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Migración Activistas y madres de jóvenes tunecinos desaparecidos de camino a Europa piden explicaciones a la UE: "¿Dónde están nuestros hijos?"

En Túnez, artistas, activistas y madres de los jóvenes desaparecidos de camino a Europa piden responsabilidades por las políticas migratorias de la Unión Europea y denuncian la inmovilidad forzada a la que están sometidos los jóvenes tunecinos.

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El artista tunecino Mohsen Lihidheb rescata las pertenencias de las personas desaparecidas en el Mediterráneo. — Roger Grasas

zarzis (Túnez), Actualizado:

"Un museo del mar y del hombre", así es como describe su casa el artista tunecino Mohsen Lihidheb: "Una casa de los ausentes. Llevo en mi alma lo que el mar me trae". Este antiguo cartero lucha desde los años 90 por rescatar las pertenencias de las personas desaparecidas en su camino hacia Europa. Ha llegado a recoger la chaqueta de una bebé de dos años entre los objetos devueltos por la marea a la playa de Zarzis, objetos caídos de los barcos que naufragan entre los puertos tunecinos y la isla italiana de Lampedusa.

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"Cada vez que encuentro uno de estos objetos, siento una mezcla entre compasión y mucha rabia. Los recojo, los limpio y los guardo en mi casa, es una forma de respeto y solidaridad con las víctimas de las políticas migratorias", relata. La chaqueta que encontró en la playa de Elbibane "era la de una niña de una familia de harraga". En Túnez, las personas que cruzan las fronteras son llamados harraga, que significa literalmente "quemar las fronteras". "Era una niña que aún no había disfrutado de la vida, he puesto esa chaqueta en un tronco de árbol y la he paseado por Zarzis, como en una procesión. La he dejado en mi casa como en un espacio de paz y sueño para todas las víctimas. Guardo la memoria de cada una de las victimas cuyos objetos me trae el mar", confiesa Mohsen.

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Mohsen Lihidheb: "Las olas me han traído zapatos, ropa, mensajes... Guardo la memoria de cada una de las victimas"

En las playas de Zarzis, cerca de la frontera con Libia, están las instalaciones que Mohsen ha creado con los objetos encontrados: "Las olas me han traído zapatos, ropa, mensajes que se han enviado. Lo que está ocurriendo es una forma de destrucción en masa. Mi arte lucha contra este olvido colectivo de los migrantes que son las víctimas de las actuales políticas migratorias".

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El artista denuncia la necropolítica practicada contra las personas del sur global, el control de las personas a través de la muerte, en una época que se define por una acelerada movilidad de las personas y los bienes y por el impacto de las redes sociales. Si a un nivel virtual todos los jóvenes estén conectados, muchos jóvenes del Sur se encuentran encerrados en su lugar de origen por la prohibición de la movilidad, debido a las políticas migratorias.

Playas de Zarzis donde Mohsen ha creado más de 400 instalaciones artísticas. — Roger Grasas

Mohsen ha creado más de 400 instalaciones artísticas en las playas de Zarzis. "Al ver estas instalaciones, la gente no las olvida, y así no calla lo que ocurre. Tengo más de 600 botellas con mensajes a Dios, al mar, llamadas de socorro. Una vez encontré una botella con un mensaje desesperado de un joven que vivía en el norte de Túnez. Le mandé después la botella con el mensaje por correo, más tarde me invitó a su boda y una vez allí no fue fácil explicar mi presencia allí; no era un familiar, ni un amigo", explica.

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Insiste en que los objetos que le trae el mar deben ser comprendidos y defendidos: "Son la memoria de la gente. Encontraba zapatos y ropa, y estaba seguro de que eso pertenecía a los migrantes porque llegaban justo tras las noticias de los naufragios. Construía las instalaciones con estos zapatos para denunciar mi rabia ante esta injusticia contra la gente pobre". Mohsen erige las instalaciones junto con migrantes llegados a Túnez y con niños: "Todo el mundo es harraga", defiende. "Es la propia historia de la humanidad".

