A René Gerónimo, de 27 años, le cambió la vida el día que un policía del aeropuerto de Madrid-Barajas le paró y le pilló con droga, cocaína, escondida meticulosamente en sus zapatillas de deporte. René, mexicano, tenía entonces 21 años y 'muchas tonterías en la cabeza'. 'Yo tenía una vida normal en México, con mi familia, con mi madre, estudiaba la carerra de Derecho, pero una gente me hizo el lío para hacer de mulero y al final, por ambicioso, terminé en la cárcel', cuenta este joven, que mientras termina la última etapa de la pena (la libertad condicional) está viviendo con una familia de acogida en León.
René pagó caro su error y no deja de repetirlo: que aquello fue una locura, que no volverá a pasar y que se arrepiente todos los días de aquella decisión que le puso rumbo a Madrid con el único objetivo de ganar más dinero. Este joven ya ha pagado por ello en prisión, pero ahora le espera otra pesadilla. El próximo 7 de octubre, René terminará su condena y se verá en la calle, sin papeles y con una orden de expulsión que ya ha sido tramitada y que él ha recurrido. Lo absurdo es que la vista para tratar el recurso está fijada para el 29 de marzo de 2012 cuando, si nadie lo remedia, este mexicano estará ya de vuelta a su país. Y él se quiere quedar en España.
La Policía ya ha tramitado su expediente de expulsión
Su caso es un claro ejemplo de reinserción. Ha cumplido escrupulosamente el régimen carcelario y no ha vuelto a delinquir en los permisos, está casado con Nicolás, otro reo español (su boda fue la primera ceremonia gay que se celebró en España entre dos reclusos), y ha hecho numerosos cursos de formación: fue avanzando en sus estudios hasta que se sacó un grado de la FP y ahora está estudiando en León un curso en Administración de Empresas. En la cárcel también se apuntó a clases de informática, encuadernación... 'Siempre he seguido formándome', cuenta René.
Este joven se ha casado y ha hecho muchos cursos de formación
'Pero nada de esto me sirve, ni tampoco estar casado con un español', se lamenta este chico, que una vez participó en un concurso de televisión sobre presos que formaban parte de un coro. Para su boda, que se celebró en el Ayuntamiento de León con amigos y familiares, Instituciones Penitenciarias les dio a él y a su pareja un permiso de seis días. 'Lo que más temo de mi expulsión es que no podré ver más a Nico, mi marido', afirma René. Si finalmente le expulsan, su caso no sería el primero. Distintas ONG que trabajan en derechos sociales han denunciado en varias ocasiones las expulsiones de otros presos y presas recién liberados a los que no les ha salvado el matrimonio con ciudadanos españoles.
René y Nicolás se conocieron en 2008 en el centro penitenciario de Mansilla de las Mulas de León. Un día los dos coincidieron en una salida para realizar tareas de limpieza en el pueblo que en ese momento realizaban presos de distintos módulos. 'Un martes fuimos los dos a llevar el cubo de la basura a la parte de atrás de un puticlub y, al volver, nos miramos fijamente y nos echamos a reír sin parar ni quitarnos la mirada', explica René. Ese mismo día, Nicolás le invitó a comer juntos el bocadillo que les regalaba el Ayuntamiento por su labor.
De vuelta a la realidad, a pesar del buen comportamiento de este joven, su caso, de momento, no parece que vaya a resolverse, y eso que desde Instituciones Penitenciarias insisten en la tesis de que, en el procedimiento de expulsión, 'se hacen excepciones en casos concretos: si el afectado encuentra trabajo, estudia, participa en las actividades de la prisión, ha hecho cursos...', informa Daniel Ayllón. En el caso de René como en el de los otros presos sin papeles que consiguen la libertad, la Policía iría a buscarle para llevarle después a un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) y de ahí, a un avión rumbo a México.
En los preámbulos de que se resuelva o no su caso, este mexicano reclama su deseo de quedarse en España. 'Todos merecemos una segunda oportunidad', concluye.
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