BRUSELAS
Actualizado:"El objetivo es establecer una batería de medidas que ayuden a prevenir una repetición del escenario de 2015, cuando los Estados miembros hicieron frente a una enorme presión migratoria", señala la Presidencia eslovena, que cuenta con el timón de la UE hasta finales de este año, sobre la reunión extraordinaria que van a mantener los ministros de Interior de la UE este martes para analizar la situación de Afganistán y la previsible oleada de refugiados de aquel país.
La prioridad es incrementar las ayudas a los países de la región, especialmente a Irán y Pakistán
Si bien los ministros europeos han pasado durante las dos últimas semanas de puntillas por la dimensión migratoria de la crisis en Afganistán, el del martes será el primer encuentro en el que la UE lo aborde de forma íntegra. La prioridad es incrementar las ayudas a los países de la región, especialmente a Irán y Pakistán, para que los solicitantes de asilo permanezcan allí y no crucen a las fronteras europeas. Desde Austria hasta Berlín este es el mensaje que impera en las capitales. Y cuenta con un inusual consenso.
En 2016, Turquía abrió el camino para la externalización migratoria de Europa. El acuerdo con Ankara sentó las bases para la que ha sido la política de refugiados del bloque comunitario durante este último lustro: pagar a otros países para que las personas que buscan ayuda internacional permanezcan allí. Al pacto con Erdogan le siguió el acuerdo con los guardacostas libios para interceptar y retornar a los migrantes que abandonaban ese Estado fallido con el objetivo de alcanzar Italia. La línea maestra con Afganistán pasará ahora principalmente por aumentar las dotaciones a agencias como Acnur y a los países vecinos para que los refugiados afganos no crucen a Turquía y de ahí a Europa.
"Turquía no tiene ninguna responsabilidad ni obligación para convertirse en el patio trasero de los refugiados de Europa"
La UE ya ha tanteado a Ankara como posible hub de refugiados afganos, pero el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha dejado claro a los europeos que su país no puede aguantar más carga migratoria. "Turquía no tiene ninguna responsabilidad ni obligación para convertirse en el patio trasero de los refugiados de Europa", señaló recientemente en un discurso televisivo. El país del Bósforo da cobijo a casi cuatro millones de sirios y ya comienza a notar el goteo de refugiados procedentes de Afganistán. Pakistán e Irán acogen a más de dos millones de afganos. Y también están cerrando sus fronteras ante el éxodo que se avecina. La ONU espera que al menos medio millón de refugiados afganos abandonen el país como respuesta a la ofensiva talibán.
Y en esta coyuntura surge un doble problema para Europa. Primero, debe convencer a estos países a que hagan un esfuerzo añadido. Algo que podría conseguir a golpe de talonario. Para Turquía, la contrapartida para abrir su puerta a los sirios fue recibir 6.000 millones de euros. Segundo, desde el punto de vista moral. Las mujeres, por ejemplo, que huyen de la idea radical de la sharia que imponen los talibanes tampoco tendrían una vida fácil bajo el fundamentalismo de los ayatolás en Irán.
El segundo plato en el menú de los ministros será el reparto de colaboradores que han trabajado en las misiones de la UE durante estos 20 años y que aterrizaron en la base de Torrejón. De estas 400 personas rescatadas por el Servicio Europeo de Acción Exterior que dirige Josep Borrell, España acogería a unas 50, pero el resto deben ser trasladadas a los Estados miembros que se ofrezcan.
Divisiones insalvables para una política de asilo sostenible
"Queremos coordinar la posición de la UE sobre cómo responder al potencial impacto migratorio y de seguridad", continúa Liubliana. Durante los últimos años la UE ha incrementado el vínculo entre la dimensión migratoria y la seguridad. Las fuerzas ultraderechistas acostumbran a incendiar el debate comparando a los refugiados con potenciales terroristas. El arco de centro-derecha lo orienta más como una amenaza a los valores y costumbres occidentales. Todo ello ha provocado un progresivo repliegue hacia dentro que se ha traducido en un mayor control de policías y cuerpos como Frontex en las fronteras externas.
Los ministros también pondrán un termómetro al apetito para acordar cuotas de acogida dentro de la UE. Pero no se esperan grandes sorpresas. Si bien Canadá o el Reino Unido han anunciado que abrirán sus puertas a unos 50.000 ciudadanos afganos, la UE se resiste. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha urgido a las capitales a dar refugio a las personas cuya vida corre peligro en el nuevo Estado Islámico de Afganistán. Pero no se cocinará un plan de reparto obligatorio como ocurrió en 2015. Este esquema, el más ambicioso de Bruselas en términos migratorios, concluyó siendo un fracaso. Los países solo reubicaron a unas 30.000 personas de las 160.000 que se habían comprometido después de que casi un millón de sirios llegase a Grecia a Italia. Políticamente, sus secuelas también continúan latentes a día de hoy. Países como Hungría o Polonia, que no acogieron ni a una persona, siguen utilizando esta cruzada anti-inmigración para ganar votos en casa.
En la pasada legislatura, las cuotas obligatorias enfrentaron en no pocas ocasiones a la Comisión Europea y al Consejo Europeo
Pero las divisiones no se limitan a las capitales. Se extienden hasta las instituciones. En la pasada legislatura, las cuotas obligatorias enfrentaron en no pocas ocasiones a la Comisión Europea liderada por Jean-Claude Juncker y al Consejo Europeo bajo la batuta de Donald Tusk. En esta ocasión ha sido David Sassoli, presidente del Parlamento Europeo, y Janez Jansa, a cargo de la Presidencia rotatoria, los que han hecho públicas sus diferencias sobre la respuesta europea al drama afgano. "No es responsabilidad de la UE o de Eslovenia ayudar o pagar a todas las personas del mundo que huyan en lugar de luchar por su patria", señaló el populista esloveno a través de Twitter. "No le corresponde a la Presidencia eslovena decir cuál es la posición de la UE en esta crisis humanitaria en Afganistán", le respondió el italiano.
La postura europea es, de momento, acoger a los ciudadanos afganos que han colaborado con la misión de la OTAN durante estos 20 años. Desde Hungría a Polonia, ningún país se niega a dar la oportunidad de una nueva vida a sus "afganos de confianza". Pero la receta no se aplica a los cientos de miles que permanecerán atrapados bajo el yugo talibán con la marcha de las tropas internacionales y también del foco mediático.
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