Las claves del viaje de Nancy Pelosi a Taiwán
Las elecciones de medio mandato de noviembre en Estados Unidos, su agenda personal y política, el refuerzo de la narrativa americana de presentar a Estados Unidos en un mundo bipolar frente a China y Rusia y la situación política interna china explican las razones del viaje a Taiwán de la tercera autoridad política de Estados Unidos.
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Washington,
La visita a Taiwán que realizó el martes y miércoles de esta semana la portavoz de la Cámara de los Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, ha provocado la reacción furibunda de China, llevando al país asiático a amenazar a Estados Unidos y a desplegar toda una pléyade de ejercicios militares en Taiwán que han aumentado la tensión en esa zona del Pacífico como no había sucedido en años.
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Taiwán es una democracia a la par que un territorio que China reclama como propio. La posición de Estados Unidos al respecto data de 1979 y es conocida como la de Una sola China. Ese año, Washington reconoció a la República Popular China (RPC), con capital en Pekín, y retiró el reconocimiento a la República de China (ROC), con sede en Taipéi.
En respuesta a ese gesto de la Casa Blanca, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de Relaciones con Taiwán, que estableció vínculos no oficiales con la isla en ausencia de lazos diplomáticos formales. En concreto, la ley promete que Estados Unidos venderá armas a Taiwán "para resistir cualquier recurso a la fuerza u otras formas de coerción que pongan en peligro la seguridad, o su sistema social o económico".
Esta postura ambigua es la que ha mantenido Estados Unidos en los últimos 42 años, en los que no han dejado de producirse visitas a Taiwán de delegaciones occidentales, no sólo del Congreso de los Estados Unidos sino también de países europeos.
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Pocas cosas han cambiado desde aquel 1979, salvo una no menor: que China es hoy una superpotencia mundial que rivaliza con Estados Unidos. En los últimos años, de hecho, la relación entre ambas potencias no ha sido fácil, sobre todo con la guerra comercial que Trump planteó a Pekín. El actual presidente Joe Biden ha rebajado la tensión aparente en las relaciones y está tratando de llevarlas por un cauce más basado en el diálogo constante que en la amenaza trumpiana.
Por este motivo, la Casa Blanca no dejó de filtrar a los medios que no veía oportuna la visita de Pelosi a Taiwán en estos momentos de crisis económica internacional y de tensión mundial con la guerra de Rusia en Ucrania, terrenos ambos en los que China juega un papel decisivo.
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Entonces, ¿por qué esta visita de Nancy Pelosi a Taiwán? Éstas son algunas de las claves.
Agenda política personal de Pelosi
Nacy Pelosi es la tercera figura política de Estados Unidos, tras el presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris. Pelosi, que tiene 82 años y está en la fase final de su carrera política, ha querido mostrarse siempre como una abanderada de las causas democráticas.
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Por este motivo, a principios de mayo, la portavoz de la cámara baja del Congreso norteamericano, visitó en Kiev a Volodímir Zelensky, para darle su apoyo al líder ucraniano en la guerra con Rusia. Pelosi, de hecho, vinculó su visita a Taiwán a esta guerra y reivindicó el papel de Estados Unidos y de sus aliados frente a las autocracias.
El viaje de Pelosi a Taiwán, además, estaba previsto para el mes de abril, incluso antes que el de Ucrania, pero la demócrata tuvo que cancelarlo tras dar positivo por covid. El objetivo de Pelosi, por tanto, era, en un contexto de guerra, visitar Ucrania y Taiwán para reforzar la narrativa del liderazgo de Estados Unidos en la expansión de la democracia en el mundo, una narrativa que funciona muy bien en el consumo interno de Estados Unidos.
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De hecho, el Partido Republicano salió en bloque a defender el viaje de Pelosi y hasta 26 senadores de la formación, más de la mitad de los que tienen en la cámara alta, firmaron una inaudita carta de apoyo a Pelosi, cuyos antecedentes con China no son nuevos: ya en 1991, la demócrata visitó la Plaza de Tiananmen en un acto para reivindicar la democracia en el país asiático.
