Beata Balogová, periodista y directora del diario 'SME': "Recibí un mail que decía: «Tú, puta, has matado a Fico»"
Publicidad
SARAJEVO,
Malos tiempos para la lírica, y quien dice lírica bien puede decir periodismo. También para la ética. Los bulos y mentiras están a la orden del día, al igual que la política histriónica, de blancos y negros, bajeza intelectual y acusaciones al adversario de tono elevado y contenido hueco. Son tiempos de Mileis, Orbáns, Trumps o Ayusos. De sembrar odio sin importar las consecuencias. Porque habrá consecuencias. De hecho, ya las hay.
No hace ni dos semanas, el 15 de mayo, fue tiroteado el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, un admirador de Viktor Orbán con un discurso nacionalista, prorruso y contra la migración. Fico ya había ocupado esa posición con anterioridad, pero la presión social tras el asesinato del periodista Jan Kuciak y su novia forzó su dimisión en 2018. En su último reportaje, Kuciak (27 años) desvelaba las posibles conexiones de la mafia italiana con personas próximas al jefe del Ejecutivo.
Fico y su entorno llevan años cargando contra los periodistas independientes y críticos; al igual que Orbán en Hungría, que Trump hizo en EEUU o que Milei hace en Argentina (Ayuso prefiere financiar medios afines y de desinformación). Y ahora, con el odio suelto como una manguera desbocada, esos periodistas se convierten en objeto de agresiones. Beata Balogová dirige 'SME', uno de los principales periódicos de Eslovaquia, y ha sido foco de los insultos de la órbita política de Fico. Coincido con ella en Sarajevo, durante el Congreso mundial que organiza anualmente el International Press Institute (IPI). En esta entrevista habla sobre la espiral de odio y sus efectos.
Quizá pueda empezar por aportarnos un poco de contexto sobre qué ha sucedido en Eslovaquia desde el asesinato del periodista Jan Kuciak. ¿Por qué y en qué circunstancias políticas fue asesinado?
Jan Kuciak, colega periodista, fue asesinado hace seis años. Justo antes de su asesinato había mucha tensión social y política, y una escalada de ataques verbales contra periodistas. Ya en esa época Robert Fico era primer ministro y no es que fuera sólo crítico, es que era casi agresivo hacia los periodistas: nos llamaba serpientes babosas, sucios, prostitutas eslovacas... Por eso, cuando Jan Kuciak fue asesinado, la sociedad entró en shock. Y cuando escribimos [en SME, el periódico que dirige Beata Balogová] que Robert Fico era políticamente responsable de su asesinato, se enfadó muchísimo y dijo que él no tenía que ver con el atentado y que no debíamos conectarlo con él.
Publicidad
Pero ya en aquel momento yo tenía claro que la atmósfera [de agresividad] que crean los políticos de alguna manera legitima que se produzcan ataques, que en algún momento alguien pueda sentir que es absolutamente correcto coger un arma y disparar al enemigo; y en aquel momento los periodistas éramos realmente enemigos. Después de las elecciones parlamentarias de septiembre [de 2023], tuve la sensación de que las agresiones desde la esfera pública eran todavía mayores, más intensas que antes del asesinato de Jan Kuciak.
Tras el asesinato de Kuciak, figuras políticas de máximo nivel tuvieron que presentar su dimisión, incluido el entonces primer ministro, Fico.
Sí, Robert Fico se vio obligado a dimitir por las protestas masivas, también su ministro del Interior. 100.000 personas salieron a la calle a pedir su renuncia. Ya en ese momento Fico decía que la sociedad civil y los periodistas habían generado la presión para poner fin a su Gobierno. Luego tuvimos un nuevo Gobierno, el de Igor Matovič, pero para los periodistas realmente no supuso un gran cambio porque, aunque era de una tendencia política completamente distinta y un gran crítico de Robert Fico, continuó con los ataques. Y se lo tomó muy a pecho. Era agresivo. Usaba sobre todo Facebook, pero citaba a periodistas por sus nombres. Cada día había un post en el que hablaba sobre periodistas como si fueran enemigos.
