Arnaldo Otegi Mondragón, líder indiscutido de la izquierda abertzale, eligió ayer el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional para relatar, por primera vez en público, el proceso de ruptura entre la opción política que él lidera y la organización terrorista ETA. Nunca hasta ahora había sido tan contundente, ni había dibujado con tal precisión la línea que los separa. 'Nuestra estrategia es diametralmente opuesta a la de ETA', aseguró.
Otegi y siete de sus colaboradores están acusados de intentar reconstruir la dirección de la izquierda abertzale ilegalizada bajo la denominación de Bateragune. Lo habrían hecho siguiendo el diseño de ETA y a las órdenes de esta. Los acusados lo niegan y defienden que esa supuesta 'comisión permanente' de Bateragune era en realidad un 'lobby' que perseguía la desaparición de la 'estrategia político-militar' de ETA, causante de más de ochocientos muertos en medio siglo de historia. 'Si eso es delito, yo soy culpable y nosotros somos culpables', dijo Otegi ante el tribunal.
La estrategia de la defensa motivó que los acusados ofrecieran detalles del enfrentamiento con la banda a los que no habían aludido antes. Y en ese esfuerzo florecieron frases como la de Otegi: 'ETA entiende que el proceso democrático es compatible con la lucha armada y nosotros, no'. O la declaración de su máximo colaborador, Rafa Díez Usabiaga, asegurando que la estrategía de la que ambos eran 'copartícipes' pasaba por 'romper amarras' con la organización.
El fiscal esgrimió documentos incautados a los detenidos y a ETA para intentar demostrar que compartían el mismo proyecto. Ambos persiguen el fin de una Euskadi independiente 'libre de la oligarquía de los mercados', respondió Otegi, pero difieren en lo fundamental: el uso de la violencia. Cuando el fiscal, Vicente González Mota, le interrogó acerca de la coincidencia con ETA en formar un polo soberanista, el líder de abertzale insistió: 'ETA piensa que es posible la acumulación de fuerzas manteniendo la lucha armada. Nosotros, no'.
Sostiene que su objetivo era poner fin a la estrategia de los terroristas
Otegi confesó que se cuestiona la utilidad de la violencia desde incluso antes del proceso del último proceso de diálogo. Pero fue el atentado de la T-4 el que marcaría 'un punto de inflexión' . Poco después de que ETA rompiera la tregua, Otegi fue encarcelado. En la prisión de Martutene, y ayudado por las visitas de Díez Usabiaga, fue madurando la idea de abrir un debate en el seno de la izquierda abertzale a favor de acabar con la violencia. En cualquier caso negó que las continuas ilegalizaciones estuvieran detrás de su cambio de rumbo.
Al abandonar la cárcel en mayo de 2008, buscó la complicidad de líderes más jóvenes. Y así llegó a los acusados Sonia Jacinto, Arkaitz Rodríguez y Miren Zabaleta. Otegi declaró ayer que los tres respondieron a favor de inmediato, aunque la Policía cree que los dos últimos eran los comisarios políticos de ETA en Bateragune y que con el tiempo cambiaron de bando.
No ocurrió así en toda la izquierda abertzale. Distintos sectores, en representación o bajo el paraguas de ETA, se oponían a abandonar la 'lucha armada'. Ayer, por primera vez, Otegi puso nombre a uno de ellos: Ekin. El comisariado político de ETA intentó introducir una ponencia a favor de la violencia en el debate de las bases, pero Otegi y los suyos lograron impedirlo. En este punto de su declaración, el líder abertzale recuperó un artículo de prensa firmado por Baltasar Garzón, que dirigió la operación contra Bateragune, en el que el juez señalaba a Ekin como obstáculo para el proceso pacífico. 'Sin embargo, él nos detiene a nosotros y no los detiene a ellos. Como en los concursos de la televisión: hasta aquí puedo leer', afirmó.
Usabaiaga ratifica que querían 'romper amarras' con la violencia
Tal fue su intento por demostrar el desmarque de ETA que Otegi afirmó haber debatido su proyecto con otros partidos, pero no con la banda. 'Ya sabíamos que su estrategia era la opuesta', se disculpó. Incluso utilizó el verbo 'combatir' para describir su actitud frente a aquellos que intentaron, sin éxito, evitar el debate sobre la violencia. Antes de acabar, Otegi dejó un mensaje: 'Tengo la impresión de que nuestro mensaje ya ha sido asumido por ETA, pero no puedo confirmarlo'.
Otegi se extendió en sus respuestas durante casi tres horas. En ningún momento fue interrumpido por la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, sancionada en el pasado por 'expresar un prejuicio' durante otro juicio al portavoz abertzale y a la que éste intentó recusar sin éxito con vistas al proceso que arrancó ayer. Cuando llegó el turno de su declaración, Otegi ajustó el micro a su altura y se permitió aclarar de qué iba a hablar y cómo iba a responder. Fue el único de los seis interrogados ayer dispuesto a contestar a las preguntas del fiscal.
González Mota preguntó por la supuesta estrategia de Otegi y los suyos consistente en obtener parones en la actividad terrorista para formar un polo soberanista y regresar así a la legalidad. El líder de la izquierda abertzale se explayó: 'Vamos a suponer que ETA da por terminada su tregua y comete un atentado. Primero, nosotros nos suicidamos; segundo, nos tenemos que marchar del país, y tercero, la gente se sentiría absolutamente frustrada. Estaríamos ante un fraude y a nosotros se nos pueden achacar muchos defectos, pero tenemos la virtud de la honestidad revolucionaria'.
Defendió igualmente que el éxito de Bildu corrobora las tesis de su estrategia no violenta. Y tuvo tiempo para cargar contra determinados medios de comunicación, sectores políticos españoles y el propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, por lo que consideró un empeño en que persista ETA. 'Si fuera una película, se llamaría Buscando desesperadamente la violencia', dijo Otegi. En este capítulo incluyó la polémica por las propuestas de Bildu de disminuir la presencia del Ejército y las Fuerzas de Seguridad del Estado en Euskadi 'pero si está en el Pacto de Ajuria Enea', se sorprendió o la prohibición de que los escoltas accedan a los ayuntamientos. Ante esta actitud, opuso la de la izquierda abertzale: 'Necesitamos que la violencia desaparezca definitivamente de nuestro país porque nosotros sí tenemos argumentos políticos'.
El Ministerio Fiscal pide para él y los otros siete acusados diez años de prisión por integración en ETA. La acusación popular, que ejerce la asociación de Francisco José Alcaraz, eleva a 14 años la pena para ese mismo delito. El tribunal accedió ayer a que declare como testigo la cúpula de Eusko Alkartasuna.
La primera jornada del juicio confirmó que uno de los acusados, Arkaitz Rodríguez, de 28 años, está llamado a desempeñar un papel relevante en la izquierda abertzale. De forma pausada y contundente fue exponiendo los argumentos que le requería su defensa.
Dijo no pertenecer a ETA, ni a Ekin, pero la policía está segura de que la banda quiso expulsarlo de la izquierda abertzale tras cambiar de bando y alinearse junto a Otegi.
'Eramos un conjunto de militantes extendiendo nuestra reflexión como una mancha de aceite, sumando cada vez más apoyos', declaró.
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