Una salida a la crisis de desempleo del 2020 en la megapolis Ciudad de México está en un sistema agrícola del siglo XIV.

En la zona rural de la capital mexicana hay más de 2.200 hectáreas de chinampas, islas de cultivos conectadas por canales en las que se siembran desde tomates hasta flores comestibles. Las llaman jardines flotantes.

Cuando uno pone el pie en una chinampa tiene sensación de caminar en las orillas de un gran charco en el que, si no va con cuidado, acabará hundiendo media pierna en el barro.

"Es un sistema sumamente productivo porque utilizamos el lodo del fondo del canal, que es rico en nutrientes", explica el emprendedor Ricardo Rodríguez a Público, mientras espera que llegue una canoa que lo lleve hasta su isla.

La red de canales tiene más de 400 kilómetros de largo y es la que proporciona el agua que absorben las chinampas. La zona está entre los municipios de Xochimilco y Tláhuac, y es de los pocos vestigios que quedan de los cinco lagos prehispánicos que formaban la cuenca donde hoy se ubica la Ciudad de México.

"Vas a sentir el lodo tibio, como un brownie de lodo. Eso hace que las semillas germinen", explica Rodríguez, mientras hunde el dedo índice en el barro sacado del canal y puesto en un molde de madera, donde sembrará las pepitas que un día serán jitomates. El empresario usa la técnica prehispánica del chapín para hacer germinar las plantas en este semillero durante 15 días. Luego, las trasplanta al huerto que tiene en la chinampa.

El lodo es clave para tener siete cosechas al año pero también para la supervivencia de las chinampas. "Tenemos que sembrar y sacar el lodo del canal. Eso crea profundidad y hace que no se seque", explica, consciente de que en ello no sólo está en juego la herencia que les dejaron los aztecas, sino también, el albergue del 2% de la biodiversidad mundial.

Fuente de empleo

Rodríguez fundó en 2008 De la chinampa, una empresa que se dedica al cultivo y venta de hortalizas y flores al por menor. A este exbanquero le movió su pasión por la naturaleza y el empeño en mantener vivas las últimas chinampas que quedan en el mundo.

Nació en la Ciudad de México, pero tardó décadas en descubrir que en su ciudad había campos con vacas a los que se accede con canoas, canales con pelícanos blancos que emigran de Canadá y se alimentan de las tilapias que sacan del agua, y familias que venden agua y alimentos a los chinamperos o curiosos que navegan por sus cauces.

En estos 12 años, Ricardo Rodríguez ha notado el aumento del interés por la agricultura orgánica y el consumo local. Empezó trabajando para uno de los mejores restaurantes de México, Puyol, del chef Enrique Olvera. Hoy son ellos los que cultivan su propia chinampa. Este es el modelo que este empresario quiere replicar.

En esta ciudad de casi 9 millones de habitantes hay torres corporativas o condominios vecinales con gimnasios, salas de reuniones, de juegos, e incluso tiendas tipo 7 Eleven a disposición de la comunidad. A este complejo se podría añadir el alquiler de una chinampa para aprovisionar las despensas de los vecinos; autoconsumo en plena urbe.

Demanda de verduras sin pesticidas no falta, y menos aún, en tiempos de encierro. "Yo entregaba 70 canastas, de unos seis kilos cada una, al mes. Ahorita, con la pandemia, estamos entregando 270 canastas mensuales", asegura el empresario.

Actualmente sobreviven casi 21.000 chinampas, de las cuales, solo están activas poco más de 3.500. Según Ricardo Rodríguez, cada una emplea como mínimo a dos personas, sin contar los chinamperos que manejan las canoas ni la logística para hacer llegar las verduras a los hogares.

Ello convierte a la huerta capitalina en una interesante fuente de trabajo en un contexto en el que en los peores meses del confinamiento, entre abril y junio, en la capital se perdieron alrededor de 220.000 empleos.

Pero el campo no ha sido una prioridad en el plan de reactivación económica que presentó esta semana el Gobierno de la Ciudad de México. El Ejecutivo prevé invertir más de 5.500 millones de euros en pensiones para adultos mayores, becas a estudiantes o infraestructura y vivienda, públicas y privadas. Con ello calculan generar 300.000 empleos directos hasta 2021.

Gracias a las chinampas, amplia población se pudo asentar en las orillas del lago Xochimilco y los aztecas lograron alimentar a los más de 100.000 habitantes de México-Tenochtitlán, una de las ciudades más grandes del mundo entre los siglos XIV y XVI.

Pero los asentamientos urbanos han terminado por amenazar su existencia. Solo en la segunda mitad del siglo XX, la zona de cultivos de las chinampas se redujo en un 60% en beneficio del suelo urbano. Hoy las chinampas necesitan que los mexicanos dejen de vivir sobre ellas y vuelvan a vivir de ellas.