Dilma promete a los brasileños que consolidará la obra de Lula
La primera presidenta de Brasil afirma que los ejes de su mandato serán la economía responsable y la erradicación de la pobreza
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Sólo al final de su discurso se le quebró la voz. Durante la mayor parte de los 25 minutos que duró la alocución que pronunció poco después de ser declarada presidenta electa de Brasil, con el respaldo del 56% del electorado, Dilma Rousseff mantuvo un tono de firmeza, convicción y alegría.
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Reafirmó su compromiso con la estabilidad macroeconómica y con la erradicación de la pobreza. "El pueblo brasileño no acepta más la inflación, ni que los gobiernos gasten más de lo que es sostenible", afirmó. Habrá esfuerzos para racionalizar el gasto público y simplificar y aminorar la carga de impuestos, pero rechazó "las visiones de ajuste que recaen sobre programas sociales o sobre servicios esenciales para la población".
"No podemos descansar mientras haya brasileños con hambre"
"No podemos descansar mientras haya brasileños con hambre, familias viviendo en la calle o niños pobres abandonados a su suerte", proclamó Dilma, que prometió velar por la libertad de prensa y de culto, la salud, la educación y la vivienda digna. Fue clara respecto a la corrupción, que tantos votos le costó en la primera vuelta electoral, cuando una colaboradora tuvo que dimitir por un escándalo: "No habrá compromiso con errores o desvíos", resaltó.
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Fue al final cuando se le entrecortó la voz y tomó varias pausas para beber agua entre frase y frase, para dar tiempo a que el nudo en la garganta y las lágrimas que ya asomaban a sus ojos desaparecieran. Dilma tomó aire para dar las gracias al hombre que creyó en ella, convenció al partido de lo idóneo de su candidatura y la acompañó en cientos de actos de campaña, promocionándola como la persona que daría continuidad a su legado: Luiz Inácio Lula da Silva.
"Los años pasados con él me dieron la dimensión exacta del gobernante justo, del líder apasionado por su país", dijo. "Llamaré mucho a su puerta y estoy segura de que siempre la encontraré abierta".
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"No alienaremos nuestras riquezas para dejar sólo las migajas al pueblo"
Lula, subrayó Dilma, es un hombre de "inmensa sabiduría, grandeza y generosidad y que nunca estará lejos del pueblo. La alegría de mi victoria se mezcla con la emoción de su despedida. Sabré consolidar y avanzar su obra", concluyó la primera mujer elegida presidenta de Brasil.
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La "obra" de Lula da Silva ha llevado al país a crecer y a la vez sacar a más de 20 millones de personas de la pobreza, pero los desafíos que tiene enfrente son enormes. Las carencias en las infraestructuras y una apabullante burocracia son algunos de los cuellos de botella que impiden más crecimiento.
Además, como consecuencia del éxito del modelo brasileño, el capital está llegando de forma masiva, atraído por el alto rendimiento que ofrece la tasa de interés en Brasil (el 10,75%), una de las más altas del mundo. Eso está causando la apreciación del real (ya en su máximo nivel en dos años) y dañando a los exportadores locales. El Gobierno ha introducido este mes una serie de impuestos a la inversión en bonos locales para frenar la apreciación de la moneda.
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El Brasil cuyas riendas tomará Dilma Rousseff cuando asuma el cargo el 1 de enero de 2011 ha descubierto recientemente ingentes reservas de hidrocarburos en su costa y está en pleno debate sobre cómo gestionar esa riqueza y si habrá más participación de empresas públicas o de compañías privadas. Dilma reiteró que va a trabajar para que el Congreso apruebe un Fondo Social constituido con los beneficios del petróleo. "No alienaremos nuestras riquezas para dejar al pueblo nada más que las migajas", resaltó.
Para el analista Riordan Roett, es necesario emprender, entre otras, la reforma fiscal y del mercado de trabajo. "Son los elementos básicos que permitirán mejorar la productividad y la competitividad".
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Sin embargo, estas reformas fueron talones de Aquiles que ni Lula ni su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, lograron acometer por las presiones de los sindicatos y la falta de voluntad del Congreso. Está por ver hasta dónde puede consensuar Dilma esas reformas con su coalición de diez partidos.
Ahí es donde muchos ven que residirá su primer gran desafío: dejar de ser la gerente dura que coordina a todos los ministerios su tarea antes de ser candidata y asumir un papel más político, de negociación y creación de alianzas. Ella tiene un mantra, y en su discurso de la victoria volvió a repetirlo: "Sí, una mujer puede".
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El Partido de los Trabajadores (PT) de la presidenta electa Dilma Rousseff se prepara para tejer las alianzas que sustentarán a su Gobierno a partir de enero. Dilma contará con la ayuda de Lula para sostener una coalición que abarca nueve siglas y mantener bajo control las tendencias más a la izquierda y a la derecha de su proyecto.
Otra pieza fundamental será el vicepresidente electo, Michel Temer, actual presidente del Congreso y líder del centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), principal aliado de los gobiernos de Lula. Los aliados preferenciales del PT son los pequeños partidos de izquierda, como el Partido Socialista Brasileño y el Partido Comunista de Brasil, pero, aun así, Dilma necesitará el apoyo del PMDB. En el fragmentado Congreso brasileño (20 partidos están representados en él) el PT contará apenas con 88 escaños de un total de 513, mientras que el PMDB tendrá 79. La oposición, aunque más debilitada, sigue fuerte: el conservador Partido de la Social Democracia Brasileña y su mayor aliado suman 97 asientos en el Congreso. Nazaret Castro.