Las claves de la nueva gran coalición de Merkel en Alemania
Mientras la ultraderecha se convierte en líder de la oposición en el Bundestag, los cambios del nuevo Ejecutivo germano se limitan a una cartera de Finanzas en manos socialdemócratas y la creación de un Ministerio “de la Patria” controlado por los conservadores bávaros.
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Berlín, Actualizado:
Por fin. Después de casi seis meses y un proceso que parecía que jamás terminaría, Alemania tiene nuevo Gobierno. La rebelión liderada por el estudiante de 28 años Kevin Kühnert, responsable de las juventudes del SPD [Partido Socialdemócrata de Alemania], ha quedado en nada.
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Con una participación del 78,39%, el 66,02% de los miembros del SPD han votado a favor de la Gran Coalición y solo un 33,98% lo ha hecho en contra. Así pues, Kühnert no ha conseguido evitar la formación de un nuevo Ejecutivo con los conservadores de la canciller Angela Merkel.
Muchos han recibido la noticia con alivio tanto aquí en Berlín como en Bruselas. La locomotora de Europa vuelve a estar en las previsibles y estables manos de Angela Merkel, quien, tras doce años de Canciller, podrá iniciar su cuarta y más que probable última legislatura.
Y bien, ¿qué va a cambiar a partir de ahora en el Gobierno alemán en estos inciertos tiempos de crecimiento de la extrema derecha? Prácticamente nada.
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El Ministerio de Finanzas para el SPD
“Después de tantos años de Schäuble, que casi se convirtió en una institución, a muchos les resultará difícil que la CDU [la conservadora Unión Democrática Cristiana] no tenga el Ministerio de Finanzas”.
La propia Merkel lo reconocía en rueda de prensa. Esta será sin duda la gran novedad del nuevo Ejecutivo. A falta de que se oficialice el nombramiento, Olaf Scholz será el encargado de sustituir al todopoderoso Wolfgang Schäuble, artífice de la inflexible austeridad impuesta a los países del sur de Europa durante los últimos años.
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Scholz pertenece al ala centrista de los socialdemócratas, “el más parecido a Schäuble dentro del SPD”, ha llegado a escribir algún analista. Los que han seguido de cerca la carrera del hasta ahora alcalde de Hamburgo lo describen como un político pragmático, aunque partidario de, por ejemplo, subir los impuestos a las rentas más altas. Pero, como él mismo dice: “solo puedo distribuir lo que he ganado”.
Es un europeísta convencido, favorable a sumarse a la reforma que el presidente francés Emmanuel Macron quiere para la UE. “La Unión Europea no es solo una unión aduanera. Tiene que desarrollar políticas conjuntas en los campos de exteriores, seguridad, inmigración, finanzas y economía”, decía en declaraciones recogidas el pasado diciembre por el diario Die Welt.
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Aun así, pocos ven probable que pueda poner en práctica algo más que ciertos estímulos para las economías periféricas, como Grecia, España, Portugal o Italia. Sin embargo, el “cero negro” (schwarze Null), la filosofía de mantener un déficit cero que bajo Schäuble fue el principal dogma del Ministerio de Finanzas germano, parece poco probable que vaya a cambiar. De hecho así lo ha dicho ya el que será nuevo ministro de Economía, el conservador Peter Almaier: “Nos aseguraremos de que el exitoso trabajo de Wolfgang Schäuble continúa”.
División socialdemócrata
La cartera de Finanzas es, en realidad, un gran éxito para un partido que solo consiguió el 20% de los votos en las urnas. Se trata de una concesión muy dolorosa que consiguieron arrancar a Merkel.
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Aun así, el SPD está más dividido que nunca. El ‘sí’ de las bases ha sido más amplio de lo que muchos habían pronosticado, pero el futuro del partido continúa en el aire, como muestran numerosos datos. Y el silencio vivido durante el anuncio de los resultados y las caras largas de los portavoces del partido hablaban por sí solos.