Elecciones en menos de cien días
Todo esto se enmarca también con las elecciones de medio mandato que se celebran en Estados Unidos el próximo mes de noviembre. En esos comicios se renovará toda la Cámara de los Representantes y parte del Senado. La economía norteamericana está en un momento sino de crisis, al menos de incertidumbre, y ni Biden ni los demócratas tienen muchas cartas electorales que jugar para reclamar el voto.
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Salvo que la economía mejore mucho, la principal de ellas será la carta de los derechos humanos y civiles, y aquí se encuentra, a nivel interno, los derechos de las minorías o del derecho al aborto y, en el ámbito internacional, el ataque a regímenes autocráticos sobre todo el ruso o el chino, que son los principales rivales internacionales de Estados Unidos.
Ley sobre Taiwán en el Senado
Otro elemento que puede jugar un papel en el escenario actual es una propuesta de ley que está en el Senado para cambiar la postura norteamericana de Una sola china. La propuesta, planteada por los senadores Menéndez y Graham, el primero demócrata y el segundo republicano, fue introducida en la cámara alta a mediados de junio y plantea un cambio radical en la relación de Estados Unidos con Taiwán.
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"Mientras Pekín sigue tratando de coaccionar y aislar a Taiwán, no debería haber ninguna duda ni ambigüedad sobre la profundidad y la fuerza de nuestra determinación de apoyar al pueblo de Taiwán y su democracia", aseguró entonces Menéndez en un comunicado. Menéndez es, además de copromotor de la iniciativa, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.
La propuesta solicita 4.500 millones de dólares en ayuda en defensa para la seguridad de Taiwán durante cuatro años. Además, crea una nueva iniciativa para reforzar las capacidades de defensa de Taiwán y para designar a la isla como Aliado Principal no perteneciente a la OTAN.
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Junto a esto, la propuesta propone el apoyo a la participación de Taiwán en organizaciones internacionales y en la arquitectura comercial multilateral, una medida que suscitaría la férrea oposición de Pekín.
Una visita en un momento sensible para China
La visita de Pelosi se produce también en un momento delicado para China. El ejército chino celebró su aniversario de fundación el 1 de agosto, mientras que el presidente Xi Jinping, el líder más poderoso del país en décadas, se prepara para romper las convenciones y buscar un tercer mandato en el 20º congreso del Partido Comunista este otoño.
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También se espera, según informa la CNN, que los líderes chinos se reúnan en agosto en la localidad costera de Beidaihe para celebrar su cónclave anual de verano, en el que discuten a puerta cerrada los movimientos de personal y las ideas políticas.
En este contexto, China también ha podido aprovechar la visita de Pelosi para exhibir músculo de cara al mundo y a nivel interno. Esto le serviría también para tratar de fomentar el patriotismo chino en ese momento interno político y también en un año en que China sufre una crisis inmobiliaria que ha provocado protestas sociales y vive una cierta ralentización económica derivada de su estricta política de cero casos de covid.
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Rivalidad China-Estados Unidos
Esta visita y la tensión desatada en torno a Taiwán se produce en medio de una situación de tensión en las relaciones entre China y Estados Unidos. La tensión no es nueva: ha ido in crescendo en los últimos años y ya el anterior presidente americano, Donald Trump, basó parte de su mandato en plantear una guerra comercial contra China y presentarla como el enemigo exterior número 1 atacándola con asuntos como el covid.
En este contexto, Joe Biden tomó posesión de la Casa Blanca en un momento en el que Xi Jinping se volvía más autoritario en su país y más asertivo en el extranjero. La respuesta de Estados Unidos fue una política que definía a Pekín como su principal competidor estratégico en el mundo y el mayor desafío a largo plazo para Estados Unidos.
Biden ha tratado de enfocar la relación con China en el ámbito del diálogo conjunto y ha tratado de rebajar el nivel de tensión que había aplicado en los años de Donald Trump apostando por el diálogo diplomático para abordar asuntos sobre todo de índole internacional como la geopolítica, el cambio climático y, en los últimos meses, la guerra de Rusia en Ucrania. De hecho, unos días antes de la visita de Pelosi a Taiwán, Biden mantuvo una conversación telefónica de más de dos horas con Xi Jinping.