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Zapatero 'reza' en EEUU por parados, inmigrantes y gays

Leyó en el Desayuno de Oración un versículo de la Biblia que condena la explotación del jornalero, del que suprimió su calificación como pecado. Recordó ante Obama su alianza contra el terrorismo

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Caminar por Washington sin toparse con algún español era prácticamente imposible ayer, y anteayer. Nunca antes un presidente del Gobierno de España había sido el invitado de honor en el Desayuno de Oración y nunca como ayer hubo tal desembarco de lobbistas españoles, una abigarrada mezcla de parlamentarios, empresarios y directivos de medios de comunicación.

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La convocatoria es una tradición que en EEUU marca el comienzo del curso político tras la Navidad, pero con una profunda raíz religiosa cuya vigencia quedó patente en el ceremonial, que no estuvo exento de rezos y cánticos.

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José Luis Rodríguez Zapatero no pudo sustraerse a esta característica, aunque trenzó en su discurso convicciones morales y preocupaciones políticas. Así, recitó un pasaje de la Biblia, cuidadosamente elegido para que conectara con el mensaje principal de su intervención, leído con la mirada puesta en casa: su compromiso con los parados.

Fue el capítulo 24, versículos 14 y 15, del Deuteronomio, de los que hizo el siguiente fundido: "No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compatriotas o un extranjero que vive en alguna de las ciudades de tu país. Págale su jornal ese mismo día, antes de que se ponga el sol, porque está necesitado y su vida depende de su jornal". [De la cita literal suprimió la referencia religiosa: "(...) para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado"].

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De esta percha bíblica colgó, en vísperas de que el Consejo de Ministros apruebe hoy su plan de reforma laboral, la idea fundamental para el consumo doméstico contenida en su intervención, que duró 12 minutos computada también la traducción consecutiva. "Quiero proclamar el más sentido compromiso con los hombres y las mujeres que en nuestras sociedades padecen en estos tiempos difíciles la falta de trabajo. Todos ellos deben saber que no hay tarea de la que como gobernantes nos sintamos más responsables, que no hay tarea que nos acucie más que la de favorecer la creación de empleo", subrayó.

Además del paro, que también es un problema de primer orden en EEUU, planteó otra inquietud compartida: la que provoca el terrorismo de raíz islamista. "EEUU sabe, como también lo sabe España, que la utilización espuria de la fe religiosa para justificar la violencia puede ser enormemente destructiva. Qué mejor momento para que recordemos juntos, para que honremos juntos, a nuestras víctimas del terrorismo, porque juntos también defendemos la libertad allí donde se ve amenazada", dijo Zapatero.

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Fue esta última coletilla la que sirvió, aunque fuera sutilmente, para recordar la condición de España como aliado de Estados Unidos y su compromiso militar en Afganistán. También le dio pie para reivindicar la Alianza de Civilizaciones. Lo hizo desde la memoria de España como lugar de convivencia entre las tres religiones bíblicas judaísmo, cristianismo e islamismo: "La tolerancia es mucho más que la aceptación del otro. Es descubrir, conocer y reconocer al otro. El desconocimiento del otro está en la raíz de los conflictos que amenazan a la Humanidad y ponen en peligro nuestro futuro. El odio nace de la ignorancia y la concordia se construye sobre el conocimiento, también la paz".

Al margen de la cita bíblica, Zapatero sólo utilizó otras dos expresiones de carácter religioso. La primera, cuando justificó que leyera su intervención en castellano, porque fue "la lengua en la que por primera vez se rezó al Dios del Evangelio en esta tierra", evocación que arrancó risas y aplausos. La segunda, cuando elevó "mi plegaria" para "reivindicar el derecho de cada persona, en cualquier lugar del mundo, a su autonomía moral, a su propia búsqueda del bien; la libertad de todos para vivir su propia vida, para vivir con la persona amada y para crear y cuidar a su entorno familiar, mereciendo respeto por ello".

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El grueso de su discurso tuvo este marcado acento laico. Realizó una profunda reivindicación no sólo de la libertad como valor básico, sino también de la tolerancia, la concordia, el pluralismo, la solidaridad con los más desfavorecidos, la integración de los inmigrantes y la diversidad. También en este punto buscó un elemento de complicidad al señalar que España, como Estados Unidos, se han forjado y renovado "en su diversidad".

Como colofón, Rodríguez Zapatero acudió a uno de sus libros preferidos, aquel en el que su madre le enseñó a leer: "Por la libertad, así como por la honra se dice en el Quijote se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres".

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A la ceremonia asistieron 3.200 personas de 140 países, según informó la conductora, Amy Lobuchan, senadora demócrata por Minessota. Uno de los participantes desde hace años, el diputado del PP Gustavo de Arístegui, comentó que el presidente Zapatero estuvo "bien", aunque "no a la altura" de Obama y Hillary Clinton los otros dos oradores,y apostilló que le gustaría "que dijera esas cosas cuando habla en España".

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