenta hoy a la posibilidad de dar varios pasos atrás colocando en el poder a una persona que se sonríe complaciente al recordar la segregación racial que se vivió en su país.
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