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Las rutas de la droga

España, destino mundial del narcotráfico

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En latas de conserva, en chupa-chups y chocolatinas, impregnada en prendas y cortinas, en pescado congelado, disuelta en cerveza, entre piernas escayoladas, en rosquillas, debajo de una sotana o hasta en piedras de mármol. Son sólo algunos de los trucos que utilizan los narcotraficantes para colar la droga en el mercado, sobre todo la cocaína.

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Las fórmulas para burlar los controles de la Policía son cada vez más rebuscadas. A primera vista pueden resultar extrañas e incluso absurdas pero, en muchas ocasiones, funcionan.

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Uno de los últimos "inventos" ha sido el de eliminar el olor tan característico a acetona y queroseno que desprende la coca. Hace sólo una semana, se detectó en Torrelavega (Cantabria) una partida de 750 gramos de cocaína inodora. Algo "novedoso, la primera vez que pasa en España", aseguran los investigadores. La banda manipulaba la sustancia para "quitarle el olor", de forma que no pudiera ser detectada.

Estos "cocineros" de la droga, como se les conoce en el argot policial, son gente "muy preparada, en muchas ocasiones con enormes conocimientos químicos y farmacéuticos". Su misión es mezclar y preparar los narcóticos en laboratorios clandestinos para su distribución en el mercado. "Los cocineros están muy cotizados y los mejores vienen siempre de América del Sur", explica a Público un investigador.

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Este agente, especializado en la lucha contra el tráfico de cocaína, cree que buena parte de ella se manipula en África, tras llegar casi siempre desde Colombia y Venezuela a través del paralelo 10, "la autopista mundial de la droga".

Rayas en África

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El 90% de la cocaína que llega a Europa entra por África. Guinea Bissau y Guinea-Conakry se han convertido en parada obligada de los barcos nodrizas del narcotráfico que vienen de América. Uno de los "efectos colaterales" del desembarco de coca en África es el ascenso de su consumo en este continente, algo hasta ahora casi inexistente. Después, la droga atravesará el desierto del Sáhara hasta llegar al norte de Marruecos y, en menor medida, a Argelia.

En este área del Magreb las bandas criminales ocultan el polvo blanco en dobles fondos de vehículos y maletas que intentarán pasar en ferry hasta España. También utilizan avionetas y helicópteros que aterrizan, ya en la península Ibérica, en pistas ilegales dispersas por Andalucía y Levante. Las Marismas del Guadalquivir, el Parque Nacional de Doñana y los olivares de Jaén son algunos de estos aeródromos de la droga, tan difíciles de detectar por Policía y Guardia Civil.

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"Y después están las mulas o muleros [personas que se tragan bolas de cocaína y las trasladan en su estómago], que sigue habiendo", confirma el comisario Francisco Migueláñez, jefe de la Brigada Central de Estupefacientes.

Sus hombres persiguen el narcotráfico a gran escala. La brigada, que en 2007 ha cumplido 40 años, está dividida en cuatro áreas: coca, heroína, cannábicos y psicotrópicos. "No entramos al menudeo, nuestro objetivo es pillar siempre al líder del grupo", confirma un policía. La pregunta es obligada: ¿cómo se llega hasta el máximo responsable de la banda? "Eso es información confidencial", zanja el investigador.

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La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) cifra la producción mundial de cocaína en 2006 en unas 980 toneladas. El negocio mueve miles de millones de euros. A medida que la droga se va acercando a España, su precio se dispara. Según datos oficiales, el gramo de coca en el mercado ronda los 60 euros. En origen, un kilo de esta sustancia cuesta 5.000 euros. El beneficio es descomunal, 55 euros por gramo.

De enero a finales del pasado mes de octubre, las autoridades decomisaron 30 toneladas de cocaína en toda España. En todo el año 2006, se incautaron casi 50 toneladas. Pero es la resina de hachís la que ocupa el número uno en el escalafón de sustancias aprehendidas, con 431 toneladas hasta la fecha en nuestro país. "El hachís es la droga con mayor número de detenidos al cabo del año y también la que más dinero mueve", confirma un experto en el tema. El tráfico de marihuana, en cambio, es poco menos que anecdótico.

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Huir a toda costa

La enorme vigilancia en la zona del Estrecho, la gran puerta de entrada del cannabis y la coca a Europa, ha forzado a los traficantes a buscar vías alternativas. El Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) de la Guardia Civil, implantado en la costa de Andalucía y las Canarias, ha resultado eficaz. El SIVE cuenta con patrulleras, radares, cámaras infrarrojas, señales de vídeo de gran alcance... Estos medios complican mucho la labor de los criminales, que aún así se las ingenian para seguir con sus operaciones.

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"Hemos detectado que, con lanchas cuatrimotoras muy veloces, los narcos se mueven por Levante, las islas Baleares e incluso suben desde Andalucía hasta el Delta del Ebro en una noche. Llegan al destino, sueltan los fardos de hachís y vuelven a bajar. Todo en cuestión de muy pocas horas por lo que resulta muy difícil perseguirles", reconoce un agente.

Pero no siempre escapan. Ayer mismo, una acción conjunta de la Policía y la Guardia Civil desarticuló en El Masnou (Barcelona) una organización que introducía grandes cantidades de hachís desde Marruecos mediante este método. La operación concluyó con 11 detenidos y tres toneladas de droga incautada.

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A pesar de todos estos golpes policiales, "las principales organizaciones dedicadas a traficar con coca y hachís tienen su base en España", indica un mando policial. Por eso, los responsables de estas investigaciones deben estar muy pendiente de la aparición de nuevas rutas internacionales del narcotráfico, conocer cómo actúan los delincuentes, sus métodos de trabajo... En definitiva, saber qué van a hacer los criminales para poder anticiparse a ellos.

"Son averiguaciones largas porque pillar al cerebro de la operación es complicadísimo. Son individuos que se mueven mucho, que usan identidades falsas, cambian de teléfono y de ubicación constantemente, que saben esconderse muy bien. Se necesita mucha paciencia para dar con ellos", relata un policía especializado en la lucha contra la heroína.

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El último estudio del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanía (OEDT) estima que, en 2006, la producción potencial total de heroína fue de 606 toneladas frente a las 472 de 2005. En España se han incautado, hasta la fecha, 179 kilos, una cifra "muy similar" a los últimos años. Las cantidades aprehendidas de esta droga en nuestro país son muy inferiores con respecto a otras sustancias por varios motivos: su demanda es inferior y, además, España es destino para el consumo final pero no centro de distribución.

En el caso de la heroína, además, la Policía se encuentra con una dificultad añadida en sus pesquisas: el idioma. Porque este estupefaciente viene siempre de Turquía, y sus traficantes proceden de este país oriental. La heroína atraviesa Europa oculta en compartimentos de coches y camiones, la retienen en países almacén (Alemania, Holanda, Bulgaria, Rumanía) durante cierto tiempo... "Los seguimientos son complicados", reconoce la Policía.

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Las pastillas no se llevan

El cristal está de moda. Es decir, el éxtasis, pero no en forma de pastilla. "Es MDMA puro, con un principio activo que alcanza hasta el 95% y que se vende y consume en forma de pequeños cristales", explica un especialista en psicotrópicos. De ahí el nombre de esta sustancia. Los primeros alijos de cristal se detectaron en España en 2005 y su consumo está en pleno auge. Su persecución es también difícil, ya que la gente que lo distribuye "suele ser politraficante, con las complicaciones que eso entraña", indican desde la policía.

Pero hay muchas otras drogas: GHB, ketamina, popper, LSD, setas... La oferta es variada. La demanda, amplia.

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