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Sara Cogliati, investigadora del CNIC "Necesitamos estudiar la enfermedad cardiaca con modelos femeninos"

Esta investigadora indaga en los mecanismos biológicos implicados en las dolencias cardiovasculares, que son ya la primera causa de mortalidad entre mujeres en España. El problema, dice, es que los tratamientos existentes se basan en modelos masculinos y resultan ineficaces para ellas.

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Sara Cogliati en la entrega de premios del programa For Women in Science L´Oréal-Unesco. PACO NUEVO

MADRID,

Sara Cogliati (Milán,1982) lleva trabajando en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), en Madrid, desde hace más de seis años. Esta doctora en Biología Celular estudia cómo las mitocondrias –órganos de las células encargados de suministrarles a estas la energía que necesitan– se comportan de manera diferente en hombres y mujeres, lo cual determina una respuesta distinta durante la insuficiencia cardiaca. Su proyecto ha sido premiado en la última edición del programa For Women in Science L'Oréal-Unesco. En su opinión, se trata de un enfoque clave porque, según comenta a SINC, las mujeres están muriendo más que los hombres por estas enfermedades y la razón reside en que hasta ahora los síntomas y tratamientos se han estudiado, sobre todo, en modelos masculinos.

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¿En qué has estado investigando hasta ahora en el CNIC?

En nuestro grupo estamos centrados en el estudio de las mitocondrias. Investigamos su funcionamiento básico y su morfología. En concreto, yo trabajo en la estructura de la cadena respiratoria. [Entre los logros de su equipo destaca el descubrimiento de los mecanismos que la regulan, que fue publicado en Nature]. Nuestro foco es aplicar este conocimiento a situaciones patológicas como, por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares, el envejecimiento y también el metabolismo.

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¿Por qué has elegido este proyecto para estudiar las características específicas del sexo en las enfermedades cardiovasculares?

Los últimos datos sobre la incidencia de las enfermedades cardiovasculares en mujeres son muy preocupantes. En Europa una de cada cinco mujeres sufre estas enfermedades. Es un problema muy grave que a mí me interesa estudiar, sobre todo teniendo en cuenta que estas enfermedades tienen un pronóstico más negativo en mujeres que en hombres.

¿Y esto por qué es así?

Por la sencilla razón de que hasta ahora las enfermedades cardiacas y otras se han estudiado usando modelos animales masculinos, y hay muchas diferencias biológicas, partiendo de que cromosómica y hormonalmente somos distintos. Así, estas diferencias fundamentales generan diferencias biológicas a la hora de experimentar una enfermedad y también en la forma de responder a los tratamientos, que muchas veces no funcionan tan bien en las mujeres como en los hombres.

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De hecho los datos apuntan a que la mortalidad por enfermedades cardiovasculares es mayor en mujeres que en hombres.

Sí, exactamente. En Europa se calcula que la mortalidad afecta al 52 % de las mujeres que padecen enfermedades cardiovasculares, frente al 42 % de los hombres, según datos de la Fundación Española del Corazón.

Pero de esto no se habla, tenemos mucha más información sobre de cáncer de mama, ¿por qué?

No, no se habla y tampoco se dice que en España la primera causa de mortalidad entre mujeres son las enfermedades cardiovasculares.

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Creo que falta conciencia general. Hasta ahora, sí que es verdad que llamaba mucho más la atención el cáncer de mama porque muchas mujeres lo pueden desarrollar –una de cada seis–, pero es específico de mujeres, mientras que las enfermedades cardiacas se habían relacionado tradicionalmente más con hombres y faltaban las estadísticas.

Ahora que tenemos los números en la mano, podemos entender el problema en su plenitud. Además, antes algunas muertes por problemas cardiovasculares no estaban bien diagnosticadas. Una mujer se moría y no se sabía bien la causa porque un infarto cardiaco tiene características distintas en hombres y en mujeres.

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¿Y cuáles son estas diferencias?

