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Bruselas acelera la entrada de Ucrania a la UE

La Comisión Europea espera que Kiev supere en marzo sus problemas con la corrupción, mientras templa los anhelos de los Balcanes Occidentales.

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Abrir negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia. Hacer lo propio con Bosnia-Herzegovina cuando se cumplan las condiciones. Otorgar el estatus de país candidato a Georgia. Y congelar la de Turquía. Son las recomendaciones del esperado informe sobre el estado de los países candidatos que la Comisión Europea ha revelado este miércoles en la capital comunitaria.

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La ampliación de la Unión Europea ha estado muerta durante la última década. Tras la gran entrada del Este en 2004 –cuando se unieron 10 países-, solo Rumanía, Bulgaria y Croacia han engordado la lista de miembros. Y entre medias se perdió uno por el camino: el Reino Unido. A lo largo de estos años, cuando los líderes europeos se reunían con los homólogos de los seis países de los Balcanes Occidentales ponían empeño en enfatizar que no se trataba de cumbres de adhesión, sino con la región. Todo ello desencadenó en desesperación y frustración de los que tocaban la puerta.

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En paralelo, el candidato más longevo, Turquía, terminó de certificar su muerte clínica tras la deriva imparable del autoritario Recep Tayyip Erdogan. Así fue como durante este marco temporal, el proceso de adhesión ha estado marcado por la falta de apetito y la fatiga en muchas capitales europeas.

Pero la guerra de Ucrania ha supuesto un cambio radical en este marco mental. Antes del 24 de febrero de 2022, día del inicio de la invasión rusa, nadie vislumbraba a la bandera bicolor ondeando en las instituciones. Sin embargo, tras el inicio de la contienda, la entrada de Ucrania a la UE se ha convertido en Bruselas en una cuestión geopolítica prioritaria y de pulso a Rusia. Por su parte, Moldavia ha sido una gran beneficiaria de estos aires a favor.

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“La ampliación es una política vital. Completar la Unión es un llamamiento que nos hace la Historia. La geografía, la historia y los valores comunes nos unen. Completar este proyecto tiene una lógica geopolítica y económica. Y la última ronda de ampliaciones demostró que va en beneficio de todas las partes”, ha asegurado Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en rueda de prensa.

En los pasillos de la capital comunitaria arguyen que la entrada de nuevos países ayudará a cultivar el peso geopolítico y comercial de la Unión Europea ensanchando su población y el acceso a los mercados en un mundo crecientemente volátil y competitivo. La guerra de Ucrania cambió los planos de la arquitectura de seguridad europea y esta es una de las grandes metamorfosis que deja.

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“El objetivo de Rusia era eliminar a Ucrania del mapa. Y este objetivo estratégico de Rusia ha fracasado”, ha proseguido la alemana. El acelerón de la carrera de Kiev hacia Bruselas contrasta con su congelada travesía hacia los cuarteles generales de la OTAN. Y llega además en un momento en el que la prioridad estadounidense ha virado hacia el conflicto de Oriente Próximo y su apoyo incondicional a Israel, mientras que la ayuda a Ucrania comienza a amainar y a dividir a la sociedad y la política estadounidense a un año de las elecciones.

Una década después de las protestas de Maidán, Ucrania cuenta con un respaldo en su camino hacia la Unión Europea que no muchos países han gozado. La Comisión Europea ha recomendado este miércoles la apertura de las negociaciones de adhesión siempre y cuando el país culmine tres reformas cruciales: lucha contra la corrupción, cerco a los oligarcas y protección de las minorías. Esta última se trata de un guiño a Hungría, que amenaza con vetar cualquier paso adelante si Kiev no garantiza los derechos de la minoría húngara que vive en el país.

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La próxima gran cita será la cumbre de invierno, en la que los 27 líderes de Estado y de Gobierno están llamados a tomar la decisión formal. Y tienen que hacerlo por unanimidad. La otra fecha marcada a fuego en el calendario es marzo del próximo año cuando Bruselas volverá a pasar revista al estado de las reformas demandadas. Si están logradas comenzarán de facto las conversaciones. ¿Y si Ucrania no lo consigue? “Tenemos mucha confianza en que no será el caso”, apuntan firmas comunitarias.

“Nuestra lucha y sacrificios no son en vano. Nuestra transformación se reconoce. Mientras nuestros sueños se hacen realidad. Lo que nos ha llevado a atravesar el momento más difícil que una nación europea haya afrontado en la historia moderna ha supuesto también justicia histórica para la nación europea de Ucrania”, ha celebrado Dymitro Kuleba, ministro de Asuntos Exteriores ucraniano.

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No obstante, más allá de las exigencias y los deberes impuestos por Bruselas, Ucrania tiene más dificultades adicionales para formar parte del bloque comunitario. Por ejemplo, la situación del Donbás. Con una parte anexionada bajo una Rusia beligerante podría generar desafíos de seguridad. Por el otro lado, los europeos deben dar respuesta y prepararse para absorber a un país de 40 millones de habitantes -sería el quinto más grande- y que además cuenta con una renta muy por debajo de la media europea, con una reconstrucción billonaria que acometer y con una población rural enorme que pondría a tiritar la Política Agraria Común (PAC).

La región se ha sentido durante mucho tiempo abandonada y olvidada. Y en no pocas ocasiones sus líderes han acusado a los europeos de pedir mucho y dar poco, de promesas incumplidas. La ventana de oportunidad que se abre con la guerra en Ucrania también puede dar un empujón a los Balcanes Occidentales. Montenegro es de los diez países candidatos o potenciales –Serbia, Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Albania, Macedonia del Norte, Turquía, Ucrania, Moldavia y Georgia- el más avanzado y el único que cuenta con todos los capítulos de la negociación abierta. Pero Bruselas incide en que el país tiene en reforzar el Estado de Derecho su gran asignatura pendiente.

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La buena noticia que llega este miércoles para las repúblicas exsoviéticas contrasta con las no tan buenas noticias para los Balcanes. La Comisión recomienda abrir negociaciones con Bosnia con muchos asteriscos y también pospone dar a Kosovo el estatus de país candidato. El polvorín de los Balcanes es complicado por las disputas territoriales, fronterizas o étnicas que los vecinos arrastran tras la guerra de Yugoslavia. Sarajevo cuenta con un conglomerado étnico muy complejo y avanza a paso de tortuga en las medidas democráticas y económicas que exige el Ejecutivo comunitario; mientras que la situación de Kosovo parte del punto en el que cinco países de la UE, incluido España, no lo reconocen como Estado soberano.

Los dos grandes interrogantes son ya el quién y el cuándo. Sobre el primero, nadie en Bruselas se atreve a definir si la entrada será coordinada entre varios países o de forma individual. Y sobre el segundo, la UE no se pilla las manos con fechas concretas e insiste en que la brújula está basada en los logros que cada uno haga. “Es complicado predecir, ya que es un proceso de méritos. Algunos países están muy avanzados, como Montenegro, y otros están empezando. Creo que algunos irán rápidos. Pero nadie habla de que un país tenga que esperar a que otro esté preparado”, aseguran fuentes europeas.

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En su momento, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea en la pasada legislatura, marcó el 2025 como límite para recibir a nuevos países. El horizonte que voces como Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, han apuntado es 2030. Algunos como Montenegro –el país más avanzado- se fija 2028. Pero son pocos los que apostarían por una definir una fecha, ya que no solo los países candidatos deben impulsar y culminar reformas muy importantes, sino que la propia UE debe ordenar su casa y sus normas antes para poder asumir la nueva gran absorción.

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