El cementerio de los desconocidos en la frontera con Libia

A pocos minutos de la casa de Mohsen se halla el Cementerio de los Desconocidos. Chamseddine Marzoug era pescador en Zarzis cuando solicitó el apoyo de las autoridades locales para abrir un cementerio destinado a las personas que han fallecido intentando llegar a Europa: "La Unión Europea, en vez de proteger las fronteras, debería proteger a las personas. Nosotros, los pescadores de Zarzis, intentamos salvar a la gente cuyos barcos están en peligro y dar un entierro digno a los que han fallecido. Son crímenes racistas". Explica que los jóvenes que iban en estos barcos han intentado muchas veces viajar por vías reglamentarias, pero se les ha denegado el visado. Chamseddine cuenta que incluso su mujer se fue de Zarzis con los niños sin avisar tras varios intentos fallidos de conseguir los visados para ir a Francia, donde viven sus hijas.

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Sin embargo, hay empresas europeas con instalaciones en Zarzis: una colina separa el Cementerio de los Desconocidos, de los que cogieron el barco y nunca llegaron, de una explotación de sal en manos de la empresa francesa Cotusal.

Djalila, madre de dos hombres desaparecidos en el Mediterráneo. — Roger Grasas

Chamseddine nos explica que el precio que paga la empresa por una tonelada de sal es el mismo que en la época colonial. Mientras tanto, comer pescado en el propio puerto de Zarzis puede llegar a unos 10 euros por persona, cuando el sueldo de muchos trabajadores del puerto no supera los 60 euros mensuales.

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Al lado de las playas se extiende un cementerio de barcos, que recuerda los viajes fallidos de los que se fueron. Ha sido un viaje sin llegada para los dos hijos de Djalila, como su madre los define. Querían llegar a Francia para ver a sus parejas, pero el visado les había sido denegado en repetidas ocasiones, hasta que los jóvenes decidieron coger el barco junto con otros veinteañeros desde el puerto de Sfax. Durante seis meses Djalila no tuvo noticias de ellos, hasta que los reconoció en imágenes publicadas en la prensa por los tatuajes. Hasta hoy, Djalila sigue luchando para conseguir un visado y poder ir a Italia a aclarar las condiciones en las que sus hijos murieron en 2019, ya que la información que ha recibido es contradictoria: "¿Por qué he perdido a mis hijos? Decenas de familias han perdido a seres queridos por culpa de un trozo de papel. Dios dice que la Tierra es para todo el mundo, pero los racistas la quieren dividir. No voy a parar hasta que encuentre la verdad sobre mis hijos".

Chamseddine Marzoug solicitó el apoyo de las autoridades locales para abrir un cementerio destinado a las personas que han fallecido intentando llegar a Europa. — Roger Grasas

Chamseddine Marzoug: "¿Europa quiere que el Mediterráneo sea el cementerio más grande del mundo?"

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Con fondos de la comunidad de Zarzis, se intentan tomar muestras de ADN para poder identificar a las personas. A la vez, se reconstruyen los trayectos de los abusos sufridos por las personas que han sobrevivido a los centros de encierro para migrantes en Libia. A pesar de la denegación de los visados, Chamseddine denuncia la corrupción imperante en los consulados, donde se cobran las tasas para las solicitudes de visado, aunque se les denieguen de forma sistemática.

"¿Europa quiere que el Mediterráneo sea el cementerio más grande del mundo?", nos pregunta al salir de Zarzis. Las desapariciones forzadas en el Mediterráneo han creado en Túnez un movimiento colectivo, que aglutina a decenas de personas afectadas por la desaparición de sus familiares y que quieren saber dónde están sus hijos y exigir responsabilidades tanto a las autoridades tunecinas como europeas, acusando las actuales políticas migratorias de la desaparición de sus hijos.

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*Reportaje realizado dentro del proyecto Islamofobia amb ulls de dones del Institut de les Desigualtats, con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona.

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