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Los laicos exigen su espacio frente a la Sevilla profunda

Las estatuas del papa, la madre del rey o la duquesa de Alba generan malestar

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Aunque el motivo es radicalmente distinto, laicos y religiosos están de acuerdo en una cosa: el Ayuntamiento de Sevilla no les hace caso. Los primeros lamentan que un gobierno de izquierdas (PSOE-IU) haya propuesto decenas de estatuas a folclóricos, religiosos y toreros en los últimos años y se haya olvidado de escritores sevillanos como Machado o Cernuda.

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La última efigie aprobada será para la duquesa de Alba, que “permitirá dar vida a una de las zonas en más profunda regeneración urbana (...) y en uno de los principales puntos de entrada de turistas”, según el Ayuntamiento. Un argumento más, consideran los laicos, que alimenta el tópico de las palmas y la fiesta. IU votó en contra.

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Los segundos, los religiosos, llevan dos años esperando respuesta para colocar una estatua de Juan Pablo II. “La única contestación, y verbalmente, que nos dio urbanismo fue: ni la madre del rey estará en la plaza de toros ni el papa en la Avenida de la Constitución”, explica Francisco Valderrama, promotor del monumento.

La de María de las Mercedes de Borbón ya se puede ver y mucho –5,6 metros de altura– presidiendo la Maestranza. Y con financiación pública. El Ayuntamiento sufragó 100.000 de los 324.000 euros del coste total. La de la duquesa será financiada por la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría.

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“Existe un excesivo peso de las tradiciones y el localismo, pese a los numerosos personajes que contribuyen y han contribuido al progreso social y económico de la ciudad, de lo contemporáneo y, sin embargo, no tienen presencia pública”, explica Raquel Rico, presidenta de Iniciativa Sevilla Abierta, una asociación que lucha por que esa “otra Sevilla, la moderna”, se vea y tenga también su propio espacio. A la madre del rey la acompañan Carmen la Cigarrera y los toreros Curro Romero y Pepe Luis Vázquez.

“No queremos acabar con las tradiciones, al contrario, pero en el caso del papa, por ejemplo, entendemos que ha defendido ideas morales con las que ni siquiera buena parte de los católicos están de acuerdo”, añade Rico. “Si la quieren, que la pongan en las iglesias, porque además Juan Pablo II ya tiene una avenida; los poderes públicos tienen que reaccionar”, zanja.

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Sevilla fue una de las escasas grandes ciudades donde no circuló la campaña Probablemente Dios no existe. Disfruta de la vida. El consistorio se escudó en el supuesto rechazo de la empresa municipal de autobuses. Iniciativa Sevilla Abierta, que criticó duramente la negativa, también ha recogido firmas –entre otros, de investigadores, arquitectos, abogados, actores, sindicalistas, algún fiscal y hasta desempleados– contra el monumento al papa.

Según sus promotores, la estatua, que estará lista en primavera, medirá unos 4,5 metros –incluido el pedestal– y costará 90.000 euros. “Está casi todo recaudado por cuestación popular, es una iniciativa privada, ha habido personas que han colaborado hasta con un céntimo, de pueblos recónditos, eso le da más valor, y no irá en la Constitución, sino en una calle cercana”, afirma Valderrama. No entiende las críticas porque, asegura, el papa ha visitado Sevilla y ha sido referente de miles de personas: “De jóvenes, de ancianos, incluso los no creyentes reconocen su papel; tenemos motivos religiosos, sociales e ideológicos”, insiste.

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Ahora sólo necesitan la autorización. “El asunto lo lleva la Delegación de la Consejería de Cultura”, dijeron fuentes del Ayuntamiento a Público. Y Cultura remitió al Arzobispado, que respalda, evidentemente, la iniciativa. Un síntoma de que el papa va por el mismo camino que la madre del rey o la duquesa.

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