A raíz del covid y de la mala gestión de la pandemia, estaba claro que se abría una nueva oportunidad para Robert Fico. Pero para regresar, Fico necesitaba navegar otras aguas. Así que empezó a hablar con las partes más extremas de la sociedad, a transmitir mensajes del partido neonazi, y por ese motivo su retórica se convirtió en aún más agresiva. Comenzó a hablar de asuntos de los que solo hablaba el partido más de extrema derecha: empezó a ser muy agresivo contra la comunidad LGTBI+, se mostró claramente prorruso, empezó a hablar de George Soros como la figura detrás de cualquier cosa, hablaba del "terror liberal"... y como en Eslovaquia todavía hay medios críticos, buscó medios amigos entre páginas de desinformación.
Publicidad
Y supongo que los encontró.
Sí, sí, y te voy a poner justo un ejemplo. Uno de ellos es un neonazi con tres órdenes de detención contra él, Europol lo busca porque está acusado de tres crímenes diferentes, se esconde en Reino Unido y tiene un programa extremista en YouTube en el que ha aparecido el ministro del Interior eslovaco en varios debates; o sea, Robert Fico y su equipo son invitados a un programa de desinformación. Hablan con la parte más extrema de la sociedad y legitiman no sólo su agenda, sino sitios de desinformación que no tienen una estructura de propiedad clara, muchos de los cuales están financiados por Rusia. Y como el primer ministro los legitima, de pronto más y más gente los lee.
En esta situación, hace tres semanas escribí para el periódico húngaro HVG que tenía la percepción de que una acción muy agresiva iba a tener lugar. Y escribí que Fico piensa que el odio es como un perro de presa a través del cual canalizar todo ese odio hacia la sociedad y que puedes entrenar para que el odio ataque a la persona a la que apuntas. Pero yo explicaba que no funciona exactamente así. Y entonces Fico recibió cinco disparos. No fue tiroteado por ningún grupo organizado, fue un pensionista de 71 años, una persona confusa que en diferentes momentos de su vida fue prorruso, luego apoyó ideas nacionalistas, después se unió a las protestas contra el Gobierno... Y disparó a Fico. Llegados a ese punto, todo fue aún a peor.
Publicidad
Entonces, ¿no cree que el intento de magnicidio haya sido una acción política?
Los funcionarios del Gobierno, inmediatamente después del intento de asesinato, dijeron que había sido un acto político. Me pareció preocupante que se quisiera sacar rédito político del atentado intentando señalar a la oposición y al Partido Liberal de Eslovaquia, que es justo lo que sucedió. Pero cuando el hombre [el presunto magnicida] fue interrogado, dijo que estaba preocupado por los pasos de Fico, que no le gustaban las medidas drásticas que estaba tomando contra los medios públicos, que estaba dañando el Estado de Derecho en Eslovaquia...
Desde comienzos de este año, casi cada semana se sucedían protestas masivas contra Robert Fico, que estaba siguiendo el manual de Viktor Orbán y que quería hacer en un año lo que Orbán hizo en una década. Intentó tomar los medios de comunicación públicos de manera muy agresiva, aprobó una modificación del Código Penal que proponía penas más blandas para los delitos relacionados con la corrupción. La interpretación [social] fue que con estos cambios quería proteger a las personas cercanas a su partido que estaban perseguidas penalmente. Y esto generó mucha preocupación en la sociedad, pero también porque la política de Fico era como una historia centrada en el enemigo.
Publicidad
Siempre hablaba de enemigos y su agresividad hacia los medios de comunicación aumentó aún más. Es muy interesante que sólo un par de semanas antes del intento de asesinato dijera que pensaba que, a causa de los medios de comunicación y de lo críticos que eran, un político del Gobierno podría ser asesinado. Yo en ese momento dije que era la primera vez que Fico admitía que la atmósfera de odio en la sociedad podría resultar en un asesinato, algo que no hizo cuando un periodista [Kuciak] fue asesinado.
