coronavirus Grecia falla en su intento por ser el "destino seguro" del Mediterráneo
El gobierno heleno pelea desde junio por ofrecer una imagen de control de la pandemia, pero las cifras de contagio doblan a las de marzo y el turismo baja casi un 90%.
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atenas,
A finales de julio Grecia reabría sus seis puertos a los cruceros y anunciaba que la temporada turística aún era "salvable" en las islas. El ministro de Turismo, Thanasis Theocharopoulos, anunciaba nuevas medidas de control para la covid-19 en puertos y aeropuertos, con refuerzo por parte del Ejército, y pruebas PCR a todos los viajeros que entrasen al país por tierra. Menos de un mes después, el 19 de agosto, países como Noruega o Finlandia imponían cuarentenas a los viajeros procedentes de Grecia. Ese mismo día el Gobierno admitía una dolorosa realidad: los contagios en agosto, 3.271, ya eran más que los que se registraron sumando marzo (1.307) y abril (1.277) durante el primer brote de coronavirus en el país.
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Desde el uno de julio que la UE reabrió fronteras entre sí y con algunos países del Espacio Schengen como Noruega el gobierno griego impuso el test PCR a cualquier viajero que entrase por tierra al país y aleatorio a los que llegasen en avión, con aislamiento obligatorio hasta conocer los resultados. Costas, taxista en Atenas que hace guardia en el aeropuerto a la caza de escasos clientes, nos comenta que "no creo que se lo hagan a casi nadie. Yo aún no he subido ningún turista al que le hayan hecho prueba. Pero claro, llevo aquí desde las 17.00 y hasta las 23.00 no he recogido a nadie". Si se le pregunta cómo le va el verano no duda: "muy mal. No sé cómo voy a pagar las facturas".
Esta misma semana se publicaban los datos del paro en julio en el país heleno: 125.000 nuevos desempleados a pesar de la reapertura del turismo, superando la cifra de los 1,09 millones de parados en un país de 10,4 millones de habitantes. Entre otros datos, destacaba que actualmente un 15,8% de las personas que reciben ayudas del estado por desempleo son trabajadoras estacionales del turismo.
El 21 de agosto el Banco de Grecia lo complementaba con un dato devastador: el número de viajeros cayó un 93,8 por ciento en junio respecto al mismo mes del año, apenas un total de 256.000 turistas, con los ingresos cayendo en picado en un 97,5 por ciento a 64 millones de euros.
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Maryam nos pide que le cambiemos el nombre. Trabaja en un museo del centro de Atenas y es funcionaria, así que no teme al paro. "Sé que las cifras serán diferentes, pero yo calculo que hay un tercio de la gente que viene normalmente en esta época del año. Estamos respetando la distancia de seguridad y el aforo reducido, nadie entra sin mascarilla, hemos adaptado la consigna, cada turista y todos nosotros nos lavamos las manos varias veces a lo largo de la visita… pero qué más da si han venido todos juntos en un vuelo con 200 personas". Es pesimista: "aunque aislemos a los turistas, los griegos nos seguiremos contagiando porque tenemos que venir a trabajar".
Los datos que el pasado miércoles 19 aportó el gobierno reconocen 269 nuevos positivos en todo el país, casi la mitad de ellos en el Ática, la región de Atenas. Desde que comenzó la pandemia hasta el cierre de esta información, Grecia, de apenas 10 millones de habitantes de los cuáles casi cuatro viven en la zona del Ática, ha registrado un total de 7934 casos confirmados de coronavirus y 235 fallecidos. El portavoz del Gobierno, Stelios Petsas, defendió que son "buenas cifras" ya que Grecia contabiliza 693 casos por millón de habitantes.
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Por otro lado, dio la razón a la percepción de Maryam: solo un 17% de los nuevos casos griegos son importados. Según los datos de la Secretaría General de Protección Civil en el período del uno de julio al 16 de agosto, 364 personas en los aeropuertos del país dieron positivo por covid-19, 17 en los puertos y 234 en las fronteras terrestres. Poco menos de un 10% de los casos nuevos registrados en el país en el mismo periodo.
Francisco y Araceli son una pareja riojana que visita con sus hijas Atenas y alrededores alquilando un coche. Han ido a conocer los restos del templo de Apolo en Delfos y se lavan las manos con gel hidroalcohólico mientras las niñas se hacen coronas de (falso) laurel ramitas. Han volado desde Madrid y nos indican que no perciben más cuidado aquí que en España. "Creo que les preocupa más la crisis económica que el turismo, pero es normal, en casa estamos igual", comenta ella. "Prueba no nos han hecho ninguna, pero entiendo que es el azar", añade él. "Supongo que se la harían a alguien del avión, pero nosotros no lo vimos".
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El 15 de agosto Grecia impuso la obligación de llevar un certificado de PCR negativa de un máximo de 72 horas a países como España, Bélgica o Rumanía (el encuentro con la familia riojana es anterior) independientemente de la vía de entrada al país, cuando antes solo existía por la frontera terrestre. Irónicamente, aunque el país heleno mantiene mejores cifras que algunos de sus socios de la UE, la imposición de restricciones por los nórdicos le ha supuesto el mismo estigma que inevitablemente contribuyó a crear para otros como España.
Al mismo tiempo las autoridades griegas han comenzado a decretar mayores restricciones en algunas zonas del país. Mientras Atenas permanece en "nueva normalidad", en el norte, en la región de Tesalónica y la de Macedonia, las ciudades de Karditsa, Pella y Pieria retroceden a algo similar a la Fase 2: cierres de locales, reducción de aforos y medidas de precaución hasta, mínimo, el uno de septiembre.
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En Atenas Costas se quita la mascarilla al subir al taxi mientras abarca con un gesto la Avenida 28 de octubre –conmemora el 'Día del No', cuando en 1940 el gobierno griego rechazó el ultimátum de Mussolini para que permitiese el paso de fuerzas del Eje a las zonas estratégicas del país–. "Ni una mascarilla en la calle", se justifica, aunque un simple vistazo permite comprobar que no tiene razón y la mayoría de viandantes la lleva. "No creo que nadie pueda llevarla tanto tiempo, y menos los turistas".