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Berlín, "harta" de la industria agroalimentaria

Miles de agricultores, activistas y ciudadanos se manifiestan en el centro de la capital alemana para denunciar las políticas a favor de grandes multinacionales como Monsanto.

Un momento de la manifestación en Berlín contra la industria agroalimentaria. - EFE

JAVIER PÉREZ DE LA CRUZ

“Para mí el tema se ha vuelto particularmente relevante desde hace unos cuatro años, cuando empezamos a cultivar nuestras propias verduras en casa”. Alejandra, una chilena que reside en Berlín con su familia, es una de las miles de personas que decidió ir el sábado a la manifestación Wir haben es satt (Estamos hartos), una iniciativa que desde 2011 reúne cada año en la capital alemana a agricultores de todo el país con el objetivo de reclamar una política alimentaria alejada de las grandes multinacionales.

“En casa uno se da cuenta de cómo deberían verse las frutas y verduras de verdad, es decir, con manchas, con deformidades, y también de lo fácil que sería echar un montón de productos químicos para que salieran más frutos y más ‘bonitos’. Nosotros perdemos un montón de cosecha a causa de bichos y enfermedades; entonces te preguntas qué está dispuesta a hacer, para salvar su producción, una empresa que solo está interesada en obtener más ganancia”, explica Alejandra como principal razón para acudir a la marcha.

Llamados a acudir con cacerolas y con el apoyo de cerca de 100 organizaciones civiles, miles de personas se echaron a la calle. Los organizadores esperaban un mayor número de manifestantes en esta ocasión. Principalmente por la enorme polémica causada recientemente a causa del glifosato, un herbicida de la compañía Monsanto calificado como “probablemente cancerígeno para los seres humanos” por la Organización Mundial de la Salud. El ministro de Agricultura, Christian Schmidt, decidió apoyar en la Comisión Europea la extensión de su uso por otros cinco años, pero lo hizo por cuenta propia y en contra de lo acordado con el resto del Gobierno de la canciller Angela Merkel.

“Esto muestra que hay un problema democrático. Hay diferentes encuestas que muestran que entre el 70 y el 83% de los alemanes está en contra del glifosato”, asegura a Público Christian Rollmann, portavoz de Wir haben es satt. “Cada vez, durante cada Semana Verde [la mayor feria de los sectores agropecuario y alimentario del mundo], el ministro de Agricultura anuncia grandes proyectos que después se quedan en nada. Ese es el problema, queremos unas políticas orgánicas para los agricultores y para la sociedad, no para las grandes multinacionales”, añade.

Un grupo de manifestantes durante la manifestación. - EFE

Un grupo de manifestantes durante la manifestación. - EFE

La Semana Verde de 2018 abrió el viernes pasado sus puertas, y los organizadores han convocado la manifestación al mismo tiempo que se celebra el acto principal: la reunión de ministros de Agricultura, que reúne a representantes de Estados de todo el mundo. Asimismo, la marcha de este año tiene especial relevancia por llegar en un momento en el que Alemania todavía no ha podido formar Gobierno casi cuatro meses después de las elecciones federales. El acuerdo parece más cercano después de que el congreso del Partido Socialdemócrata diera luz verde este fin de semana a negociar una nueva gran coalición encabezada por Merkel. El objetivo del movimiento Wir haben es satt es influenciar las conversaciones definitivas que, se prevé, se llevarán a cabo durante las próximas semanas.

“Queremos unas políticas respetuosas con el medio ambiente y con los pequeños agricultores. Al nuevo Gobierno le pedimos una reforma en el trato de los animales, que ponga fin a la agricultura centrada en la exportación y también un abandono de los pesticidas, no solo del glifosato sino también de otros”. Estas son, según Rollmann, las prioridades que el nuevo Gobierno alemán debería tomar en materia de políticas agrarias y alimentarias.

Una de las exigencias más marcadas de los manifestantes es, sin duda, conseguir que Christian Schmidt no vuelva a ser nombrado responsable de Agricultura en la nueva Administración alemana. A pesar de toda la polémica creada por sus decisiones unilaterales, Schmidt, miembro de la CSU, el partido conservador de Baviera hermanado con la CDU de Merkel, defiende su gestión y ofrece diálogo. "Tenemos que afrontar juntos los retos. Todas las preguntas deben enfocarse desde una perspectiva de diálogo, y nuestros agricultores tienen un gran papel que jugar”, aseguraba recientemente Schmidt, a través de un comunicado, en el marco de la celebración de la Semana Verde.

Perspectiva internacional

La movilización Wir haben es satt también tiene como objetivo afianzar un movimiento que en otros países ya está más establecido. “Esta marcha es la expresión alemana de un movimiento internacional que en algunos países toma el nombre de soberanía alimentaria, o en Estados Unidos, de justicia alimentaria, un movimiento que en Alemania no está tan articulado”, explica Sofía Monsalve, secretaria general de FIAN Internacional, organización con estatus consultivo en las Naciones Unidas y a favor del derecho a una alimentación justa y sana.

Monsalve considera que Alemania, con sus actuales políticas, contribuye a “la destrucción del acceso al mercado de pequeños campesinos”. “Un ejemplo es la leche. En Alemania han desaparecido 40.000 productores de leche durante los últimos diez años”.

En este sentido, a la secretaria general de FIAN Internacional también le preocupa la posible compra de Monsanto por parte de la química alemana Bayer, a la espera de que la Comisión Europea determine si la viola las leyes antimonopolio. “Si esta fusión finalmente se produce, solo tres grandes empresas controlarán tres cuartas partes del mercado global de semillas comerciales -detalla Monsalve-. Así se profundiza en un modelo que tiene consecuencias en la seguridad alimenticia y erosiona a pasos acelerados la biodiversidad, pues las compañías promueven un espectro muy limitado de variedades”.

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