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Condenada por matar con heroína a su hijo paralítico

Le inyectó una dosis letal para acabar con su sufrimiento, en Reino Unido

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La familia de Frances Inglis está con ella, pero la Justicia británica no ha tenido piedad. Inglis ha sido condenada a cadena perpetua con una pena mínima de nueve años de prisión por haber matado a su hijo Thomas, de 23 años, con una inyección letal de heroína. El jurado dictaminó por diez votos a dos que se había cometido un asesinato.

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La mujer afirmó en su defensa que se trataba de un acto de amor con el que librar a su hijo del "infierno en vida" que padecía en la cama de un hospital. "Lo hice con amor en mi corazón, por Tom, y no lo considero un asesinato", dijo llorando al tribunal.

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El chico estaba paralizado desde 2007, tras saltar de una ambulancia

Thomas estaba paralizado desde el 7 de julio de 2007. Ese día, participó en una pelea frente a un pub y resultó herido leve. Lo iban a evacuar en una ambulancia pero se negó y acabó saltando del vehículo en marcha. Un golpe en la cabeza lo dejó paralítico. Desde entonces, sólo podía comunicarse pestañeando o apretando la mano. Lo alimentaban a través de una sonda.

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Frances Inglis, de 57 años, estaba convencida de que su hijo no hubiera aceptado una vida así. Los médicos le dijeron que habían apreciado una mejora en su estado, pero ella se negó a creerlo.

La mujer ya había intentado acabar con la vida de su hijo en una ocasión, dos meses después de la hospitalización. Fue detenida y puesta en libertad bajo fianza. Tenía prohibido volver a ver a su hijo. Pero en noviembre de 2008 cumplió su objetivo. Frecuentó los lugares donde se vende heroína y compró dos gramos, la cantidad que, según había consultado en Internet, era suficiente para causarle una muerte instantánea.

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La familia de la mujer dice que fue «un acto de amor y valentía»

"Lo cogí en brazos y le dije que lo amaba. Tomé la jeringuilla e inyecté la heroína en el brazo y la pierna. Le dije que todo iba a salir bien. Tenía mucho miedo a que pudieran reanimarlo. No podía dejarles que lo hicieran", explicó en su declaración. Los otros hijos de Inglis apoyaron en todo momento a su madre. Cuando el jurado anunció su veredicto, lanzaron gritos de protesta en la sala de vistas.

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"Quiero decir que toda la familia y la novia de Tom apoyamos al cien por cien lo que hizo mi madre", contó a la salida del tribunal Alex, el hermano mayor, de 26 años. "Todos los que amaban a Tom nunca han considerado su muerte un asesinato, sino un acto de amor y de valentía", contó.

La única posibilidad legal para Inglis de acabar con la vida de su hijo habría pasado por una solicitud previa ante un tribunal para que se le retirara el alimento, que probablemente los médicos habrían rechazado.

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"Todos comprendemos la emoción y la tristeza por la que pasaba", le dijo el juez al comunicar la sentencia. "El hecho es que usted sabía que estaba haciendo algo terrible. Sabía que estaba vulnerando las normas de la sociedad, sabía que estaba violando la ley y conocía las consecuencias", sentenció.

 

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