¿Qué conexiones políticas se intentaron establecer y cuáles son las consecuencias?
Los colegas de Fico y distintas personas de SMER [el partido de Fico] empezaron a establecer conexiones entre el asesino y el Partido Liberal. Y también hubo un gracioso error de traducción: en Hungría Viktor Orbán cayó en la trampa, porque alguien tradujo [erróneamente] como "izquierda" el nombre de la ciudad de origen del presunto magnicida. Así que lo describieron como un activista de izquierdas, algo que no era cierto. Fue sólo un error, pero, por ejemplo, para Orbán el error era lo de menos, porque políticamente él está luchando contra la izquierda y diciendo que la oposición en Hungría es izquierdista; y está haciendo un mal uso y abusando del intento de asesinato de Fico.
Publicidad
A raíz de este comportamiento de Orbán, en Eslovaquia lo que ocurrió fue que en muy poco tiempo la gente empezó a acercarse al partido SMER y a aludir directamente a los periodistas. Así que prácticamente desde el primer día yo empecé a recibir mails de odio en los que se decía que el tiroteo había sido por mi culpa. Uno de ellos decía: "Tú, puta, has matado al Primer Ministro, tú has matado a Fico". Aunque parte de la sociedad y de los políticos −incluso el recién elegido presidente, Peter Pellegrini− llamaron a la calma, cuando una sociedad está tan dividida, algo tan extremo como el tiroteo de Fico convierte esa sociedad en una especie de bola de nervios: solo con que la toques, reacciona.
Y esto con los medios de comunicación en el foco.
De alguna manera, los políticos están intentando que los medios demos marcha atrás. Hay esta narrativa consistente en decir que, como hemos llamado a Fico jefe de la mafia, como hemos dicho que es corrupto, lo hemos deshumanizado hasta el punto de que alguien haya pensado que es correcto matarlo. Pero ni mi periódico ni otros hemos instigado el odio hacia Fico. Y ahora nos vemos en la tesitura de tener que explicar qué es el odio y qué es la crítica, qué es el discurso de odio y qué es el periodismo de investigación. Hay incluso peticiones para que los periodistas pidan disculpas a Robert Fico por lo que le han hecho.
Publicidad
Y empieza a darse una situación delicada: incluso entre mis colegas empiezo a ver que hay cierta autorreflexión, porque eres humano, estás pensando en el tipo. Yo personalmente creo que he pensado en Robert Fico más que algunos de sus colegas que están ocupados difundiendo odio. Pienso en él todos los días. Me pregunto lo que le hace a una persona ver que alguien te está disparando; cómo cambia tu sistema de valores, ya sabes, pienso que no puedes volver a ser el mismo que eras antes. Pero que piense en él no significa que haya dejado de ser crítica con su carrera política y con sus actos políticos.
Sin embargo, me preocupa que para algunos periodistas sea más difícil y que pueda haber más autocensura después de su asesinato. Veo que algunos de mis colegas están dando pasos atrás y están un poco más confusos acerca de cómo cubrir, por ejemplo, algunos de los casos en los que Fico estuvo involucrado. Porque nada ha cambiado. Si su Gobierno está ahora en el proceso de adoptar leyes que debilitan el servicio público de radiodifusión, ¿no deberíamos escribir al respecto? Por supuesto que lo haremos. Así que ahora tenemos una situación muy compleja que nos toca navegar: las implicaciones que tiene para los periodistas todo el odio acumulado y la agresión en una sociedad.
Publicidad
¿Siente que está en peligro?
