Caso Pegasus La política exterior de Israel está detrás del desarrollo del programa de espionaje Pegasus
La proliferación de Pegasus es más notoria en una multitud de países que carecen de un sistema judicial independiente y no garantizan el respeto a los derechos humanos. Israel utiliza Pegasus para impulsar su política exterior y silenciar la tragedia de los palestinos, vendiéndolo a cambio de contraprestaciones políticas en ese campo.
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Es imposible separar el programa Pegasus, de la compañía israelí NSO, de los intereses de del estado judío en la escena internacional, pues la concesión de la deseada licencia, que en cada caso debe ser expresamente autorizada por el ministerio de Defensa, está estrechamente ligada a la política exterior de Israel y consta que en muchas ocasiones fue el primer ministro Benjamín Netanyahu quien entregó el programa a países afines.
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La prensa hebrea subraya con frecuencia que la concesión de la licencia responde a las necesidades de la política exterior de Israel, especialmente cuando los receptores son países de dudosa o ninguna calidad democrática. Es evidente que, como todo el mundo, Israel sabe que esos países, donde no existe independencia judicial, usarán el programa de espionaje contra activistas de
derechos humanos y opositores, como ocurre con mucha frecuencia.
El fondo de este problema es la brutal ocupación de los territorios palestinos, puesto que si se investiga a los países receptores de Pegasus más o menos alejados de la democracia, uno se encuentra con Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, India, Polonia, Hungría, Marruecos y otros que a cambio del codiciado programa han abandonado a los palestinos a su suerte y se cuidan
mucho de denunciar la presencia militar israelí en los territorios palestinos.
Esto no es ninguna sorpresa, pues vemos que los grandes paladines del mundo libre, que también disponen del programa Pegasus, han dejado en la cuneta a los palestinos. Es el caso de Emmanuel Macron, Angela Merkel, Boris Johnson y otros, que permiten que Israel cometa excesos diarios de apartheid y crímenes de guerra que las ONG internacionales denuncian con una voz que clama en el
desierto sin ninguna trascendencia, como la voz de San Juan Bautista.
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El ministerio de Defensa israelí considera que la tecnología de Pegasus es militar
El problema del espionaje telefónico es sencillamente otro de los numerosos casos en los que Israel está inmersa, y va a seguir estándolo al no tener la menor intención de abandonar los territorios ocupados y respetar el derecho internacional. Los grandes paladines de la libertad, que guardan silencio, permiten así que Israel saque beneficio de Pegasus, de la misma manera que permiten que Israel burle continuamente el derecho internacional.
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El grupo NSO, cuya sede se encuentra en Herzliya, un rico suburbio residencial del área de Tel Aviv, se publicita pomposamente como una compañía consagrada a la ciberseguridad y la estabilidad, pero los hechos que día a día conocemos indican que su idea de seguridad y estabilidad es cuando menos dudosa, y que en realidad la empresa, con la ayuda del gobierno, se dedica a colaborar con regímenes poco o nada democráticos a cambio de apoyo para silenciar la tragedia palestina.
El ministerio de Defensa israelí considera que la tecnología de Pegasus es militar, de ahí que el gobierno deba autorizar todas las concesiones que hace NSO. A la vista del uso de Pegasus, no es extraño que el gobierno israelí considere el famoso programa de espionaje como un arma en toda regla, como si de un misil o un carro de combate se tratara, ni que para Israel caiga plenamente bajo la rúbrica de exportación de armas.
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En 2019, Israel usó Pegasus como herramienta de espionaje contra Paquistán, según 'Reuters'
En diciembre de 2019 la agencia Reuters indicó que Israel había utilizado el programa como herramienta de espionaje contra el gobierno de Paquistán. Más recientemente, solo el pasado mes de abril, se supo que el programa había infectado teléfonos del entorno de Boris Johnson, y se ha señalado que detrás estaban los Emiratos Árabes Unidos.
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Simultáneamente al espionaje contra el gobierno británico se supo que Pegasus también se está usando contra altos cargos de la Unión Europea, incluido el responsable de hacer frente a las violaciones de derechos humanos en el mundo, una cuestión en la que Israel brilla con una potente luz propia en relación con los palestinos.
Es tremendamente complicado saber quién está detrás del uso de Pegasus en cada caso, aunque es evidente que nunca perjudica a Israel y no hay que descartar que países como Marruecos o los Emiratos trabajen como testaferros al servicio del estado judío en estos menesteres. La estrecha y turbia colaboración de Israel con los Emiratos en el conjunto del mundo árabe debería suscitar la preocupación de Europa, pero no parece ser el caso ya que los mandatarios europeos paladines de la democracia jamás se molestan en mover un dedo.
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Washington ha listado NSO como una entidad que trabaja contra los intereses de la seguridad de EEUU
Washington ha listado NSO como una entidad que trabaja contra los intereses de la seguridad de EEUU a nivel internacional, una decisión que se adoptó después del asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi en Estambul en 2018, cometido por los servicios secretos de Riad sirviéndose de información reunida con el programa israelí.
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Khashoggi era un disidente crítico con el príncipe Mohammad bin Salman que residía en EEUU. La administración de Donald Trump tapó este caso y la administración de Joe Biden ha corrido un tupido velo sobre él, lo que confirma que el gobierno de EEUU no muestra ningún interés en aclarar las circunstancias que rodean la muerte de Khashoggi.
La tecnología de Pegasus fue desarrollada por el ejército israelí. Cientos de personas trabajan hoy en la sede de Herzliya, desde donde se desarrolla y actualiza el programa con ingenieros y técnicos procedentes del ejército. En un momento dado el gobierno de Benjamín Netanyahu se dio cuenta de que podía utilizar esta forma de espionaje para proyectar sus intereses no solo en el mundo desarrollado sino también en países a los que se podía atraer políticamente, como Marruecos o los Emiratos, lo que ha dado origen a la creciente difusión de Pegasus.