Malagón, el viñetista cabreado con el poder
Sus viñetas sobre la crisis, los abusos y el reverso tenebroso de la economía han calado entre sus lectores porque "reflejan la rabia que sienten". Lo complejo, según José Rubio, es sortear las barreras de los anunciantes, de la Corona o de la religión.
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Los viñetistas son los nuevos editorialistas. La conciencia del periódico. Un dibujo que trasciende el marco para narrar con ilustraciones lo que no puede o no quiere decirse con palabras. El bufón del poderoso, al que afea sus vergüenzas mientras le arranca una sonrisa. Uno lee el chiste, luego la esquela y ya entonces busca qué ha pasado en el pueblo. Malagón, nacido José Rubio en Alcalá de Henares a comienzos de los setenta, vive en La Vila Joiosa e ilustra para El Mundo lo que sucede en la Comunitat Valenciana.
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Sus esquejes de la crisis, encargos de cuando todavía se llamaba recesión, siguen dando sus frutos. “El lector los ha hecho suyos porque reflejan la rabia que sienten y, cuando haces una denuncia flagrante o reflejas el contrasentido de los políticos, deciden compartirlos con sus amistades”, explica el autor de Necronomía (Edicions de Ponent), una antología que alumbra el lado oscuro de las finanzas. “Como humorista, esta época es fascinante, aunque paradójicamente el diario digital que me pagaba por hablar sobre economía terminó echándome por recortes presupuestarios”, reflexiona José Rubio, quien emuló el indignado título del panfleto de Stéphanne Hessel para publicar ¡Cabreaos! Se ríen por encima de nuestras posibilidades (Ediciones Deusto).