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Sin comida, luz ni trabajo en el Karabaj: se cumple un mes del bloqueo de Azerbaiyán

Una supuesta protesta ecologista, de la que el Gobierno azerbaiyano se desvincula, logra bloquear el flujo de gas o internet al enclave en conflicto a través del corredor de Lachin y tensa aún más la disputa con las autoridades armenias.

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Supuestos manifestantes azerbaiyanos mantienen el bloqueo del corredor de Lachin que enlaza Armenia con Nagorno Karabaj. — Farid Gajramánov / EFE

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Vadim Balayan sabe que su negocio se va a pique, pero sigue abriendo su cafetería a diario para que los vecinos tengan un lugar de encuentro cálido. "Cada día nos falta una cosa más. Primero dejamos de servir comida, luego empezó a fallar la electricidad y ahora tampoco tenemos gas. Seguimos abriendo porque mucha gente no tiene trabajo y aquí al menos nos vemos", cuenta por teléfono. Balayan se encuentra en Stepanakert, capital de facto de la República de Nagorno Karabaj, un Estado no reconocido situado dentro de las fronteras de Azerbaiyán. Desde el pasado 12 de diciembre, Stepanakert y los poblados de alrededor están aislados del mundo. Nada entra ni sale de esta región desde que un grupo de supuestos ecologistas azerbaiyanos bloquearan la única carretera que conecta Nagorno Karabaj con Armenia y el resto del mundo.

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Los presuntos ecologistas afirman que su despliegue busca frenar el trabajo en las minas de oro, cobre y molibdeno de la zona, pero su labor activista va mucho más allá: desde hace más de un mes bloquean toda actividad económica y libertad de movimiento de los 120.000 habitantes del enclave. "Tengo dos hijos que estudian en Ereván (capital de Armenia). Uno tiene 14 años y el otro 21, no los vemos desde el día 12. Hemos pasado las Navidades separados", lamenta Balayan.

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El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha calificado la acción de los supuestos ecologistas de "legítima" y de un "orgullo", aunque se ha desvinculado de su autoría. El Gobierno de Bakú prohíbe desde hace años toda protesta en el espacio público. Sin embargo, la actual misiva ecologista copa portadas de periódicos y televisiones. Además, es muy complicado que los supuestos manifestantes cortaran hasta en dos ocasiones el gasoducto que abastece la región sin la ayuda de las autoridades azerbaiyanas.

Este gas procede de Armenia, pero pasa por territorios controlados por Azerbaiyán, igual que la electricidad, que también ha sido interrumpida, e internet, que sufrió una caída de varios días. Los habitantes bajo bloqueo culpan a Bakú e interpretan la obstrucción como una agresión más del conflicto vigente en el territorio de Nagorno Karabaj. 

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La disputa se remonta a la disolución de la Unión Soviética, cuando Armenia y Azerbaiyán entraron en guerra por el control de esta región. Tras un cruento conflicto que se alargó desde 1991 a 1994, esas tierras cayeron bajo control de Armenia, que creó una República y expulsó a los habitantes de origen azerí que, junto a los armenios, habían poblado esas tierras durante décadas. El conflicto se mantuvo congelado durante años, con escaramuzas puntuales, hasta 2020.

En medio de la pandemia del coronavirus, Azerbaiyán inició una incursión militar con el apoyo logístico de Turquía y seis semanas más tarde tomó parte de la tierra que había estado bajo control armenio desde los 90, aunque el estatus del enclave sigue sin resolverse. La guerra provocó más de 6.000 muertos en apenas mes y medio. En septiembre pasado, Azerbaiyán llevó a cabo ataques transfronterizos a gran escala dentro de Armenia, que Ereván describió como una agresión no provocada. Azerbaiyán dijo que sus soldados estaban respondiendo a ataques armenios. A día de hoy, la única conexión entre Karabaj y el exterior pasó a ser el corredor de Lachin, la carretera bloqueada por supuestos ecologistas azerbaiyanos. Este camino está custodiado desde hace dos años por soldados rusos, tras un acuerdo tripartito con Armenia y Azerbaiyán para prevenir una nueva escalada. 

