Un marido que no paga y ella se va a la calle
Publicidad
"Hace cinco años que no me compro ropa", cuenta Inma Rodríguez Gómez, de 56 años, ahogada en deudas, con una notificación de desahucio recién llegada y una vida en la que no cabe el dispendio. A Inma su marido la dejó, hace cinco años, sola con todos los pagos que tenían a medias en su vida en común en Alcalá de Henares (Madrid). La hipoteca del piso de tres habitaciones, el crédito pedido para reformar la casa y la letra del coche que él se había empeñado en comprar pese a no tener ni un duro. "Se fue de la casa, así, de repente y me soltó: No pienso pagar nada", explica Inma. Eso sí, él se llevó el vehículo.
Publicidad
Ella se quedó afrontando un pago mensual de "mil y pico euros" con un sueldo de limpiadora, a veces con contratos basura, a veces cobrando en negro y por horas. "Y a ese sueldo podía sumar lo que sacaba alquilando las habitaciones de la casa a estudiantes, pero desde hace un año no tengo a ninguna, no llegan", señala.
"Que me dejen pagar a más tiempo con la letra más pequeña", pide Inma
Inma no lleva bien las cuentas y sus deudas han pasado de financiera a financiera. Cuenta que en 1981 compró la casa con su marido, "casi regalá", por "siete millones de las antiguas pesetas". Pero el regalo terminó saliendo caro. Al principio la letra mensual les salía a 500 euros, pero luego pidieron un crédito para hacer reformas porque el piso estaba hecho trizas y la hipoteca se les puso "a 25, 30 millones de pesetas a 25 años".
Publicidad
La letra subió, pero aún así su marido se compró el coche y la letra volvió a aumentar hasta ponerse en esos mil y pico euros que ahora Inma no puede afrontar. Sobre cuánto ha pagado de toda esa deuda, Inma dice que la última financiera que tiene le ha dicho que "unos cinco millones de pesetas". "Me deben de quedar unos 25 millones, a ver quién paga ahora eso", agrega esta mujer que, cuando puede, echa la lotería.
La mujer, con dos hijos, no sabe bien cuánto debe ni cuánto ha pagado
Publicidad
El último trabajo con sueldo que tuvo esta mujer fue como limpiadora de un portal y por unos míseros 400 euros mensuales. Inma tiene dos hijos, una de 36 años y uno de 33. Ninguno trabaja. "El chico vive conmigo. No hace nada ni cobra el paro, ha sido carpintero", cuenta esta mujer.
Hace un mes, Inma recibió la carta del juzgado que le decía que iba a perder la casa por llevar más de dos años sin pagarla. "Me tengo que ir a finales de julio, pero aún no tengo fecha. El piso ya ha salido a subasta", afirma Inma. ¿Y ahora qué va a hacer? "Me iré a casa de mi hija, qué remedio. Ella está separada y tiene una cría de 14 años", se resigna.
Publicidad
Sobre lo que le ha pasado, los bancos, las financieras, los especuladores, Inma resume: "Son unos ladrones, unos sinvergüenzas". "Si no se puede pagar, que me pongan la letras a más años, que me la hagan más pequeña y así sí que podré afrontarla. O que me dejen ponerla a nombre de mis hijos que vivirán más que yo. Ni me han dado opción", se queja. Ella ha reclamado a la financiera que le diese más tiempo para afrontar los pagos, pero le dijeron "que no se podía".
Mientras espera a que la echen de su casa, Inma limpia por horas cuando la llama alguna familia y con lo poco que gana paga los recibos de la luz, el agua y el gas. Por eso no le queda apenas dinero para más: "No me puedo comprar nada, ¿ropa? Buf, ni se sabe, desde hace cinco años o más".