Los berlineses votan si su red eléctrica pasa a manos públicas
Los ciudadanos deciden hoy por referéndum si el Parlamento regional debe hacerse cargo de la distribución de la energía de la ciudad, una iniciativa que el gobierno rechaza
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"Es una gran oportunidad para demostrarle a todo el país que se puede recuperar el control público de las infraestructuras. Además, con el dinero de los beneficios se puede invertir en energías renovables". El joven Raphael Lutz resumía de esta forma la importancia de votar "Sí" en el referéndum. La red eléctrica de la ciudad-estado de Berlín está desde hace 20 años en manos de una filial de la multinacional sueca Vattenfall. Este año toca renovar el contrato, y los ciudadanos se han organizado para aprovechar la ocasión.
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No ha sido un camino sencillo. Desde el principio, los socialdemócratas de la SPD y los democristianos de la CDU, que gobiernan en coalición la ciudad (alianza análoga a la que se negocia estos días para dirigir el país entero tras las elecciones generales), se habían mostrado en contra. No obstante, la asociación no partidista "Berliner Energietisch" (Mesa de la Energía Berlinesa) recogió 200.000 firmas para obligar al gobierno a realizar un referéndum y preguntar directamente a los ciudadanos.
El ejecutivo justifica su rechazo en problemas jurídicos y financieros. Berlín se halla en una situación de quiebra técnica, con una deuda de cerca de 62.000 millones de euros. Y las cifras sobre cuánto costaría recuperar la red eléctrica no son muy claras. El gobierno de la legislatura anterior lo calculaba en unos 400 millones. El actual, que sigue liderado por el SPD, lo sitúa entre los 2.000 y los 3.000 millones. Michael Below, uno de los portavoces de "Berliner Energietisch", percibe el asunto financiero de otra manera: "Lo importante es que si gana el ‘Sí' y (la red eléctrica) pasa a manos públicas, se podrán utilizar los beneficios para invertir en mejorar el sistema y potenciar las energías renovables, porque hasta ahora Vattenfall los emplea en su propio interés, como es lógico".
Lo que está en juego no es la propiedad de la producción de la energía, sino la de su distribución, es decir, los cables y las subestaciones eléctricas de la ciudad. Vatenfall seguirá siendo sí o sí la dueña de la energía, como ya lo es hoy también, y cuya producción procede, en un 90%, del carbón. De ahí que la red eléctrica haya estado estos últimos 20 años en manos de una filial suya, pues la ley no permite que una misma empresa desempeñe esos dos servicios.
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Jonas Baliani tampoco piensa que el dinero sea una causa importante para el gobierno. "Se han gastado mucho dinero para montar la votación un día diferente a las elecciones generales del día 22 de septiembre. No han dado ningún motivo en concreto. Simplemente lo han hecho porque así irá menos gente a votar". A pocos minutos de comenzar la última manifestación a favor del "Sí", tan solo un día antes del referéndum, este berlinés desgranaba su teoría. Las encuestas dan una alta aceptación entre la población, entre un 60 y un 70%. No obstante, lo que preocupa a los organizadores es la abstención. Para que la iniciativa salga adelante se necesita que al menos el 25% de las personas con derecho a voto lo haga, es decir, que como mínimo 620.000 personas han de rellenar la casilla del "Ja". Los organizadores cuentan con la esperanza de que muchas de las más de 230.000 personas que ya han mandado su voto por correo lo hayan hecho afirmativamente.
La propuesta del referéndum es que los ciudadanos sean los que elijan al futuro consejo directivo eléctricoPor mucho que Vattenfall sea una compañía privada, la realidad es que su servicio funciona perfectamente, sin apenas cortes de luz o fallos en la red. Además, aunque pase a propiedad pública, los precios no bajarán. ¿Entonces para qué?, se preguntarán algunos. A eso se suma que los gobernantes berlineses no tienen muy buena fama gestionando empresas públicas. La inauguración del nuevo y flamante aeropuerto de la ciudad, el Berlín Brandenburgo Willy Brandt (BER), lleva años de retraso, unos sobrecostes inmensos y una larga lista de escándalos económicos. Su gasto energético es incluso mayor que el del activo Tegel, uno de los dos aeropuertos que aún opera en la ciudad. De hecho, solo por mantener las infraestructuras actuales, las arcas públicas se dejan unos 20 millones de euros al mes, según datos de una comisión del proyecto.
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"Nos preocupa mucho que sean los mismos políticos los que dirijan la nueva empresa estatal. Por eso queremos que simplemente no lo hagan ellos", asegura el responsable de "Berliner Energietisch". En la propuesta realizada se ha detallado que serán los propios ciudadanos, a través de otro referéndum, los que elijan seis miembros del futuro consejo directivo; los trabajadores de la entidad seleccionarán a siete y los políticos del Senado local, tan solo a dos.
Todos los preguntados pronosticaban un resultado muy ajustado. "50 y 50 por ciento de posibilidades, diría yo", en palabras del joven Raphael. "Dependerá del tiempo que haga. Si sale lluvioso y frío es posible que la gente se quede en casa", se resignaba Jonas mientras la manifestación arrancaba. En ese momento ni llovía, ni hacía un frío destacable, pero a su lado apenas marchaban unas 250 personas.