La cara B de los Juegos de Río, los desalojados: "Nos trataron como perros"
Números imprecisos
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RÍO DE JANEIRO.- Eran 600 familias y han quedado apenas 20. Las últimas casas que quedaban en pie se demolieron esta semana y la única estructura restante de Vila Autódromo es la iglesia que los propios vecinos construyeron. A lo largo de treinta años, esta comunidad que nació a la vera de la laguna de Jacarepaguá con unas pocas casas de pescadores, rápidamente creció a la sombra del Autódromo Nelson Piqué, y se llenó de familias más humildes que encontraban en la zona un terreno verde y plano. Ya no habría que subir a los cerros. Las 20 familias que han conseguido quedarse insisten en que la gran ventaja de la comunidad es que era “tranquila”, es decir, sin tráfico de drogas ni milicias, una situación milagrosa dentro de las favelas de Río de Janeiro.
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“Siempre les interesó hacer negocio con este terreno y cuando supimos que el Parque Olímpico se haría aquí al lado, todas las amenazas se concretaron”
Maria da Penha, una de las principales líderes vecinales, lleva 22 años en Vila Autódromo y asegura que desde que llegó, el ayuntamiento les amenazaba con expulsarles: “Siempre les interesó hacer negocio con este terreno y cuando supimos que el Parque Olímpico se haría aquí al lado, todas las amenazas se concretaron”, cuenta a Público.
En 2012 el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, les ofreció indemnizaciones económicas y la opción de ir a una urbanización de apartamentos de protección oficial a pocos kilómetros de la zona. Algunos se marcharon rápidamente y otros resistieron hasta que no pudieron más. Naomy Oliveira, que en aquel momento tenía 12 años, sufrió con la separación de sus padres. Su madre decidió irse a uno de los apartamentos con sus hermanos, y ella optó por quedarse en su casa junto a su padre. A lo largo de dos años vio cómo destruían las casas de sus vecinos y sus amigos se iban marchando. Durante meses llegaba tarde a la escuela porque la parada de autobús del barrio ya no existía y a veces la ruta pasaba de largo. Las obras del Parque Olímpico continuaban y se llevaban por delante lo que fuera necesario. “La guardia municipal nos vigilaba todo el día, llegaron a golpear a muchas personas que simplemente defendían a los vecinos, nos trataron como perros”.
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Los desalojos de madrugada fueron una de las tácticas más duras del ayuntamiento. En ocasiones demolían las casas con los enseres dentro y dejaban los restos de demolición durante meses
Los desalojos de madrugada y sin previo aviso fueron una de las tácticas más duras del ayuntamiento. En ocasiones demolían las casas con los enseres dentro y dejaban los restos de demolición durante meses: “Vivíamos en un escenario de guerra, con agujeros, escombros, pozas de agua que se llenaban de mosquitos, pero aguantamos”, dice Penha con los ojos brillantes. A Naomi sin embargo se la ve triste, dice que a sus 14 años se ha hecho “mayor”: “En un futuro me gustaría ser atleta, y espero que los que estén aquí ganen muchas medallas, pero los Juegos Olímpicos a nosotros nos han destrozado la vida”.
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Números imprecisos
Pero la historia del desalojo en Río de Janeiro suele acabar mal. Por cada familia que ha conseguido una casa nueva en Vila Autódromo, al menos 1.000 han sido desalojadas desde que se dio a conocer que Río sería la próxima ciudad olímpica. Las cifras presentadas por el ayuntamiento señalan que 77.206 personas tuvieron que salir de sus casas entre 2009 y 2015; desde Amnistía Internacional hablan de al menos 100.000.
Las cifras presentadas por el ayuntamiento señalan que 77.206 personas tuvieron que salir de sus casas entre 2009 y 2015; desde Amnistía Internacional hablan de al menos 100.000
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Pocas veces quieren vincular los desahucios a las obras relacionadas con los JJOO y la justificación más habitual es la de estar ubicadas en zonas de alto riesgo: “Esa misma excusa la usaron en Vila Autódromo, y es un terreno completamente seguro”, explican fuentes de Amnistía Internacional.
Doblemente expulsados
Algunos de los realojados en apartamentos de protección oficial temen que sean expulsados nuevamente, esta vez por impago. Según informaciones de la Agencia Pública, algunos de los vecinos de Vila Autódromo que optaron por mudarse al apartamento, firmaron unos contratos en los que el ayuntamiento debía hacerse cargo del pago de las hipotecas, pero nunca recibieron copias de dichos contratos.
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Algunos de los realojados en apartamentos de protección oficial temen que sean expulsados nuevamente, esta vez por impago
Al poco tiempo de mudarse comenzaron a recibir cartas del Banco de Brasil por impago donde se les cobraba una deuda de 20.000 euros que sería el valor total del inmueble. Los vecinos dicen que el ayuntamiento no les responde y temen que tras las elecciones municipales del próximo mes de octubre, el nuevo alcalde no asuma lo firmado hasta ahora.