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Afganistán El plan de la UE para traer a más colaboradores afganos: vuelos civiles y corredores humanitarios terrestres

El fin de la misión más larga de la historia de la OTAN deja también la imagen de la retirada más caótica de su historia. La mayor parte de los países dan por finalizada las operaciones de evacuación dejando atrás a muchos de los que han sido sus colaboradores estos años. La UE pide crear corredores humanitarios para sacarlos del país tras el 31 de agosto.

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Afganos subiendo a un avión para huir de su país. — Donald R. Allen / Reuters

bruselas,

El mundo entero asiste a la que es ya la evacuación más difícil y brutal de la historia reciente. "Es un momento doloroso. A pesar de todos nuestros esfuerzos, personas admisibles para ser evacuadas se quedarán atrás", señalaba Países Bajos a la hora de comunicar el fin de sus planes de repatriación desde Afganistán. Las evacuaciones a contrarreloj, la negativa de Estados Unidos a prolongarlas más allá del 31 de agosto y los horribles atentados yihadistas en los aledaños del aeropuerto de Kabul han provocado que Europa no pueda sacar del país a todas las personas que han colaborado durante estos 20 años de misión militar. Tampoco a aquellos cuya vida está en peligro por el fundamentalismo que imponen los talibanes.

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La mayoría de países europeos, España incluida, ya ha puesto fin a estas operaciones. Algunos como Polonia o Chequia lo hicieron una semana antes de que expirase la fecha límite por el progresivo deterioro de la situación de seguridad. España ha conseguido evacuar a 1.900 personas; Hungría a algo más de 300; o Alemania a unas 5.000, entre cuerpo diplomático nacional y trabajadores locales junto a sus familias.

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Pero muchos se quedarán atrás a pesar de contar con los visados. Las cifras son imposibles de conocer por razones de seguridad, por dificultad operativa sobre el terreno y por la transversalidad de esta elegibilidad. Pero en el otro lado del Atlántico hablan de que más de 250.000 afganos que cumplen los requisitos para su evacuación permanecen en suelo afgano.

Niños afganos detrás de un alambre de púas. — Anushree Fadnavis / Reuters

Estados Unidos ha marcado el ritmo de las operaciones priorizando sus intereses nacionales y la marcha de los suyos. El país ha evacuado a más de 100.000 personas. Los medios norteamericanos cuentan que los servicios de inteligencia dieron a los talibanes un listado con los nombres de sus colaboradores para que les dejasen acceder al aeropuerto. Esta lista puede convertirse ahora en una trampa mortal porque no todos podrán subirse a un avión que les abra el camino hacia una nueva vida.

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El despliegue europeo ha estado maniatado por su dependencia de Washington. Y en consecuencia, por sus carencias de autonomía y de logística. En este lado del Atlántico, todos los líderes han reconocido que la seguridad del aeropuerto la garantizan y la gestionan los norteamericanos con miles de botas sobre el terreno, servicios de inteligencia y aviones de combate.

Por ello, aunque quisieran permanecer en el país más tiempo para salvar a más personas, no era un escenario factible tras la marcha de los soldados estadounidenses. La fecha del 31 de agosto ni siquiera era la real antes de que el Estado Islámico Jorasán, la filial de Daesh en el país, provocase una matanza que se ha saldado con la vida de más de 90 personas. Antes de que la última persona de la coalición abandone Kabul, el aeropuerto debe quedar limpio. Se necesita destruir material y organizar la retirada de las miles de personas que permanecen todavía allí a día de hoy.

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¿Y ahora qué?

Alemania, España o Países Bajos insisten en que continuarán evacuando a personal de riesgo más allá del último día de agosto. La cuestión es cómo. Los talibanes han asistido con júbilo a esta marcha por la puerta de atrás de las potencias occidentales. Y se han mostrado inflexibles a la hora de permitir cualquier presencia militar extranjera después del próximo lunes advirtiendo de consecuencias si se traspasaba esta "línea roja". Así, muchos intérpretes, asistentes consulares, activistas o miembros de la sociedad civil se quedarán atrapados en el nuevo Estado Islámico de Afganistán. Las propias filas del grupo comandado por Abdul Ghani Baradar han obstruido sus caminos hacia el aeropuerto porque no quieren "que más afganos se vayan del país".

Heiko Maas, ministro de Asuntos Exteriores germano, ha asegurado esta semana que se continuará trabajando para evacuar "a todos los afganos con los que se tiene una responsabilidad". El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha prometido que "buscará vías" para continuar con las operaciones. Algunas de las hipótesis que se barajan es utilizar vuelos comerciales –los propios talibanes afirmaron que quieren tener el aeropuerto operativo el mismo 31 de agosto- o crear corredores humanitarios para que los solicitantes de asilo puedan llegar a los países vecinos por vía terrestre.

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La UE ya ha hecho una llamada a los talibanes para que permitan el establecimiento de vías humanitarias seguras. Esta es una de las demandas a las que se supedita el apoyo financiero europeo. De momento, la ayuda al desarrollo está congelada a espera de los próximos pasos de los insurgentes. Pero las partidas humanitarias han aumentado. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, anunció esta semana que cuadriplicará la ayuda para este año destinando al país alcanzando los 200 millones. Los nuevos gobernantes necesitan el talonario para que el país no se desquebraje a sus pies. Y esta será la principal palanca de presión de los europeos para obtener concesiones, como estos corredores humanitarios pensados para que todas aquellas personas cuya vida esté en peligro puedan abandonar Afganistán.

Occidente asume que tiene una cuenta pendiente con todas las personas que se han jugado al tipo para ayudar a los aliados de la OTAN en la misión más longeva de su historia. Pero muchos de ellos aguardan un destino incierto en Afganistán tras la marcha de las fuerzas internacionales. "Nadie esperaba esta situación de forma tan rápida y brutal en Kabul. Ello nos ha puesto de facto en una coyuntura en la que no podemos proteger a todos los afganos que queríamos", ha reconocido el propio presidente galo Emmanuel Macron, en una rueda de prensa a su paso por Irlanda.

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