Tras el intento de asesinato, recomendamos a los colegas que trabajaran desde casa. Yo recibí un par de mails agresivos. Y empezamos también a pensar en cómo hacer más seguras nuestras oficinas. No sabemos si realmente estamos en peligro pero, si ciertos políticos continúan señalando a periodistas y culpándonos del tiroteo a Fico, ¿qué garantía tenemos de que la cabeza de alguien no haga clic en algún momento y decida volar por los aires la redacción de SME?
Usted es una conocida periodista en Eslovaquia. ¿Tiene miedo al caminar por la calle en Bratislava?
Pienso en ello. Tengo un nuevo corte de pelo y creo que la razón por la que no he actualizado aún mis fotos en la web está en los ataques que he experimentado en los últimos dos meses, más intensos, más agresivos y más personales. Estos ataques no sólo van dirigidos a mi trabajo, sino también a mi aspecto. He recibido mensajes en los que me llamaban mangalica, una raza de cerdo doméstico; decían que la entonces presidenta del país, Zuzana Čaputová, y yo somos dos mangalicas y que debíamos ir al matadero. Una persona incluso recortó mi foto y pegó en ella una cabeza de cerdo. Recibo mensajes que dicen que Satanás mira a través de mis ojos y que mi familia va a sufrir. Tuve que hacerme una biopsia debido a un hallazgo sospechoso en una mamografía y exactamente en ese momento recibí un mensaje que deseaba que el cáncer se comiera mi cuerpo. Por supuesto, fue accidental que lo recibiera en ese momento, pero me afectó mucho.
Publicidad
Así que, cuando junto todo esto, tengo más cuidado. Miro a mi alrededor cuando me subo al tranvía e intento sentarme en la parte trasera para poder verlo todo. No significa que siempre me preocupe, pero soy consciente de ello. Tengo una colega que fue agredida en la calle y es una periodista muy destacada que, de hecho, se retiró tras sufrir intensos ataques. El neonazi que mencioné al principio empezó a difundir noticias falsas sobre ella. Dijo que había abortado tres veces y la amenazó con difundir un vídeo obsceno sobre ella, un vídeo falso, y en ese momento ella dijo que no podía aguantar más y durante un tiempo dejó de hacer reportajes políticos. Ahora está más recuperada y está pensando en volver, pero antes de tener estos problemas emocionales iba caminando por la calle y un tipo se abalanzó sobre ella y la tiró del pelo; debía de ser alguien que estaba loco, pero nunca se sabe.
¿Cree que estos ataques son peores por el hecho de ser mujeres?
Creo que sí. Creo que los ataques contra las mujeres periodistas son más brutales porque son más personales y porque tienen como objetivo tu cuerpo y tu aspecto. Y muy a menudo se pueden ver patrones en estos ataques, porque utilizan el mismo motivo, diferentes personas te envían formulaciones muy similares. También creo que estos atacantes nos ven como objetivos más fáciles porque piensan que permaneceremos en silencio o nos retiraremos; y a veces incluso les funciona, porque sé que varias de mis colegas mujeres son más cuidadosas con publicar sus fotos, aparecer en vídeos... porque simplemente no quieren ser acosadas.
Publicidad
¿Se ha planteado retirarse de las redes sociales?
Todavía no, pero ahora estoy bloqueando. Antes mi límite de tolerancia era más alto, así que, si alguien estaba difundiendo mentiras o criticándome, realmente me lo pensaba mucho. Pero ahora, a la primera señal de que alguien me está atacando verbalmente, simplemente borro y bloqueo, y esto es lo que recomiendo a mis colegas también: no leáis esos mensajes.
En Eslovaquia tenemos una web para un periodismo seguro, es una ONG, así que podemos enviar todos los ataques allí y ellos cooperan con la Policía. No ha habido muchos éxitos hasta ahora, en parte porque la Policía está controlada por el Gobierno y no creo que tengan mucha motivación para investigar estos ataques. Pero se los enviamos. A veces recibo mensajes que sinceramente creo que debería denunciar a la Policía. Pero pensar en todo ese procedimiento −vas a comisaría, tienes que declarar, teclean tu testimonio y luego no pasa nada− me echa para atrás. Aunque tengo que decir que tengo una historia de éxito: una persona que me atacó sistemáticamente y que fue localizada por la Policía y condenada en un tribunal.
