Aquí no se aclara ni Dios. Las elecciones son el próximo domingo y la Justicia que estudia los presuntos casos de corrupción de Camps y su partido no se sabe dónde está y a estas alturas ya casi ni se la espera. Hace unos días el TSJCV aceptaba juzgar en el mismo paquete a los cuatro de los trajes con los jefes de la Gürtel. Ahora el juez Flors miembro de ese mismo tribunal decide que esa foto no será posible porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Maravillas del lenguaje judicial. Los jeroglíficos del Valle de los Reyes son más claros que los dictámenes de los jueces, al menos de los jueces que tienen a su cargo los casos de corrupción que aquejan al PP.
Los jueces que montaron el juicio contra Ángel Luna portavoz parlamentario de los socialistas valencianos no tuvieron problemas de lenguaje: en cuatro días lo sentaron en el banquillo. Pero parece ser que lo de Camps y Fabra requiere un tratamiento especial. No hay manera de que se aclare nada. Además está otro caso: el de los presuntos delitos de financiación ilegal, prevaricación, soborno y alguno más que pende de las actuaciones del Gobierno de Camps y su partido en lo que toca a sus más que probadas relaciones bucaneras con empresarios que pagaban las facturas del PP como si fueran suyas.
La Justicia, sobre Camps y el PP, no se sabe dónde está y ya ni se la espera
Algunas asociaciones de jueces exigen que las decisiones de los tribunales que atienden esos casos el de los trajes y los otros enseñen pronto sus credenciales. Incluso apuntan a que en buena lógica esas credenciales habrían de estar sobre la palestra pública antes del domingo. Así que no sabemos a qué atenernos. La Justicia debería ser lo que no es: justa. Porque si no es rápida, si no se exige a sí misma la misma rapidez para sacar a la luz unos procesos judiciales y otros, es que esa Justicia cojea más, bastante más, que Warren Beaty en Bonnie and Clyde.
No sé si ahora mismo cuando ustedes lean si gustan esta columna ya habrá dicho el juez Flors lo que va a hacer o no hacer con el juicio de Camps. Ni si el jueves conoceremos con seguridad si las demás imputaciones tienen fecha fija para ser juzgadas. La Justicia que confunde, que marea la perdiz, no es Justicia sino un grumo de turbiedad que difícilmente puede digerir una democracia que quiera ser solvente. No sé si determinados jueces lo saben. Seguramente sí. Pero se hacen los locos. Y a este paso, con tanta confusión emanada de los juzgados, quienes vamos a acabar más locos que el corazón de Machín somos nosotros.
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