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China, el gran desafío de la nueva doctrina militar de la OTAN

La renovada hoja de ruta en materia de seguridad de la Alianza no deja lugar a dudas de que Pekín es el rival a tener en cuenta a medio y largo plazo, en contraposición con el peligro inminente que supone Moscú.

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Xi Jinping, presidente de China, en una imagen de archivo fechada el 19 de mayo de 2022. — Li Xueren / EP

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China aparece por primera vez como un "desafío" de la doctrina de defensa y seguridad de la OTAN, cuya nueva hoja de ruta para los próximos años ha sido aprobada este miércoles en la cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid. El nuevo "concepto estratégico" de la Organización del Tratado del Atlántico Norte incluye a Pekín como uno de sus principales motivos de preocupación y afirma que la ambición y medidas coercitivas chinas suponen un reto para "los intereses, la seguridad y los valores" de los países que forman el bloque defensivo occidental.

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La renovada doctrina de seguridad de la OTAN evidencia que Pekín es el rival a tener en cuenta a medio y largo plazo

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El papel de malo de Pekín solo es superado por Rusia en la nueva hoja de ruta de la Alianza Atlántica. El concepto estratégico consensuado por los treinta miembros de la OTAN define a Moscú como "la amenaza más directa e importante para la seguridad, la paz y la estabilidad en el área euro-atlántica", pues quiere garantizar sus esferas de influencia y control directo "a través de la coerción, la subversión, la agresión y la anexión" de otros estados. Para dañar a los miembros de la OTAN y sus socios, agrega el documento, Moscú recurre a "medios convencionales, cibernéticos e híbridos". Y cita a la invasión de Ucrania como una "guerra de agresión" que ha hecho añicos la paz y ha alterado "gravemente" el entorno de seguridad occidental.

Aunque la renovada doctrina de seguridad de la OTAN, que sustituye a la adoptada en 2010 en su cumbre de Lisboa, no es tan contundente con China como con Rusia, no deja lugar a dudas de que Pekín es el rival a tener en cuenta a medio y largo plazo, en contraposición con el peligro inminente que supone Moscú. Así, el documento explica que la República Popular de China "emplea un amplio rango de instrumentos políticos, económicos y militares para incrementar su impronta global y proyectar su poder, mientras permanece opaca sobre su estrategia, sus intenciones y su fortalecimiento militar".

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E inmediatamente acusa a China de emplear las mismas artimañas que Rusia para asentar su poder, tales como "las operaciones híbridas y cibernéticas, su retórica de confrontación y la desinformación". China, explica la nueva doctrina militar atlántica, "busca el control de sectores tecnológicos e industriales clave". Para ello, y de manos de su ventaja económica, "crea dependencias estratégicas y optimiza su influencia". El objetivo es subvertir el orden internacional "basado en las normas".

La Alianza acusa a China de emplear las mismas artimañas que Rusia para asentar su poder

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Esas acusaciones son las mismas vertidas sobre Rusia, el principal aliado de China y clave con sus recursos energéticos para alimentar el crecimiento del gigante asiático. Es entonces cuando la OTAN equipara a Moscú y Pekín, con su "creciente asociación estratégica", y les responsabiliza de "socavar el orden internacional" y actuar contra los intereses y valores de los valores e intereses de la Alianza.

La nueva doctrina de seguridad de la OTAN obvia la nutrida presencia militar de Estados Unidos en torno a China, en países como Corea del Sur o Japón, el apoyo de Washington a Taiwán y sus recientes advertencias a Pekín de que defenderá a sus aliados de Taipéi si China decide recuperar la isla por la fuerza, y tampoco menciona que la intrusión china en determinadas zonas del Pacífico tiene su contraparte en la masiva presencia estadounidense en esta región desde después de la Segunda Guerra Mundial.

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En su nueva expresión geoestratégica, la OTAN tiende una tímida mano a China para "construir una mutua transparencia" que permita asegurar los intereses de seguridad de la Alianza. Sin embargo, la desconfianza está servida. En la OTAN, "trabajaremos juntos, como aliados, para afrontar los desafíos sistémicos que supone la República Popular China para la seguridad euro-atlántica", así como para proteger a esta comunidad de defensa de las tácticas coercitivas de Pekín y sus intentos para dividir a la OTAN, agrega.