Publicidad
Ese caso se hizo público y supuso un mensaje importante para los periodistas en aquel momento. Fue bastante brutal porque este tipo, apenas un par de semanas después del asesinato de Jan Kuciak, cambió 99 veces de identidad para poder enviarme mensajes. Escribía que a la gente como yo había que matarla de un tiro en la cabeza, aunque luego rectificaba y explicaba que de un tiro no, porque es una pena desperdiciar balas con mi cabeza. El juez, que juzgaba los casos penales más importantes de Eslovaquia, dijo que nunca antes había experimentado ataques verbales tan intensos hacia un individuo. Y pude ver que el propio juez estaba en cierto modo ofendido por ese tipo, que estaba utilizando siete dispositivos diferentes para enviar estos mensajes de odio no sólo a mí, sino también a varios colegas y a varias mujeres.
Cuando se cumplió un año del asesinato de Jan Kuciak, varios miembros del International Press Institute fuimos a Eslovaquia. Y en el acto que celebramos en su memoria, usted dijo que era muy importante que la sociedad entendiera que su asesinato no era un problema que se circunscribiera solo a periodistas, sino que afectaba a toda la sociedad. ¿Cree que la sociedad eslovaca lo ha comprendido?
No creo que toda la sociedad lo haya entendido, pero parte de ella sí. Y me alegro de que lo menciones, porque fue bastante difícil explicar cuál es la diferencia entre la muerte de una anciana atropellada por un coche y la de un periodista. Fue todo un reto. Me di cuenta de que hay aún más confusión sobre lo que hacen los periodistas. También por culpa de los políticos, que intentan convencer a la gente de que el trabajo de vigilancia no es algo que deban hacer los periodistas. Dicen que, si queremos criticarlos, debemos presentarnos a las elecciones y, una vez elegidos, tendremos legitimidad. Pero nosotros, como periodistas, no necesitamos ganar unas elecciones para estar legitimados para criticarlos.
Siento mucho decirlo, pero tengo la impresión de que nos hemos movido en círculo. Tras el asesinato de Jan Kuciak tuve la sensación de que se había producido una cierta mejora, porque la sociedad se escandalizó, pero ahora volvemos al mismo punto en el que se ataca a los periodistas y los políticos no piensan en las posibles consecuencias. E incluso después del asesinato del primer ministro, que es un acto horrible, no se dan cuenta de que, detrás de todo esto, está el odio. Y no deberían utilizar este horrible acto para hacer marketing político para sí mismos y tratar de castigar a los medios de comunicación.
Es lo peor que se puede hacer, porque si el odio se cultiva justo después de una tragedia, esto no puede acabar bien. Así que estoy bastante preocupada por cómo evolucionará todo. Y también es una situación muy interesante y delicada, porque casi parece que ahora todos estamos esperando cuáles serán las primeras palabras de Robert Fico cuando hable públicamente, y quiero confiar en lo humano que hay en él. Quiero pensar que después de un acto tan horrible condenará la violencia y no contribuirá a aumentar el odio, pero la gente dice que soy una ingenua.
¿Entonces usted confía en la humanidad o en los políticos?
Confío en la humanidad y en este momento quiero creer que se dan cuenta de que no hay otra opción que calmar a la sociedad y volver a la normalidad.
Pero es consciente de que esto no sucede solo en Eslovaquia, que está ocurriendo igual en muchas partes del mundo.
Lo sé. Y no tengo una solución instantánea. Sólo intento tener la fuerza suficiente para seguir en mi puesto y hacer mi trabajo, porque es lo único que puedo hacer. Pero ahora estamos a la espera de cómo Robert Fico dirigirá la sociedad cuando regrese. Y le deseo que se recupere del todo.