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Más presente que nunca

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Mucho se ha hablado en el Comité Federal de la razón y las emociones y, sólo unas horas después, es difícil escribir sobre ello desde el lado racional. Siempre he defendido la política de las emociones, sin la que seria imposible empatizar con la ciudadanía, sentir su angustia en periodo de crisis y comprender sus exigencias legítimas.

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Quienes hace más de diez años empezamos un proyecto en el PSOE que se convirtió en el proyecto de país nos hemos buscado hoy con la mirada emocionada al oír a Zapatero pronunciar las palabras "no me presentaré a las elecciones de 2012".

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Son diez años de vivencias, posiblemente los más intensos de nuestra vida, pero lo más importante fue que a la mirada cómplice de quienes gestamos Nueva Vía hoy se ha sumado la de todos los miembros del Comité Federal y la de cientos de militantes y ciudadanos. Esa es la grandeza de este proyecto que es de todos.

Pertenezco a una generación de socialistas que empezó a militar cuando el Gobierno de Felipe empezaba su desgaste. Cuando no estaba de moda ser joven y hacer política y mucho menos apoyar al único Gobierno que conocimos, aunque fuera el que más había hecho por nosotros. No tuvimos muchas alegrías políticas y vivimos el 2004 como otras generaciones habían vivido su 82. Con la ilusión de quien inicia un nuevo proyecto y confiando en alguien al que pedimos que no nos fallara. Pertenezco a esa generación que vivió con normalidad decir No al país más poderoso del mundo por no cumplir con las reglas internacionales, que desarrolló una forma de hacer oposición pensando en el interés del país y no en el interés del partido.

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A una generación que se siente cómoda en la cultura del pacto, que cree en una España plural, convencida de que un proyecto común no es uniformidad obligada.

Que no entendería España sin su liderazgo en igualdad o en la lucha contra la pobreza, que no se reconocería en un país que no defendiera derechos civiles y sociales, que diera pasos atrás en sus convicciones democráticas o que no apuntalara el diálogo entre civilizaciones. Pertenezco a una generación que tiene una profunda convicción democrática a la hora de elegir su destino y que no retrocederá en su proyecto político.

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Y aunque algunos tenemos la misma edad, hablo de una generación como tiempo político, porque si algo hemos aprendido de Zapatero es que lo importante no son los tiempos vitales, sino las ideas que defiende, la generosidad y la capacidad de sumar.

Hoy ha vuelto a hacerlo demostrando un profundo respeto por este partido centenario, aclarando su decisión donde debía hacerlo, en nuestro máximo órgano entre congresos.

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Y ha demostrado un profundo respeto al país, sabiendo que su decisión ayuda a cumplir con más determinación, si cabe, las reformas que nos quedan por delante. Ha demostrado una profunda generosidad pensando de nuevo más en el interés general que en el individual y un profundo sentido de la serenidad y la responsabilidad.

En estas horas he recibido muchos mensajes de votantes suyos, distanciados últimamente por las consecuencias de la crisis económica, reconciliándose con él, reconociendo la última lección democrática del único presidente que no ha perdido nunca unas elecciones. Un presidente que toma con fuerza las riendas del país hasta el final, velando para que el proyecto que nos ha traído hasta aquí no dé un paso atrás y garantizando que serán los militantes quienes decidirán su futuro y no él.

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Sólo alguien como Zapatero podía hacerlo así. Se equivocan quienes piensan que se ha ido, porque está ahora más presente que nunca y tiene más capacidad para pilotar las reformas que nos saquen de la crisis. Y lo hará con más libertad para velar por el proceso democrático y más fuerza para la contienda del 22 de mayo.

No puedo decir que estoy contenta, pero sí orgullosa y agradecida de haber tenido el privilegio de vivir este proyecto que nuestra Historia reconocerá. Me quedo con las palabras de Griñán cuando ha dicho: "Zapatero ha estado a la altura de un gran partido". Y de un gran país, añado yo. Ahora hace falta que nosotros estemos a su altura y sé que lo estaremos. De algo estoy segura, Zapatero es el presente y su legado, el futuro.

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*Ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad

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