Zapatero sacrifica a su ministro de Justicia
Francisco Caamaño, persona de la máxima confianza del presidente, le sustituye en el cargo. En Moncloa y el PSOE ven necesaria una remodelación mayor del Gobierno en los próximos meses
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El presidente del Gobierno tomó la decisión de retirar al ministro de Justicia de su cargo el pasado jueves, cuando supo que Mariano Fernández Bermejo había estado cazando en la provincia de Jaén sin la pertinente licencia.
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Sin embargo, el ya ex titular de Justicia presentó ayer su cese como una dimisión: lo "mejor" que puede hacer ante la utilización de la que dice ser víctima en contra del "ilusionante" proyecto socialista de "reforma de la justicia". Se convirtió así en el primer ministro de Zapatero que dimite por un escándalo.
Lo cierto es que, según ha podido saber Público de fuentes de Moncloa, Zapatero llamó a su ministro por teléfono y éste le aseguró que haría lo que el jefe del Ejecutivo considerase oportuno, seguir en el departamento o dimitir. El presidente le contestó: "Vamos a pensarlo unos días".
Zapatero ya había tomado el día 19 la decisión de relevar a Bermejo, aseguran en su entorno más próximo, aunque optó por tomarse varios días para buscar un relevo a quien, desde muchos rincones del Ejecutivo y del PSOE, se ha considerado un problema casi desde su primer día de gestión. El presidente eligió a Francisco Caamaño, hasta ayer secretario de Estado de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios, gallego -algo quenada tiene que ver con las elecciones, aseguran las mismas fuentes-, y persona de su total confianza.
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Ayer por la mañana, Zapatero llamó a su todavía ministro para decirle que sí, que debía dimitir, cosa que Bermejo hizo en una rueda de prensa convocada urgentemente. El partido no había visto en el asunto de la cacería un tema suficiente para que el ministro Bermejo dimitiese, aunque cuando se confirmó la falta de la licencia supuso "un salto cualitativo" que desbordó la situación y la cambió hacia la necesidad del abandono del ministerio.
Pese a lo anterior, el presidente aprovechó anoche una entrevista en Antena 3 para echar un último capote a Bermejo "No era mi intención cesarle", dijo. Según el presidente, el ex ministro puso su cargo a su disposición. Pero, preguntado por la falta de licencia de caza, el presidente habló sin ambages: "Un ministro debe tener todas las cosas en regla".
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El presidente ha optado por una minicrisis en lugar de remodelar a fondo su Ejecutivo, tal como se lleva especulando desde la agudización de la crisis económica. Pero tanto en Moncloa como en el PSOE hay quien defiende "la necesidad de un cambio de ministros" antes o después de las elecciones europeas de junio. Por lo pronto, el vicepresidente económico, Pedro Solbes, se apresuró ayer a confesar su "envidia" hacia Bermejo. ¿Qué le envidia Solbes? "Que es ex ministro", respondió.
Pero por el momento, Zapatero ha preferido una minicrisis abordada casi de forma fulminante. De hecho, ayer a las doce menos diez, el gabinete de Prensa informó de que el ministro se había reunido con el embajador chino; 16 minutos después otro correo electrónico anunciaba que Bermejo comparecería a la una.
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Lo primero que explicó fue que había ido a Moncloa para presentar su dimisión. "Podrán observar que estos días se ha estado utilizando, utilizándome, en contra de ese proyecto ilusionante por el que uno trabaja. Y uno no ha venido aquí a estar pegado al banco.
Ha venido a trabajar en ese proyecto en el que creo, en el que creía, en el que sigo creyendo y en el que tenía y tengo una enorme ilusión", aseveró. En su declaración, tras la que no admitió preguntas, Bermejo ni mencionó la controvertida cacería.
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"Desde mi posición no puedo tolerar esa utilización que se está haciendo de los acontecimientos que todos conocen para dirigirlo contra quienes trabajamos por esos ideales del Gobierno socialista. Sé que en estos momentos lo mejor que puedo hacer por ese proyecto es dejar el sitio a otro que seguramente con ilusión parecida continuará esa obra".
Bermejo, que cinco días antes había negado en el Congreso la posibilidad de dimitir, agradeció a Zapatero "la oportunidad" que le había dado de "dirigir a un magnífico equipo y proyectarlo hacia la búsqueda de unos objetivos ilusionantes, de reforma de la administración de justicia".
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Parafraseando a Machado, admitió que no puede decir que se "vaya ligero de equipaje", porque el suyo es "un bagaje absolutamente envidiable de ilusión por la Justicia" y "el proyecto socialista". Cuando su equipo no había terminado de aplaudir su intervención, los móviles ya anunciaban el nombre de Caamaño.