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Reino Unido y Australia sí tienen memoria

Financian la identificación de sus soldados muertos en Francia

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La familia de Harry Mills ha recibido la noticia que llevaba décadas esperando. El cuerpo del joven soldado australiano muerto en la batalla de Fromelles en 1916 ha sido identificado en Francia.

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"Es una noticia maravillosa", ha dicho a la prensa local Tim Whitford, bisnieto de Mills. "Es un gran consuelo para tres generaciones de mujeres cuyas vidas fueron destrozadas por la tragedia. Se lo he contado a mi abuela, que tiene 93 años y ha dicho: ¿Por qué han tardado tanto tiempo? Ella sabía que algún día lo encontrarían".

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Mills, de 19 años al morir, podía haber sido olvidado o sólo recordado como una más de las centenares de miles de vidas de soldados perdidas en la Primera Guerra Mundial. Pero cuando hace tres años se encontró en Fromelles, un pueblo situado a 16 kilómetros de Lille, la fosa común en la que había restos de 250 cadáveres, los gobiernos británico y australiano no lo dudaron. Financiaron las excavaciones y la realización de las pruebas de ADN.

Fromelles no es un símbolo de victoria, sino de fracaso, casi un ejemplo de incompetencia militar del que ningún ejército puede estar orgulloso. El ataque fue pensado para que liberara la presión del enemigo en la batalla del Somme, que se estaba produciendo 80 kilómetros al sur.

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El papel de la Commonwealth

"Los historiadores nos resistimos a aceptar la imagen de que en esa guerra lucharon leones que fueron dirigidos por burros", explica Peter Francis, de la Comisión de la Commonwealth de Tumbas de Guerra. "Pero Fromelles fue la excepción que confirma la regla. Fue un absoluto fiasco, mal planeado y mal ejecutado, aunque no fue culpa de los soldados", añade.

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El ataque sólo duró un día y tuvo que ser cancelado de inmediato. 5.533 soldados australianos y 1.547 británicos fueron muertos, heridos o hechos prisioneros. En Australia se recuerda como "las peores 24 horas de la historia del país".

Al descubrirse la fosa, los gobiernos decidieron ponerse en contacto con los familiares. Les pidieron muestras de ADN para cotejarlas con los restos humanos. Miles de pequeños objetos, incluidas armas o medallas, permitieron confirmar que se trataba de los regimientos implicados en la batalla.

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La tarea no es fácil ni rápida. Los nombres de 75 soldados australianos ya han sido reconocidos, entre ellos el del soldado Mills. Los británicos no han tenido tanta suerte. No se ha podido hacer de momento ninguna identificación convincente. El proceso continuará abierto durante cuatro años con la esperanza de que nuevas familias se pongan en contacto con la comisión.

Todos los cuerpos, con independencia de que sean identificados, serán enterrados en tumbas individuales. Su país se lo debe. "La identificación es una tarea complicada y esta no ha sido una excepción. Pero lo que es más importante es que estos hombres reciban la sepultura con la dignidad y el honor que se merecen", ha dicho un viceministro británico.

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