La contradictoria realidad que vive la socialdemocracia alemana la resumía a la perfección una encuesta publicada recientemente por la televisión pública ARD. A pesar de que los miembros han votado ‘sí’ a la Gran Coalición, el 58% de votantes del SPD creen que el partido no está preparado para gobernar, solo el 35% lo ve como una formación “creíble” y únicamente el 18% sostiene que el partido se mantiene “unido”. Y todo eso lo creen sus propios votantes.
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Por otra parte, las encuestas siguen mostrando una pérdida de intención de voto, tanto que una publicada por el sensacionalista BILD, el diario más leído del país, incluso le ha llegado a poner por detrás de la ultraderecha de la AfD (Alternativa para Alemania). Todos en el SPD concuerdan en que el partido se tiene que renovar para evitar su desaparición; cómo hacerlo parece algo más difícil de acordar.
Apuesta por Europa
Lo que sí está claro es que el nuevo Gobierno de Merkel llega con el intento de impulsar la idea de Europa. En ese sentido es una declaración de intereses el hecho de que el acuerdo de Coalición de 177 páginas entre conservadores y socialdemócratas comience con este asunto. “Un nuevo comienzo para Europa” se llama el primer capítulo, que ocupa cinco páginas del documento.
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Tampoco hay ninguna novedad en este campo en relación a los anteriores gobiernos de Merkel. En la opinión pública alemana todavía reina un extendido europeísmo, pero la Gran Coalición ha querido remarcar su orientación a favor de la UE en unos tiempos en los que el crecimiento del
ultraderechismo comienza a poner en duda el consenso a favor de Bruselas.
La ultraderecha, líder de la oposición
El pacto de Gobierno entre los dos partidos más grandes de Alemania tiene otra consecuencia directa. A partir de hoy, gracias al 12,6% de los votos conseguidos el pasado mes de septiembre, la ultraderecha de Alternativa para Alemania será la principal fuerza de la oposición.
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Así pues, el líder de la oposición en el Bundestag, el Parlamento alemán, será un partido en el que se encuentra, entre otros radicales, Andre Poggenburg, quien recientemente aseguró lo siguiente acerca de los alemanes de origen turco: “Estos conductores de camellos deberían volver al lugar al que pertenecen, mucho más allá del Bósforo, a sus cabañas de barro y múltiples mujeres”.
Asimismo, la AfD ya está consiguiendo puestos destacados dentro de los despachos parlamentarios. Por ejemplo, va a ser un diputado ultraderechista el que presida la comisión presupuestaria del Bundestag, considerada la más importante. Además, también habrá representantes de la AfD al frente de las comisiones de Justicia y Protección al Consumidor y la de Turismo.
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Los bávaros, con “el Ministerio de la Patria”
No son pocos los analistas, por tanto, que sostienen que la presión por la derecha que ejerce la AfD tendrá repercusiones en el próximo Gobierno alemán.
Los aliados conservadores bávaros de Merkel, la CSU (Unión Social Cristiana), son los que más temen la pérdida de votos a favor de los ultraderechistas. De ahí que hayan peleado duro durante las negociaciones para conseguir uno de los ministerios más importantes, el de Interior, al que le quieren otorgar el nombre completo de Ministerio de Interior, Construcción y Patria.
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Horst Seehofer, hasta hace poco el primer ministro del rico Estado federado de Baviera, será el encargado de tomar las riendas del citado departamento. Desde ahí llevará a cabo las medidas acordadas con Merkel en materia de migración: limitar la acogida de refugiados a un máximo de 200.000 al año, mantener la congelación de la reunificación familiar hasta el 31 de julio y, posteriormente, aceptar a un máximo de 1.000 familiares por mes.
Incógnita en Exteriores
A diferencia de otros ministerios, todavía es una incógnita quién ocupará la otra gran cartera del Gobierno alemán: la de Exteriores.
El SPD también logró en las negociaciones esta cartera, y en un primer momento el puesto estuvo reservado para Martin Schulz, expresidente del Parlamento Europeo y candidato a la Cancillería en las pasadas en elecciones. Pero su desastroso resultado electoral, sus contradicciones (dijo que ni formaría una Gran Coalición ni entraría en un gabinete de Angela Merkel) y, finalmente, sus encontronazos con el actual ministro de Exteriores y compañero de partido, Sigmar Gabriel, le convencieron para acabar tirando la toalla.