El 'hombre común' frente a la 'condesa'
Esperanza Aguirre y Tomás Gómez se disputan la Comunidad de Madrid
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Esperanza Aguirre
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Candidata del PP
Dice que en política lo ha sido casi todo. Y que su sitio sigue estando en la Comunidad de Madrid, donde aspira a un tercer gobierno. Pero nadie olvida en el PP que un día amagó con postular para sustituir a Rajoy.
Candidato del PSM
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De su currículum, lo que más orgulloso exhibe es su etapa al frente del Ayuntamiento de Parla (Madrid), donde se convirtió en el alcalde más votado de España. En el PSOE, se enfrentó a Trinidad Jiménez. Y a Zapatero. Ganó.
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En el PP, nadie discute que Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección, tiene un don especial para generar polémicas. Pero nadie pone en duda tampoco que es la dirigente conservadora que mejor se mueve en la calle. Da igual donde vaya, porque nunca falla. Siempre hay un coro de fieles que le gritan "¡Guapa, tú tenías que ser presidenta del Gobierno!", le regalan un ramo de flores, un broche de esos que siempre la acompañan en la solapa de su chaqueta. O hacen cola para besarla.
Por eso cayó tan mal en su equipo que Tomás Gómez, el hombre que le disputa la Presidencia desde la plaza de Callao, sede de los socialistas madrileños, desplegara en tan céntrica plaza un cartel a lo cinematográfico llamándola "condesa". Y que él se erigiera en el "presidente de la gente común" (en realidad, la presidenta es condesa por vía marital).
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Si nos fiamos de las encuestas, la condesa no tendrá problemas para seguir al frente del Gobierno de la Comunidad de Madrid otra legislatura. Ajenos a los escándalos Gürtel y Fundescam y al caso de los espías, los madrileños parecen dispuestos a renovar su confianza en el PP otorgándole la mayoría absoluta.
Según el último Publiscopio electoral, que vio la luz el pasado día 2, Aguirre obtendría el 52,3% de los votos, lo que se traduciría en 73 o 74 escaños; el PSOE, el 33,3% (46-47) e IU, representada por Gregorio Gordo, el 7% (9 actas de diputado). UPyD no lograría sumar el 5% de los sufragios, por lo que no optaría a ningún asiento de los 129 que, a partir de esta legislatura, tendrá la Cámara regional debido al incremento poblacional. Nueve más que en 2007.
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Ante este panorama, si algo comparten socialistas y conservadores es el miedo a desmovilizar a su electorado. Los primeros, porque llegue a pensarse que está todo perdido y la gente opte por no votar. Los segundos, justo por lo contrario, por un exceso de euforia.
En privado, muy pocos en el PP ponen en duda que el debate que el primer domingo de campaña se celebró en Telemadrid supuso un punto de inflexión en esta batalla por el 22-M. Faltaron propuestas por parte de los tres candidatos, sí. Pero algo quedó claro: Tomás Gómez, el hombre que retó a José Luis Rodríguez Zapatero, se presentó a unas primarias y ganó a la mismísima ministra de Exteriores, logró poner nerviosa a su rival. Lo hizo descolocándola, atacando por donde la dirigente conservadora no esperaba.
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La presidenta, acostumbrada a defenderse casi a diario de los escándalos de corrupción que han afectado a su Comunidad en los últimos cuatro años, preveía que Gómez le iba a sacar a relucir precisamente la Gürtel. O el hecho de que lleve una decena de alcaldables imputados en sus listas. Pero no fue tan previsible. El socialista hizo un requiebro y pronunció las tres sílabas que más están haciendo temblar al PP de Madrid: co-pa-go.
Existe un informe de la dirección general de Atención Primaria de la Comunidad que sugiere esta opción como método de ahorro para una veintena de servicios. Gómez lo mencionó en su intervención y lo aderezó con una carta de las concesionarias de los nuevos hospitales madrileños en la que estas alertaban de un posible "colapso" si no recibían 80 millones de euros. Y con otra en la que se solicitaba a las residencias que dejasen de adquirir cierto tipo de absorbentes.
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Para este momento, Aguirreya estaba de los nervios: "¡Mentira, mentira. No tolero que meta miedo a los más débiles!".
Viendo que habían dado con la fórmula de descolocar a la presidenta, el PSM ha centrado esta campaña en contraponer su modelo de Gobierno, basado en la defensa de lo público, al de los conservadores, que han optado por las privatizaciones en sanidad y educación. Y el PP se ha puesto a la defensiva y no hay día en el que no arremeta contra "las mentiras" de los socialistas. Si para el PSM Aguirre es la "condesa", para el PP, Gómez es el "trolero".
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En una campaña marcada por la crisis, el equipo de la presidenta ha presentado un programa raquítico, plagado de fotos de Aguirre y con proyectos de la campaña de 2007 que se quedaron por el camino. Los socialistas, por contra, se aferran a la defensa de lo público y a una tasa para los bancos que irá destinada a proyectos sociales.
Frente a ambos, se ubica IU. Su candidato, Gregorio Gordo, lleva toda la campaña intentando distanciarse de los dos modelos políticos de sus rivales. De los socialistas, porque los considera "corresponsables" de las políticas de la derecha. Y de los conservadores, por su voracidad privatizadora.
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Otra de las notas dominantes del debate de Telemadrid fue la insistencia de Gómez en atraer a su proyecto a Izquierda Unida para conseguir que la derecha abandone la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional. Sumados los nueve escaños que según el Publiscopio obtendría IU (dos menos que en 2007) a los 46-47 de los socialistas, no resulta suficiente para la mayoría absoluta.
La condesa Aguirre un día coqueteó con ser lideresa del PP, cuando Mariano Rajoy estaba en sus horas más bajas. Quienes la conocen, ahora ven su mirada muy fija en la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional. Pero no dudan de que si el resultado de las generales de 2012 para Rajoy no es el esperado por el partido o sea, la victoria, parpadeará.
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Gregorio Gordo, candidato de IU
Es el rostro que sustituye a Inés Sabanés en los carteles electorales para estos comicios. Su mensaje lo copan las políticas sociales y el rechazo frontal a las privatizaciones. Si el 22-M los ciudadanos le dan su confianza, se ha comprometido a incrementar en un 0,3% el tramo autonómico del IRPF, reimplantar el impuesto de patrimonio y recortar deducciones y exenciones en otros impuestos, como el de sucesiones. Su última oferta está destinada a los desempleados más jóvenes. Para combatir esta situación, ha puesto sobre la mesa una batería de medidas entre las que destaca que el 5% del empleo público se reserve a los menores de 30 años.