Mamadou Dia, el hijo pródigo de Senegal
Tras embarcarse en una odisea de miles de kilómetros para alcanzar el sueño español, este trabajador social decidió regresar a su pueblo para mejorar la vida de sus compatriotas
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No me llamo Agua, me llamo Mamadou. Agua, en su país, es un nombre de mujer. La voluntaria de la Cruz Roja le había ofrecido un botellín y Mamadou dijo que no, que él se llamaba Mamadou, como Mahoma, aquel digno de alabanza, el loado.
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Mamadou ha vuelto. Ahora tiene 32 años y recorre nuestro país de universidad en universidad, recabando el apoyo de voluntarios que luego construirán aulas con botellas de plástico y parques infantiles con ruedas de coche. “Me gustan los retos”, confiesa. “Combatir el racismo institucional y denunciar las políticas de inmigración de la UE, que justifica la lucha contra las mafias cuando, si no fuese por sus guerras, la gente no tendría que huir”. Aquí su fábula: los leones (multinacionales) atacan a los búfalos (migrantes) y, de después de matarlos, la emprenden contra los buitres (traficantes de personas) que tratan de alimentarse de los cadáveres. “Habría que preguntarse por qué se mueren los búfalos”.
AGUAFUERTES