Por ejemplo, los típicos síntomas de dolor de pecho y brazo son muy prevalentes en hombres, pero en mujeres se manifiesta más con una falta de aire o náusea. Ahora que vamos descubriendo estas diferencias, se podrán incluir en la estadística casos que antes pasaban desapercibidos.

Los errores en el diagnóstico y en los tratamientos tienen como punto de partida el hecho de que en la investigación básica no se hayan incluido modelos animales femeninos. Todas esas carencias vienen de la falta de estudio específico de cómo se comportan estas enfermedades en la biología femenina. Así que, una vez más, es un problema de desigualdad, de discriminación.

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Este planteamiento suena muy novedoso, pero no sé si ya en otros centros se está tratando de estudiar las enfermedades cardiacas específicamente en mujeres.

Están empezando a salir trabajos muy recientes que investigan si el problema de las diferencias de género en muchas patologías, por ejemplo en el cáncer de hígado. Hay algunos que han identificado algunas vías genéticas en algunos cánceres. La comunidad científica se está dando cuenta.

¿Cual es el enfoque del proyecto que vas a desarrollar y por el que te han premiado en el programa For Women in Science L'Oréal-Unesco?

Mi estudio estará enfocado en la funcionalidad mitocondrial porque –como ya hemos mostrado con animales machos– las mitocondrias están involucradas en la insuficiencia cardiaca. Y además, sabiendo que el estrógeno influye en la funcionalidad mitocondrial, voy a unir estos dos aspectos utilizando animales femeninos. Es decir, que los estrógenos modulan la actividad mitocondrial y que las mitocondrias están implicadas en la insuficiencia cardiaca.

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Yo creo, y mis resultados preliminares lo avalan, que iré identificando cuáles son las diferencias mitocondriales entre machos y hembras en la insuficiencia cardiaca y averiguando cuáles son los mecanismos moleculares básicos que modulan estas diferencias.

¿Cuál es el próximo paso? La aportación de la beca es bastante humilde –son 15.000 euros–. No sé si te da para mucho.

Yo ahora me encuentro en una fase intermedia. Tengo un contrato Ramón y Cajal y estoy buscando la posibilidad de arrancar con un grupo nuevo y con un proyecto propio. También estoy buscando una institución para hacerlo, que no sería el CNIC. Esta pequeña financiación me va a permitir arrancar algo mío, empezar con lo que tengo en el corazón.

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¿Estás notando algún cambio por parte de las agencias de financiación para promover proyectos que tengan en cuenta los modelos femeninos de enfermedades?

Queda aún mucho aún por hacer. Es muy necesario introducir el aspecto de las diferencias sexuales en la investigación básica, pero estamos empezando a percibir algún cambio. Por ejemplo, la Agencia Europea de Financiación y otras entidades están pidiendo que cada vez más se incluyan modelos animales femeninos en la investigación.

¿Por qué viniste a España?

Porque conocí el trabajo del grupo del CNIC al que luego me incorporé y me encantó. Antes de venir tuve la oportunidad de colaborar con ellos. Así que decidí, después de mi doctorado en Universidad de Padua, venir a hacer el posdoctorado aquí, en el grupo de Antonio Enríquez.

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Tus hijas han nacido aquí.

Sí. La mayor tiene tres años y la más pequeña, cuatro meses. Las dos han nacido en Madrid.

¿Y cómo llevas lo de ser madre e investigar?

Lo llevo muy bien porque consigo conciliar. A mí la maternidad me ha dado la posibilidad de estar más enfocada. Cuando estoy en el laboratorio trabajo a tope porque sé que a cierta hora tengo que ir a recoger a las niñas y me ha hecho aún más eficaz en mí trabajo. Luego, claro, he tenido la suerte de estar en una institución que me ha permitido compaginar bien mi trabajo y la maternidad en un entorno laboral donde me he sentido apoyada en todos los aspectos.

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Esta pregunta no se le suele hacer a un hombre.

Exactamente, esta pregunta no se les hace a los hombres y ojalá que un día podamos preguntárselo a ellos también porque significará que están más implicados en las tareas familiares.

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