Vivir a pleno pulmón
Cuando el aliento comenzó a fallarle, Raquel Nieto le plantó cara a la muerte. Diagnosticada de fibrosis pulmonar idiopática, logró superar un trasplante doble. Hoy ayuda a otros enfermos que siguen luchando contra el cronómetro
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Cuando Raquel Nieto (Béjar, 1969) ya no pudo caminar, comenzó una carrera contrarreloj. “De repente, me costaba respirar”. La fatiga lo ralentizó todo, como si un coche se fuese abandonando en el arcén de una autopista tras quedarse sin gasolina y viese pasar la vida de los otros a toda velocidad. Hasta entonces, los días habían discurrido a un ritmo endiablado, pero ahora se veía incapaz de dar un paso sin perder el aliento. Luego vino la fiebre.
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El que condujo a la operación, lo que ella llama “travesía en el desierto”, fue tortuoso. “La solución me parecía tan aterradora como el diagnóstico. Fui cayendo en picado y en pocos meses dependía de la botella de oxígeno y no podía hacer nada sola, hasta que me puse tan grave que me ingresaron en el hospital”. Su hijo pequeño, Ángel, pasaba las tardes en la habitación haciendo los deberes. A veces, levantaba la cabeza del cuaderno:
AGUAFUERTES