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Alfonso Cano fue traicionado por uno de sus mandos de las FARC

El líder de la guerrilla, muerto en noviembre de 2011, ya mantenía entonces conversaciones con el presidente Santos. Su delator fue Pachochino, contrario al proceso de paz por sus negocios con los narcos

ANTONIO ALBIÑANA

La muerte del jefe de las FARC Alfonso Cano, (sucesor del  líder histórico, Manuel Marulanda Tirofijo), a manos del Ejército colombiano el 4 de Noviembre del año pasado en el caserío de La Salvajina, en el Norte del Cauca, solo y desarmado, fue consecuencia de la traición de uno de sus hombres, el jefe de la guerrilla de la zona, alias Pachochino, disconforme con la negociación para la paz que Cano sostenía personalmente con el Presidente Juan Manuel Santos.

Según ha podido saber Público de una fuente de extrema fiabilidad, tras revelar la posición del máximo comandante guerrillero a las fuerzas militares, Pachochino advirtió a la guardia personal de Cano, unos 300 hombres, para que le abandonaran y le dejaran morir solo, con su compañera y el encargado de sus comunicaciones, que solo unas horas antes había realizado una llamada tan desesperada como infructuosa al propio presidente Santos, al sentirse acorralado. El jefe de la guardia, Tomás Rojas, alias el indio Efrain, huyó y se entregó a un escuadrón del Ejército, después de la entrega y muerte de su jefe, y su paradero se desconoce en este momento.

Pachochino era uno de los dirigentes de las FARC instalados en el próspero negocio de la droga y enemigos de la desmovilización que significará el final de esta actividad, que es uno de los puntos que se incluyen en la agenda de Paz que se discutirá en La Habana y Oslo. Quienes tuvieron ocasión de entrevistarse con él en los últimos tiempos se sorprendieron por el nivel de lujo y derroche que exhibía este jefe insurgente.

Después de unos pocos días de zozobra tras la muerte de Cano, los mecanismos internos de las FARC nombraron nuevo jefe a Timoleón Jiménez Timochenko, cuya primera iniciativa fue la de declararse partidario y seguidor del proceso de paz iniciado por su predecesor. Los homenajes a Cano fueron breves y de perfil bajo dadas las circunstancias (no reveladas aún públicamente) de traición en la que se produjo su muerte. La dirigencia central de la guerrilla convocó al traidor Pachochino, del que en este momento no se sabe si fue fusilado de inmediato o consiguió huir con el producto de su negocio de narcotraficante.

Por parte del Gobierno, el Presidente Santos reveló hace unas semanas en Estados Unidos que era él personalmente el que mantenía las conversaciones secretas con Alfonso Cano, previas a las realizadas más tarde en la Habana para fijar la agenda de la negociación. Luego se rectificó a sí mismo y emitió un comunicado diciendo que usaba a un tercero para los contactos con el jefe de las FARC.

Respecto a la orden de su eliminación en mitad de las conversaciones, Santos declaró que le dolió, pero que 'las reglas son las reglas' y ambos habían decidido no suspender las hostilidades. Otras fuentes hablan de la presión del Ejército para matarlo de inmediato una vez se supo su paradero, e incluso de que los militares habrían consumado la acción antes de hacérselo saber al Presidente.

A pesar de esta traición, que podría haber dado al traste con la iniciativa para poner fin negociado a una guerra que dura ya cerca de 60 años, la fase decisiva de la conversaciones será presentada el miércoles en Oslo, con una agenda que incluye cinco puntos: reforma agraria; participación en política de los miembros de las FARC; fin del conflicto y abandono de las armas; drogas ilícitas; y víctimas y verdad.

El Presidente y el Fiscal General han gestionado en los últimos días iniciativas para dejar en suspenso las órdenes y condenas contra los jefes guerrilleros que van a participar en la negociación, incluidas las circulares de Interpol, y ya han salido hacia la capital noruega bajo la protección de la Cruz Roja comandantes como Hermes Aguilar, Bernardo Salcedo o Rubén Zamora, que desde Pasto, Neiva y Medellín embarcan vestidos de civil sin que el resto de pasajeros adviertan nada especial.

El caso del Sargento Pascuas es especial. Este anciano, jefe del Frente sexto de las FARC, es el último de los fundadores de la guerrilla superviviente, una leyenda viva que acompañó a Manuel Marulanda y a otros 45 campesinos en Mayo de 1964, cuando decidieron 'enmontarse' y fundar el movimiento armado más antiguo del continente junto al ELN.

La presencia de Pascuas en la mesa negociadora de Oslo, que luego se trasladará a La Habana, se interpreta como un mensaje a los sectores de la guerrilla que aún permanecen reticentes hacia un proceso que terminará con la entrega de las armas y la vuelta a la vida civil.

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