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Argentina Al Fondo y a la derecha

El presidente Macri aprovecha el temor que se extendió en la sociedad por la crisis que provocaron las medidas de su gobierno, para disciplinar y ajustar aún más a los sectores de menos recursos. La vuelta del FMI confirma la vuelta a los 90.

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“El FMI erró en particular en el período pre-crisis, soportando las debilidades fiscales pronunciadas del país, aún cuando era evidente que a finales de los ‘90 la disciplina fiscal y las reformas estructurales estaban ausentes”, dice un informe del FMI del 2004 para explicar la crisis del 2001. Además, el documento recogido por Página12, resaltó que “la supervisión del FMI y sus condiciones fueron débiles y por eso la deuda pública creció, disminuyendo la habilidad de las autoridades para usar contracíclicamente la política fiscal”.

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El menemismo y la Alianza habían creado las condiciones para la crisis del 2001-2002 por seguir los lineamientos del FMI, una crisis que destruyó la economía, la peor en la historia del país. Las crisis de ese período a nivel mundial tuvieron algunos elementos comunes. En primer lugar fueron precedidas de un boom que implicó la entrada masiva de capitales y, en segundo lugar, estos capitales se fueron repentina y masivamente. Con las Lebac, Mauricio Macri convocó en masa a capitales especulativos. Y ahora su salida implicaría un derrumbe similar o peor al de 2001. Esto ha sido la crónica de una crisis anunciada.

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Otro elemento en común: Menem y De la Rúa coincidieron al buscar como tabla de salvación a Domingo Cavallo y al FMI. Fueron una verdadera garantía, pero para el desastre. Los dos gobiernos, entre la convertibilidad de Cavallo y los ajustes del FMI, cultivaron las condiciones para la explosión de 2001-2002. En 1998, el FMI ponía como ejemplo ante el mundo a la economía argentina y calificaba a Menem como “nuestro mejor alumno”, al mismo tiempo que la economía entraba en un pico de recesión –del que sólo se repuso varios años después con el kirchnerismo– y la deuda externa crecía en forma acelerada.

Era un año preelectoral y el gobierno menemista se había mostrado efectivamente como su mejor alumno. Fue una forma de intervenir en política a favor de Menem. Cuando apenas asumió al año siguiente, Fernando De la Rúa demostró que no había ninguna diferencia con su antecesor y entonces el FMI le dio el blindaje y le permitió el maquillaje de una situación que ya era explosiva.

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En el 2004, después que la economía de su mejor alumno se fue al demonio, el FMI se hizo una autocrítica. Pero no por haberse equivocado al imponer los lineamientos que habían llevado al desastre y haber errado todos los diagnósticos y no haber previsto la dimensión de la crisis. Su autocrítica fue por no haber sido más exigente en el cumplimiento de sus condiciones. Quería más ajuste –en un país que ya estaba muy ajustado– y exigía que se cambiaran las leyes de jubilación.

El recorte de las jubilaciones está siempre en las exigencias del Fondo. Hay una insistencia particular en este tema. Muchos de los jubilados que votaron a este gobierno –y los que no lo votaron– ya están sintiendo los rigores de estas políticas antiprevisionales con el recorte del índice de actualización. Lo sufrirán más con la alta inflación. Lo siguen sufriendo con el aumento de los remedios. Y en el futuro inmediato lo volverán a sufrir con las seguras restricciones que impondrá este regreso de la “supervisión” del organismo financiero internacional.

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El retorno del Fondo a la Argentina es una victoria del mundo financiero internacional al que representa. El gobierno kirchnerista fue muy crítico del papel que había tenido el FMI en la crisis del 2001-2002. Al igual que Lula en Brasil, en el 2006 Néstor Kirchner pagó la deuda de 9 mil millones de dólares con el Fondo y cortó cualquier intervención del organismo en la economía del país. Fue una derrota fuerte para el Fondo de la que ahora se recupera gracias al macrismo y los radicales. El precedente había sido Cuba, que en 1964, tras pagar su deuda, se retiró del organismo (en realidad, la terminó de pagar cuando ya se había retirado). Ni Lula ni el kirchnerismo volvieron a pedir prestado ni a permitir el control sobre sus economías.

En la historia, el FMI ha respaldado e impuesto dictaduras y gobiernos derechistas latinoamericanos y ha tratado de frenar las medidas de distribución del ingreso y las mejoras sociales a las que visualiza como un gasto innecesario. Este retorno del FMI es coherente con el pensamiento del macrismo y su campaña de desprestigio y difamación de las políticas populares. Seguramente se hubiera producido sin necesidad de esta crisis de inflación, devaluación, tarifazo y fuga de capitales.

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Y ¡ojo!: decir que el FMI no dejará caer la economía argentina porque no le conviene después de su fracaso del 2001 y del kirchnerismo, es lo mismo que decir que “estos no roban porque son ricos”. Al FMI tampoco le convenía la crisis que estalló en el 2001 y sin embargo sucedió. Con esta decisión, Macri aprovecha el temor que se extendió en la sociedad por la crisis que provocaron las medidas de su gobierno, para disciplinar y ajustar aún más a los sectores de menos recursos. La vuelta del FMI confirma la vuelta a los ‘90. Al Fondo y a la derecha: el inodoro.

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