La corrupción y la burocracia minan la gallina de los huevos de oro de Bangladesh
Difícil adaptación
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DACCA.- Cuando Miguel, cuyo nombre es un pseudónimo, llegó a Bangladesh para dirigir la oficina de compras de una empresa textil mediana española, su predecesor llevaba ya casi medio año intentando abrir una cuenta bancaria con la que hacer pagos a trabajadores locales. No se imaginaba que necesitaría otros siete meses más para completar el proceso. "Fue muy doloroso: un año de emails en el que nos estuvieron pidiendo papeles y documentos constantemente", resume. Un patrón conocido suyo también se las vio y deseó para conseguir que la Administración alejara apenas medio metro un poste de electricidad situado junto a una fábrica para poder construir una escalera de emergencia. "Quiso hacerlo por la vía legal y tardó cinco meses".
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Difícil adaptación
"Quema mucha energía", admite Miguel, que coincide con la radiografía del estudio.
El informe evalúa aspectos que van desde conseguir permisos de construcción a registrar propiedades, pasando por acceder a créditos, hacer cumplir contratos o comerciar entre fronteras, en los que el país surcado por el Delta del Ganges está situado en todos los casos en los tres últimos puestos a escala regional. El único medidor en el que está bien posicionado es en el relativo al pago de impuestos.
"Te pueden poner demandas sin que haya base alguna y llegar a parar una obra", describe Nuria López, una empresaria española
En opinión de Nuria López, una empresaria española que lleva 23 años trabajando el sector de la confección en Bangladesh, hay tres tipos de problemas: los estructurales, como que no haya suficiente electricidad en un país con déficit energético; los burocráticos, que "son más solucionables", y los legales, que pueden suponer verdaderos incordios. "Te pueden poner demandas sin que haya base alguna y llegar a parar una obra", describe.
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Iniciativas recientes
En 2015, la Unión Europea creó en Bangladesh el Consejo de Negocios, un ente con el objetivo de "identificar obstáculos para el comercio y la inversión" en el país. En él está integrada la Cámara de Comercio e Industrias España-Bangladesh, que las firmas españolas o relacionadas con España presentes en tierras bangladesíes también lanzaron recientemente para ejercer de lobby.
La industria ha doblado el número de trabajadores (más de 4 millones actualmente) y triplicado sus ventas al exterior
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"Uno de los asuntos que están sobre la mesa es la 'One Step Solution' (Solución del Único Paso): poder resolverlo todo a través de una sola oficina", expone la empresaria López, su presidenta, que agrega que otro objetivo es que haya un "departamento especializado" en la Policía para lidiar con asuntos que conciernen a ciudadanos extranjeros.
Pasto de corrupción
"El textil es la gallina de los huevos de oro", afirma el empresario Miguel al reflexionar sobre las ventajas y el proteccionismo que se aplican al sector, que sin embargo no son recíprocas pues los productos que se importan de fuera están sometidos a elevadas cargas impositivas. Y donde hay huevos de oro, aparecen manos para recogerlos. El Foro Económico Mundial (WEF) situó a Bangladesh en su último Índice de Competitividad (2015-16) en el puesto 134 de 140 en cuanto a ética y corrupción, con una magra puntuación de 2,2 sobre 7. En otro estudio publicado en enero, Transparencia Internacional Bangladesh (TIB) concluyó que el proceso de producción de la industria de la confección en Bangladesh es vulnerable a prácticas corruptas como sobornos hasta en 16 puntos distintos: desde la firma del contrato entre comprador y fábrica a la entrega del pedido, pasando por la inspección del material, la importación de bienes o la producción.
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"Se hace la vista gorda ante violaciones de las leyes laboral y de seguridad mediante sobornos o extorsiones"
Buena parte de estas prácticas corruptas beben de la necesidad de sortear trabas burocráticas, aunque otras tienen su raíz en la negociación de precios, que según expertos sigue siendo el factor diferencial, más allá de las infraestructuras o experiencia, para que las firmas extranjeras sigan fijándose en un país que, pese a las reformas y aumentos salariales motivados por los siniestros textiles de los últimos años, sigue teniendo la mano de obra más barata del planeta (unos 70 dólares mensuales de sueldo mínimo básico).