Al igual que advertía la Alianza sobre la amenaza nuclear rusa, el nuevo concepto estratégico de la OTAN es claro sobre el riesgo de la capacidad militar de China en el ámbito de las armas atómicas. China "está expandiendo rápidamente su arsenal nuclear", sin aumentar su transparencia ni su participación en un adecuado control de armamento o de reducción de riesgos, agrega el nuevo concepto estratégico de la OTAN.

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Según la OTAN, China "expande rápidamente su arsenal nuclear" sin aumentar su transparencia

La OTAN hace un llamamiento a la Unión Europea para fortalecer su asociación estratégica, su cooperación y sus consultas políticas precisamente en lo que se refiere a esa relación con China, con el fin de contrarrestar los desafíos de este país a la seguridad de Europa. Seguridad que, sin embargo, no se limita al viejo continente, como refiere el documento aprobado este miércoles por los Treinta. La doctrina defensiva de la OTAN apunta que la región Indo-Pacífica "es importante" para la Alianza Atlántica. "Los acontecimientos en esa región pueden afectar directamente a la seguridad euroatlántica", explica. Sí, especialmente si esa seguridad aludida es la de Estados Unidos, que en esta cumbre ha reforzado su papel de líder indiscutible de la Alianza y de socio principal en materia de seguridad de los países de la región de Asia-Pacífico presentes este miércoles en el evento de Madrid, como Australia, Nueva Zelanda, Japón o Corea del Sur. "Fortaleceremos el diálogo y la cooperación con los socios nuevos y los ya existentes del Indo-Pacífico a fin de afrontar los desafíos regionales y los intereses compartidos en materia de seguridad", añade la declaración.

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Aunque ésta es la primera vez que la desconfianza hacia China y su categorización como un problema para la seguridad global son examinadas con lupa por la estrategia militar básica de la OTAN, las actividades del régimen de Pekín venían siendo observadas ya muy de cerca por Bruselas. En 2019, la OTAN había analizado aspectos como el cambio climático y la ciberseguridad como ámbitos en los que China aparecía como una potencial amenaza, bien fuera por la carencia de un control real sobre las actividades industriales chinas o también por la incapacidad de Occidente para contender con las intrusiones digitales y ciberataques que tenían su origen en esa parte de Asia.

Ya en la cumbre de la OTAN de Londres de ese año, el secretario general de la Alianza había advertido sobre la necesidad de que China se estaba "acercando" demasiado a los intereses de la Alianza. "Les vemos en África, en el Ártico, invirtiendo en infraestructura en Europa y también en el ciberespacio", aseguró entonces Jens Stoltenberg.

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"El ascenso de China está cambiando fundamentalmente el equilibrio del poder mundial"

Un año después, en una entrevista concedida a Euronews, el mismo Stoltenberg anticipaba la dirección que la OTAN iba conformando en su pensamiento estratégico, que sobrepasaba el propio escenario europeo. "El ascenso de China está cambiando fundamentalmente el equilibrio del poder mundial" con el segundo mayor presupuesto mundial de defensa y su inversión en "nuevas capacidades militares de largo alcance, misiles que pueden alcanzar a todos los aliados de la OTAN en Europa", explicó entonces. El secretario general de la OTAN adelantó la clave de la que en estos momentos conforma la nueva política de seguridad atlántica: "No se trata de que la OTAN se mueva hacia el Mar de la China Meridional, sino del hecho de que China se está acercando a nosotros".

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Esta doctrina de seguridad desarrollada en el concepto estratégico de la OTAN aprobado este miércoles en Madrid supone, pues, un cambio sustancial respecto a la anterior hoja de ruta geopolítica de la Alianza. En el documento que se aprobó en la cumbre de Lisboa de 2010, China no aparecía y Rusia era considerada como un "socio estratégico", no la causante de todos los males del planeta. La explicación que dio hace unos días el propio Stoltenberg es que ahora hay guerra donde antes había paz. Y si en aquella ocasión no se mencionaba a China en ningún momento, la guerra de Ucrania y la posición de Pekín de ambigüedad respecto a la invasión ha llevado a primer plano la necesidad que tiene Estados Unidos de marcar territorio precisamente donde la disputa con China es mayor y donde se decide, económicamente, quien ostentará la hegemonía global de cara a las próximas dos décadas.

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