ETA como recurso
La "división del trabajo" marca el discurso del PP
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Dicen que Mariano Rajoy suele afirmar que a él no le interesa hablar de ETA, que a él solo le preocupa hablar de economía. Esto quiere decir: que el líder del Partido Popular le deja el trabajo sucio a los otros dirigentes que abordan el tema con pasión, caso de Jaime Mayor Oreja y José María Aznar, que es presidente de honor del PP y preside FAES. ¿Trabajo sucio? Sí. Porque la política antiterrorista contra ETA no ha sufrido ninguna grieta, porque el PSOE, tras el fracaso de la negociación con la banda terrorista, ha apostado, según las palabras del PP, por la derrota del terrorismo.
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La división del trabajo entre Rajoy, que dice estar interesado solo en hablar de economía (es decir, limitarse atacar al Gobierno sin dar más alternativa que el programa ya en marcha que los socialistas le han tomado de prestado al PP e incluso completarlo con cinco años más de ajustarse el cinturón, Alberto Ruiz-Gallardón dixit) y los dirigentes encargados de echar leña al fuego de ETA consiste en machacar todos los espacios electorales contra el PSOE. Y evitar que si, por azar, ETA abandona completamente las armas, los socialistas puedan capitalizar dicho éxito.
Pero la reapertura del frente terrorista con la excusa de las actas que constituyen la versión etarra de la negociación, permite calentar las próximas elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo. Rajoy no se enloda personalmente con el tema de ETA ni acude a manifestaciones, porque ello, según los cálculos de sus asesores, puede ahuyentar a algún sector centrista del electorado o detener la fuga de votos socialistas hacia el PP. Que este trabajo sucio no es menos evidente en la reacción del PP tratando de vincular la liberación del etarra Antonio Troitiño con la negociación, en un intento de reeditar el caso Iñaki de Juana Chaos.
Con todo, es difícil que la utilización del terrorismo de ETA pudiera quedar tan al descubierto como en estos días. Hace ahora dos años que el PSOE y el PP firmaron, el 1 de abril de 2009, el documento "Bases para un cambio democrático al servicio de la ciudadanía vasca". Dicho pacto le dio el apoyo a Patxi López para ser investido lehendakari y al PP para presidir el Parlamento vasco. Y el primer punto de dicho programa es la "política de defensa de las libertades y contra el terrorismo". Si bien se mira, el viejo pacto antiterrorista se corporiza desde entonces en ese acuerdo, cuyas consecuencias han sido el apoyo del PP al PSE en el Gobierno de Euskadi. Si el PP fuera en serio, denunciaría ese acuerdo. No lo ha hecho, ni lo hará.
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El PP solía señalar en el pasado, cada vez que el PSOE le echaba en cara la guerra de Irak, que las elecciones de 2004 ya ajustaron cuentas al respecto. Las elecciones de 2008, pues, saldaron las presuntas cuentas de la negociación entre ETA y el Gobierno de Zapatero. La versión etarra no agrega nada a los ciudadanos. Y si acaso, incluso esa misma versión resta el principal argumento de Mayor Oreja y el PP en aquella época. El de que Zapatero se disponía a "entregar Navarra".
Y, ahora, Aznar nos confirma, después de negar su negociación con ETA, que es posible entablar diálogo (el entonces presidente del Gobierno viajó a entrevistarse con Gadafi en septiembre de 2003 para tal fin, entre otros) con un fabricante de armas de destrucción masiva y promotor del terrorismo como Muamar Gadafi.
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Antes de esas fechas de 2003 Gaddafi era terrorista. "Se convierte en un amigo extravagante, pero en un amigo" que "abandonó todos los programas de armas nucleares, biológicas y químicas. Y los abandonó completamente", ha explicado Aznar a sus alumnos de la Universidad de Columbia, Nueva York.