UPyD subasta sus alianzas
Díez exige cambiar la Ley Electoral y devolver al Estado las competencias en educación
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La madrileña plaza de toros de Vistalegre, hasta hace poco talismán de un Zapatero que desde 2002 conseguía reunir anualmente a 20.000 militantes, fue tomada por la marea magenta de UPyD. Este partido alquiló la plaza hace tres semanas, nada más saberse que el PSOE suspendía el acto que tenía previsto celebrar en el coso.
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Su cabeza más visible, Rosa Díez, saltó a la plaza acompañada por el actor Toni Cantó, los escritores Fernando Iwasaki y Álvaro Pombo y el candidato a la Comunidad de Madrid, Luis de Velasco. Entre gritos de "¡torera, torera!", la portavoz de la formación en el Congreso dio la vuelta al ruedo a petición del público para agradecer la presencia de afiliados y candidatos de casi toda España.
UPyD proclama el "precio político" que reclamará a quien busque su apoyo
Y aunque un Pombo eufórico y henchido de satisfacción repetía sin cesar que era "admirable" y que habían logrado llenar Vistalegre, lo cierto es que apenas 6.000 personas ocuparon un tercio de la plaza. Llegadas, eso sí, de toda la Península, como subrayaban las pancartas de seguidores de Puertollano, Cartaya, Calatayud, Cabanillas del Campo...
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La apuesta era económicamente arriesgada, porque alquilar la plaza de toros puede costar un máximo de 8.000 euros, así que el partido de Díez decidió innovar y cobrar un euro de entrada a cada asistente. Además, había huchas para recaudar donativos entre los simpatizantes más generosos. Todo ayudará a las arcas de UPyD, que oficialmente tiene 1,2 millones para toda la campaña del 22-M.
Rosa Díez contó con cinco teloneros de ritmo y cadencia desigual. A ratos una clase magistral, como la que impartió Iwasaki recordando la función pedagógica de la política y que UPyD no es un partido convencional. "Nació con vocación pedagógica y no de bisagra", explicó. En otro momento el mitin se convirtió en una arenga desatada, como cuando Pombo se quejó de que la Ley Electoral les "cierra el paso". Para derivar después en una especie de sermón, como el que leyó el director de teatro José Luis Alonso en nombre de Albert Boadella, que no pudo asistir, antes de intentar apropiarse del grito de Sthéphane Hessel en su libro ¡Indignaos!
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El partido cobró un euro por la entrada y sólo llenó un tercio de la plaza
El público pareció disfrutar con todos los discursos, a juzgar por las olas que dibujaban en las gradas y los cánticos coreando el nombre de la formación. Aunque la intervención más esperada era la de la diputada nacional. Cuando subió al escenario, los aplausos sonaron más veces y con más fuerza. Encantada de la simbología del lugar, Díez recordó a quienes, según ella, pusieron en duda que fuese a alquilar la plaza. Una muestra más de las sorpresas que quiere dar a lo largo de la campaña, subrayó.
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A poco más de un mes de las municipales y autonómicas, a las que concurrirán con casi 5.000 candidatos en 220 municipios según la formación, la diputada repasó algunos puntos programáticos de UPyD como "alternativa" a la alternancia entre PSOE y PP, entre los que destacan dos: que la educación vuelva a ser competencia exclusiva del Estado y que la Ley Electoral sea reformada para que "el voto de cada ciudadano pese lo mismo que el de su vecino".
El actor Toni Cantó llama "mimados" a los nacionalistas que se quejan de Madrid
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Díez dejó claro que ese es el "precio político" de UPyD y "quien no esté dispuesto [a pagarlo] sabe que no contará con el apoyo de ningún candidato en ningún rincón de España". Pombo apoyó con entusiasmo la tesis electoral (UPyD, argumentó, debería tener seis parlamentarios en la Cámara Baja) y el candidato por Madrid hizo lo propio con las propuestas autonómicas ("asistimos a la desvertebración de España", lamentó).
El actor Toni Cantó, una de las estrellas del mitin, criticó lo que llamó sobrerrepresentación de los nacionalistas, a los que calificó de "mimados" que echan "la culpa de su ineptitud a Madrid". El actor también cargó contra PSOE y PP y pidió el voto útil para UPyD, reclamando que no vuelvan "a votar un mal menor. Podemos cambiar la situación".