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Por el corredor de Lachin entraban unas 400 toneladas de mercancía a diario desde Armenia, según las autoridades de Nagorno Karabaj. "Se han terminado muchos productos frescos, medicinas, fórmula de bebé. También productos que sirven para desarrollar la actividad económica, para la agricultura... Hemos tenido que cerrar fábricas y producimos menos de lo que consumimos. Ahora racionamos la comida", explica Artak Beglaryan, asesor del ministro de Estado de la autoproclamada República de Nagorno Karabaj. Según datos de las autoridades del enclave, más de 700 empresas han tenido que echar el cierre desde el inicio del bloqueo a mediados de diciembre, dejando a unas 3.500 personas en el paro. Los cortes de gas, la falta de gasolina para el transporte y la escasez de alimentos ha forzado el cierre de escuelas, dejando a cerca de 7.000 niños sin clase. 

"La gente siente mucha incertidumbre, estrés y depresión. Tampoco pueden trabajar. Nos han tomado como rehenes a más de 120.000 personas. Aterrorizan a la población y paralelamente al bloqueo, siempre pesa la incertidumbre de si volverán a usar fuerza militar contra nosotros", describe Beglaryan. "Tenemos tres opciones: convertirnos en ciudadanos de Azerbaiyán, irnos o superar esta situación. Esta es una lucha por la vida, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance", señaló en una videoconferencia de prensa Rubén Vardanyan, Ministro de Estado de Nagorno Karabaj.

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En las últimas dos semanas, el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) ha conseguido enviar al enclave medicinas, pero las autoridades de Nagorno Karabaj reclaman la presencia de más organizaciones internacionales. Advierten de que las medicinas no son suficientes y piden ayuda humanitaria por vía aérea.

A finales de año, cientos de ciudadanos organizaron una marcha de 11 kilómetros desde Stepanakert hacia el norte, donde se estaciona uno de los contingentes de fuerzas rusas, para exigir que intervenga para frenar el desastre humanitario. Moscú ha estado intentando navegar entre dos aguas en medio de la escalada: por una parte, tiene a Armenia como aliado militar y mantiene buenas relaciones económicas con Azerbaiyán, que podría llegar a ser un importante socio del Kremlin, ante las sanciones occidentales impuestas tras la guerra en Ucrania. "Esperamos que el lado ruso haga lo posible por restaurar el corredor de Lachin acorde con los acuerdos firmados. También esperamos que la comunidad internacional, incluido la ONU y países occidentales, se impliquen y prevengan nuevas provocaciones", explica Beglaryan. "La impunidad de la que goza Azerbaiyán desde 2020 en el terreno internacional nos ha conducido a esta situación. Cada vez que nos ha agredido no ha pasado nada. No ha habido una respuesta internacional. Ellos lo aprovechan para aislarnos", añade.

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Esta semana, el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, expresó "preocupación" por la falta de actuación rusa y se negó a albergar ejercicios militares dirigidos por Moscú en su territorio. Por su parte, el presidente azerbaiyano, Aliyev, advirtió de que Armenia será la gran perdedora si este año no logran un acuerdo de paz entre ambos que incluya una delimitación fronteriza. "Podemos vivir así durante mucho tiempo. Ellos [Armenia] no quieren una delimitación, lo que significa que la frontera pasará por donde lo consideremos necesario", señaló en un discurso reciente.

Por su parte, las autoridades del enclave se muestran abiertas a dialogar con Azerbaiyán para poner fin al bloqueo, pero con la presencia de garantes internacionales. "Azerbaiyán dice que nosotros somos sus ciudadanos y que es un problema doméstico, dicen que no quieren negociar en un formato internacional, nos niegan como iguales", explica Beglaryan. "Para nosotros es una condición sine qua non la presencia internacional porque es un conflicto internacional. Queremos garantías de que nuestra voz será escuchada, de lo contrario continuarán intentando aislarnos cada vez más", sentencia.

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