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Actualizado:Filas de hasta más de un kilómetro se formaron en Buenos Aires y en otras ciudades de Argentina cuando decenas de miles de personas, la mayoría adultos mayores, acudieron a los bancos este viernes, en plena cuarentena obligatoria, para cobrar sus jubilaciones y otras prestaciones sociales. Con las entidades cerradas desde hace dos semanas, cuando entró en vigor el confinamiento, el Gobierno de Alberto Fernández no previó la aglomeración de personas que se iba a producir en el primer día de los tres habilitados para el cobro de las asignaciones.
Las colas eran un prontuario de todos los perfiles de riesgo que deben respetar el "aislamiento social obligatorio" dispuesto por el Ejecutivo para prevenir el contagio del coronavirus. Abundaban los mayores de 65 años, algunos muy ancianos. Uno de ellos era Elías González, quien se desplazó entre dos localidades de la provincia de Buenos Aires para cobrar su pensión en la sucursal que tenía asignada.
"Mi abuelo, que tiene 70 años y fue obrero metalúrgico, madrugó y viajó de Merlo a Castelar para cobrar la jubilación, ya que la mayor parte de los lugares para comprar con tarjeta de débito están cerrado", contó a Público su nieto, Diego González. "Tras casi una hora de viaje, se encontró con una cola de casi cuatro cuadras (unos 400 metros) para entrar al banco, cuando todavía faltaban dos horas para que abriera. La gente estaban apelotonada en una fila común como si fuera un día cualquiera".
Elías es hipertenso. Aunque llevó una mascarilla de protección, su nieto montó en cólera cuando se enteró de lo sucedido. "Tuvo cinco horas de espera", enfatizó. "Hay gente que vive al día y que necesita comprar porque no tiene nada, y además en los barrios más humildes hay que manejarse en efectivo. El Gobierno dejó a todos los jubilados haciendo colas, cuando son los más expuestos a la pandemia. Han mandado como vacas al matadero a la población con más riesgo de contagiarse", reprochó.
Algunas personas se apostaron desde la madrugada frente a las entidades a la espera de que las sucursales abrieran, con temperaturas que apenas alcanzaban los dos dígitos. Era todavía de noche cerrada cuando a las 5.00 am apareció el primer cliente de una de las sucursales del Banco Nación en el centro de la capital argentina, según explicó a este diario uno de los dos policías de la ciudad de Buenos Aires que se apostaron a la entrada del local para rociar con alcohol en gel las manos de los clientes a medida que ingresaban al interior. Cuando cinco horas después abrió el local, la fila superaba los 200 metros, aunque las personas mantuvieron entre ellas una distancia mínima de seguridad.
Más caótica fue la situación en el interior del país, donde se presenciaron las mayores aglomeraciones, lo que provocó que muchas personas no pudieran ser atendidas. En esos casos fue aún peor, porque tras horas de espera, los clientes se agolparon a las puertas de las sucursales para protestar.
Eterna espera
Las autoridades anunciaron durante la mañana que los bancos también abrirían sus puertas durante este fin de semana, pero ya era tarde. La mayoría no quiso resignar su lugar en la cola. Cynthia Méndez fue de las que decidió continuar la espera con su madre, de 68 años, en el municipio bonaerense de Villa Adelina, adyacente a la capital argentina.
"Yo decidí quedarme porque ya la había expuesto", explicó esta mujer de 41 años. "Mi mamá no tenía tarjeta de débito porque siempre ha cobrado por ventanilla. Con el cierre de los bancos, traté de que lo hiciera por otros medios pero no pude acceder a ninguna solución, así que cuando dijeron que iban a abrir los bancos este viernes, lunes y martes, decidimos ir el primer día".
Las dos mujeres llegaron una hora antes de que abriera la sucursal. Había unos 200 metros de cola. "Se manejó bastante bien la distancia entre una persona y otra, no fue como lo que he visto en otros bancos, pero en mi fila había abuelos muy grandes, algunos no podían estar de pie. Se hizo muy pesado, a tal punto que cuando ya estábamos llegando mi mamá se sentó directamente en el suelo. Ella llevaba una mascarilla y no se la sacaba para nada, pero la mayoría no contaba con ninguna protección".
Cuatro horas tuvieron que aguardar Cynthia y su progenitora para ser atendidas. "No dejaba de pensar en toda la gente que estaba a mi alrededor y que estaba expuesta después de respetar una cuarentena de dos semanas, con otros diez días que todavía tenemos por delante", refirió. Su madre, al igual que su abuela, llevaba sin salir de casa desde el pasado 7 de marzo, cuando murió en Argentina la primera persona enferma de covid-19. "Desde ese momento las puse en cuarentena. 'No salen', les dije. Entre mi hermano y yo nos turnamos para comprarles lo que necesiten y les dejamos las cosas en la puerta. Por eso cuestiono de qué sirve tanto cuidado si nos expusimos todos ahí", añadió. "Hoy ya solucioné lo de mi mamá, pero mañana me toca lo de mi abuela".
Tras una reunión de urgencia, el Gobierno estableció un cronograma según la terminación del DNI para reducir la afluencia a las sucursales, y dispuso que la atención será solo para los siete millones de jubilados y pensionistas que tiene el país. También extendió una hora el horario de atención y decretó que las entidades abrirán hasta el miércoles.
Es decir, que ya no podrán ser atendidos en las ventanillas otros 4,3 millones de beneficiarios que reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH) y por Embarazo, una ayuda estatal para las familias más empobrecidas que estos días también podrán cobrar un Ingreso Familiar de Emergencia de 10.000 pesos (136 euros) para paliar la crisis económica que trae aparejado el coronavirus.
Argentina continuará en cuarentena hasta el 12 de abril por lo menos, aunque la curva epidémica parece no dispararse. El Ministerio de Salud ha confirmado este viernes 1.353 casos de coronavirus en todo el país, 88 en las últimas 24 horas. Hasta el momento fallecieron 42 personas por el virus SARS-COV-2, incluido un español de 76 años que murió este viernes en la provincia de Mendoza (centro-oeste). Mientras intenta ralentizar la propagación de la pandemia y se ocupa de un sistema sanitario que depende en gran medida del sobreesfuerzo de su personal, el Gobierno ha tenido un traspié que le puede pasar factura. Inusualmente callada en estos días, la oposición no ha tardado en sacar los dientes y ha empezado a pedir renuncias.
Es de tal gravedad lo que ha ocurrido con los jubilados en los bancos que todo el sacrificio de los argentinos en la cuarentena se puede perder. Le pido al Presidente que actúe de inmediato y que los responsables sean separados. Las responsabilidades se asumen, no se comentan. https://t.co/JntEmPT6VL
— Mario Raúl Negri (@marioraulnegri) April 3, 2020
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